En la política, los gestos de la dirigencia suelen decir más que lo marcan sus palabras. Un nuevo episodio de distancia en el binomio presidencial entre Javier Milei y Victoria Villarruel confirma esta teoría, tras conocerse que el Presidente pidió que los legisladores bajasen los aumentos en sus dietas del 30 por ciento, lo que llevaba sus salarios a los 2.5 millones de pesos, pero en el Senado parecen no acusar recibo.

Desde el entorno de la titular de la Cámara alta siguen postergando la medida y juegan al misterio. Milei advirtió que este tema pega sensiblemente en su base electoral, tras su fallido intento de aumentar su sueldo y el de su Gabinete un 48% durante febrero, lo que haría que el salario presidencial superase los 6 millones de pesos. Esto motivó una serie de cruces twitteros con la expresidenta Cristina Fernández de Kirchner.

Los incrementos salariales para la clase política, en un momento en el que el salario mínimo apenas supera los 200 mil pesos, parecen no motivar una respuesta rápida de reflejos en el Senado. “Se hablará de este tema en la semana con los diferentes bloques”, plantearon con displicencia en el equipo de Villarruel ante la consulta de Diagonales.

Quien sí se había mantenido más permeable a dar marcha atrás con los aumentos en el Congreso es el titular de la Cámara de Diputados Martin Menem. El riojano accedió al proyecto del legislador del PRO Diego “El Colo” Santilli para que los incrementos en el recinto queden congelados, supeditándolos a aprobaciones anuales en las Cámaras, y planteando como tope lo determinado en “el Sistema Integrado de Jubilaciones y Pensiones o la norma que en el futuro la reemplace”.

El fino equilibrio que Villarruel tejió en el Senado para contrabalancear el peso de los 33 legisladores por el peronismo parece pender de un hilo, ya que los incrementos salariales, si bien son bienvenidos en buena parte de la Cámara alta, también encuentra detractores dentro a la oposición más dialoguista con el Gobierno.

Con otro estilo negociador, marcadamente más político que el del Presidente, Villarruel opta por patear la pelota y dejar en offside a Menem. La titular del Senado prefiere no quedar expuesta y, en cambio, dejará librado a la decisión de los propios integrante de la Cámara si deben ellos bajar sus dietas o no.

Villarruel optó salir con una medida consensuada que la deje lo mejor parada posible. Ningún remedio “anticasta” mejor que el de hablar su propio idioma. La respuesta a Menem, quien quería una respuesta desde los dos ámbitos fue escudarse en que ella es representante del Poder Ejecutivo en su cargo como vicepresidenta, a pesar de que reconoce que también es la titular del Senado.

Pero la distancia con los posicionamientos de Milei, que ningunea al Congreso y lo referencia como un “nido de ratas”, van más allá del debate salarial y buscan reimpulsar la importancia del Poder Legislativo para las aspiraciones de Villarruel.

Sabe que los próximos días tiene una empresa de enorme tamaño y que no le serán nada fácil. Villarruel deberá generar los consensos con la oposición más acuerdista y amigable a La Libertad Avanza (LLA) para evitar que el Mega DNU presidencial que desregula la vida política, económica y social de los argentinos no tenga quórum para ser tratado en el recinto.

Deberá asegurarse de que se siga tomando desde la Comisión Bicameral, a la que se le vencieron los plazos de abordaje de la normativa, y que puede ya ser salteada.

Con todo el malestar por lo bajo con el espinoso tema de las dietas, parece una panacea arriesgarse a dar un pronóstico de cómo seguirá todo en el Senado. “No nos parece hacer futurología”, confiaron a este medio en el entorno de Villarruel, visiblemente sacudidos por todo.

No es para menos, las tareas que deberá garantizar la vicepresidenta para asegurarse los objetivos del oficialismo, y al mismo tiempo, no quedar pegada como “pro casta” asoman más que difíciles. Sabe que la popularidad del presidente no dura para siempre y que hay que estar lo más entera posible, para salvaguardar cierta autonomía.