El lunes 13 de septiembre el gobierno amaneció con dolores en el cuerpo, esperaba un cross de derecha en la Capital Federal, en Mendoza  y Corrientes. Pero no contaban con un gancho cruzado en 17 provincias, el gobierno no estaba en guardia para La Pampa, Misiones, San Luis y Chaco. La madre de todas las batallas estaba ganada por 8 puntos según vaticinaban las encuestas, pero Juntos terminó al frente por 4%, unos 400.000 votos de diferencia.

Son Primarias, no las definitivas; pero de persistir números similares, el peronismo por primera vez en la historia desde la recuperación de la democracia gobernaría sin mayoría en el Senado Nacional.

Desde el inicio de la pandemia, todos los oficialismos perdieron en América Latina, aunque esto no minimiza el golpe. Mal de mucho, consuelo de tontos. Obliga al gobierno a hacer análisis, pero sobre todo a actuar de manera rápida.

La campaña deja vacíos en toda la arena política. La carencia de propuestas y debates de fondo, spot que buscaron golpes de efecto, encontraron a una sociedad que mira de reojo y sin entusiasmo a la política y sus protagonistas. Sólo el 68% de los bonaerenses fueron a votar, 5 millones de ciudadanos de la provincia no se acercaron a las mesas de votación y 500.000 bonaerenses que votaron lo hicieron en blanco o anularon su voto. Podemos justificarlo por el miedo a la pandemia, no obstante es para tomar nota.

Considero que la oposición no debe saltar entusiasmada, el resultado parece más a errores no forzados del gobierno que a aciertos de Juntos. Tuvo sí, un gran acierto estratégico, las PASO competitivas; esto levantó el autoestima de los radicales (que ganaron en 4 de las 8 secciones electorales) y tienen un candidato a Gobernador, también ratificó la nobel máquina electoral del PRO y entre ambos acumularon votos. Confrontaron sin que el agua llegue al río. El oficialismo, por su parte, uso la estrategia de la  “unidad”, pero esto fue poco estimulantes. El lunes comenzaron las quejas de los intendentes por este tema.

El Frente de Todos perdió en lugares inesperados: Ituzaingó (este municipio tiene a Alberto Descalzo como Intendente desde su autonomía), Tigre (territorio de Sergio Massa desde 2007), San Martín (de Gabriel Katopodis desde 2011), San Fernando (gobernada por el peronismo desde 1983), Quilmes (que si bien hubo alternancia, la Camporista Mayra Mendoza es ubicada siempre en primer plano en los actos oficiales), en Mercedes (el hermano de crianza del Ministro Wado de Pedro). Los Barones del Conurbano perdieron no menos de 50.000 votos con respecto a las PASO del 2019, algunos creen que por el “castigo” de no poder ser reelectos en el 2023 no pusieron toda la carne en el asador, de ser cierto juegan con una delgada línea.

Estas Primarias, dejan a un gobierno debilitado y con frentes abiertos. Quedan dos meses para revertir la tendencia. Si se ocupan en buscar responsables y cada uno (Gobernadores, Intendentes, Cristina Fernández y Sergio Massa) buscan salvarse solos, el barco encontrará más fisuras que de costumbre y la legitimidad del presidente, que le falta la mitad de la gestión, estará socavada. El oficialismo tiene aún margen para poder levantar cabeza, su accionar resulta urgente. Los tiempos son del presidente, la última palabra como siempre son las urnas.

                *Licenciado en Ciencia Política. Docente e Investigador de la UBA/USAL/UAI. Autor de varios libros sobres Sistemas Electorales. Autor de “Buenos Aires es cosa de Barones”. Twitter: @GusGonzalezok