En estos tiempos tan convulsos la ciudadanía exige respuestas, proyectos reales y demuestra una gran falta de interés hacia las elecciones presidenciales del 2023. Por lo que se viene observando, me atrevo a decir que el interés sobre las elecciones nacionales y algunas provinciales, como los posibles candidatos o de qué forma resolver internas se encuentra solo en el microclima de los diferentes espacios políticos que coexisten en Argentina.

Lo cierto es que para gran parte de la sociedad, quien encabece una lista presidencial no es algo que les quite el sueño ni está en sus preocupaciones. Y no porque les de lo mismo sino porque su intranquilidad pasa por otro lugar.

Desde hace un tiempo a la ciudadanía, principalmente al sector más vulnerable, le importa poder llegar a fin de mes. Poder poner en su mesa la comida diaria y dar a su familia un sustento. De la misma forma, nos encontramos con un gran índice de personas que se preocupan por la falta de seguridad con la que deben convivir, entre muchas otras preocupaciones.

Y sin lugar a duda, podemos afirmar que la sociedad hoy quiere estabilidad. Que los índices de inflación no coman sus aumentos si es que los tienen. Que la inflación no destruya sus ahorros, y que la economía deje de socavar los sueños de una casa propia, un auto en el mediano plazo y un proyecto de vida en donde las reglas de la política -siempre cambiante-  no modifiquen los sueños o proyectos a largo plazo de los argentinos.

La gente principalmente quiere estabilidad. Estabilidad que no tuvieron con el gobierno de Mauricio Macri, ni con el de Alberto Fernández. Ni que consideran que podrán alcanzar con quien gane la presidencia el próximo año.

En el 2023 vamos a cumplir 40 años desde el retorno a la democracia, sistema que nos permitió llevar a cabo elecciones periódicas y representativas por medio del sufragio universal. Cuando observamos la participación histórica de los electores en las elecciones nacionales vemos un descenso en la misma. Lo que nos lleva a preguntarnos ¿A la gente realmente le importan las elecciones? Lo cierto es que no tanto.

Al analizar la participación en Argentina desde el retorno a la democracia podemos observar que el pico más alto de participación fue del 85,61% de los electores en 1983 con Alfonsín. Una elección que significó un cambio de era en Argentina. Salimos de una época muy oscura para regresar a la democracia, al respeto por los derechos humanos, la vida, la libertad de expresión y el respeto por las instituciones. Una tendencia que se vería en toda América Latina, que llevaría a la región a convivir durante décadas en un sistema democrático.

Volviendo a la participación podemos observar que en Argentina fue disminuyendo con los años, alcanzando su nivel más bajo (75,47%) en el año 2001 donde hubo un fuerte descreimiento de la política, terminando en una crisis política, económica y social.

Si bien poco a poco vuelve a observarse un leve aumento en la participación política de los argentinos durante los gobiernos del kirchnerismo, será en 2015 cuando se dé un salto alcanzando el 81%.  Tendencia que volvió a modificarse en las elecciones intermedias y vuelve a subir en 2019 frente a un nuevo cambio del signo político nacional.

Asimismo, el año pasado, en los comicios de 2021 estuvimos frente al índice más bajo de participación visto hasta ahora. Si bien estos datos se deben analizar acompañados del contexto socio-político y económico de cada elección, creo que podemos a simple vista decir que la participación ciudadana continúa disminuyendo.

Y si aprendimos algo de la política de los últimos años, es que no es en estas elecciones cada cuatro años en donde la gente obtiene respuestas reales a sus preocupaciones.

Por el contrario, en épocas de campañas se confrontan más los modelos de gobiernos que ofrece cada partido y se evidencian los errores de quienes gobiernan. La centralidad de los medios de comunicación es enfocarse en una dirigencia política que afirma saber qué necesitan los ciudadanos, comunicar sus propuestas y promesas a futuro.

Situación que aleja cada vez más a los ciudadanos de quienes buscan representarlos. En la sociedad argentina nos encontramos con un hartazgo generalizado en la gente y una fuerte desafección política por grandes decepciones que llevamos a cuesta. Si bien tenemos en claro que la democracia debe seguir siendo el único modelo de gobierno, también sabemos que hay cuestiones a mejorar.

Los ciudadanos deben volver a sentirse protagonistas de nuestra historia. Desean ver una dirigencia comprometida, que pueda hacer sacrificios para obtener beneficios que sean para la mayoría de la sociedad. Deben ver acciones que les permitan volver a confiar.

Volver a confiar en su país. En sus representantes. En el sistema de gobierno. Para así volver a participar entusiasmados y esperanzados en cada elección.