La situación económica del país es por demás de complicada. Recesión económica, déficit comercial y una inflación acelerándose son los rasgos que caracterizan a la coyuntura actual. Todo esto además agravado por un hecho inédito: una sequía histórica que implica la pérdida de ingresos por más de 20 mil millones de dólares. La disparada del dólar blue y los dólares financieros con el consiguiente ensanchamiento de la brecha cambiaria a su vez es un reflejo de las expectativas cada vez más firmes de devaluación de la moneda.

Indudablemente, mas temprano que tarde, se va a necesitar una devaluación para corregir precios relativos y lo ideal es que suceda como parte de la unificación del tipo de cambio dentro de un plan de estabilización. ¿Dicho esto, cuáles son los efectos esperables de una devaluación del tipo de cambio oficial? ¿Cómo responden las exportaciones e importaciones a variaciones del tipo de cambio?

Un trabajo de Gopinath y otros (2020) del staff técnico del FMI muestra que para países que facturan sus exportaciones e importaciones predominantemente en dólares como Argentina, las exportaciones responden bastante menos a las devaluaciones que lo esperable en el modelo convencional. Responden mucho más las cantidades importadas que las exportadas. Las exportaciones son bastante insensibles en el corto plazo (año del shock). En el mediano plazo, sin embargo, la respuesta no es despreciable.

Este paper se enmarca dentro del Paradigma de Moneda Dominante que plantea el rol central del dólar como moneda dominante dentro del comercio y finanzas internacionales. De esta forma el pensamiento del ajuste de la balanza comercial como usualmente lo pensaba el FMI en sus planes de ajuste no parece funcionar como tal. En ese sentido, se cuestionan las bondades de la flexibilidad del tipo de cambio. Ya no es la herramienta todopoderosa que se pensaba que era.

En cuanto al efecto de las devaluaciones sobre el PIB, existe toda una tradición de trabajos que analizan los efectos contractivos de las devaluaciones en el producto. En un trabajo reciente llamado “Devaluaciones contractivas en América Latina. En un análisis VAR de los casos de Argentina, Chile y Colombia” y presentado en la Reunión Anual de la AAEP, encontré que las devaluaciones tienen un efecto contractivo de corto plazo en Argentina, Chile y Colombia tanto utilizando series de largo plazo como un periodo muestral reciente. Ese efecto contractivo se revierte parcial o totalmente de acuerdo con el caso analizado. También encontré que el traspaso de las devaluaciones a precios no es menor. Esto último no es nada novedoso en la literatura, principalmente en países con inflación alta.

¿QUÉ PODEMOS CONCLUIR DE ESTO?

La devaluación probablemente sea algo necesario para lograr el ajuste del sector externo y parte de un programa necesario para la unificación cambiaria. Sin embargo, está lejos de ser una solución mágica. Las exportaciones no responden fuertemente en el corto plazo y la balanza comercial por lo tanto tarda en corregir. Además, una fuerte devaluación tiene efectos contractivos e inflacionarios en el corto plazo.

Por lo tanto, el diseño de un plan de estabilización en el próximo gobierno tiene el enorme desafío de lograr que sea exitoso sin esperar resultados mágicos en el corto plazo y lograr que los efectos de corto plazo y la consolidación de las condiciones iniciales del plan no lleven a una aceleración inflacionaria descontrolada. No es nada fácil, pero nada en política económica, cuando se trata de un país tan volátil y en crisis como el nuestro, lo es.