En marzo pasado, la inflación fue la más alta de los últimos 20 años con un índice del 6,7% que tuvo un fuerte impacto en las canastas básica total y alimentaria, con aumentos del 7% y el 6,5% respectivamente. 

De esta manera, una familia de cuatro integrantes (dos adultos y dos menores) necesitó ese mes un ingreso mensual de $89.690 para no caer bajo la línea de la pobreza, informó este jueves el Indec.

En tanto, en relación a la canasta alimentaria que cubre las necesidad básicas vinculadas a la alimentación, un hogar de cuatro personas precisó $39.862 para no ser considerada indigente.

En términos interanuales, la CBT tuvo una suba del 47,3%, pero el registró más crítico lo tuvo la canasta alimentaria, cuyo valor creció 55,2% a marzo, en línea con el IPC.

Ambos indicadores son decisivos para medir el impacto de la crisis económica en los indicadores sociales dado que la canasta básica determina la denominada “línea de pobreza”, mientras que la canasta alimentaria es la que configura la “línea de la indigencia”. 

La última medición del Indec correspondiente al segundo semestre de 2021 determinó que el 37,2% de la población es considerada pobre en la Argentina y el 8,2% vive en condiciones de indigencia. De esta manera, los indicadores sociales principales mostraron una mejora respecto al 42% de pobreza que marcó el 2020 y el 40,6% de la primera mitad del año pasado, como respuesta a una recuperación económica superior al 10% en 2021 y un rebote en los números de empleo. 

Sin embargo, el alza inflacionaria que marca los primeros meses de este 2022 pone en jaque la economía del país y genera preocupación en relación a su impacto social, especialmente entre las clases sociales más vulnerables.