Qué ves cuando me ves

Cuando la mentira es la verdad

Álbum La era de la boludez, Divididos (1993)

Apenas prendemos los canales de cable informativos o sintonizamos las radios AM de larga data y audiencia, es frecuente escuchar -como referencia enfática frente a afirmaciones de la oposición o cuestionamientos a la gestión gubernamental- “esto es de sentido común”. En esa línea, desde la fuerza política gobernante en la Argentina la afirmación indiscutible “no la ven” se utiliza como un modo de finalizar la discusión e imponer verdades.  Desde una afirmación del Presidente argentino actual o de un trabajador entrevistado volviendo a su casa en la Estación Constitución tiene valor de verdad cuando se asocia al sentido común, a lo “evidente” obvio, etc.

En ese imaginario, la realidad se ve, es “evidente”. Por ejemplo, se “ve” que el Estado no funciona, se “ve” que los hospitales o las escuelas no tienen clase. En esta perspectiva, debemos afirmar que distintos aspectos del Estado que no funcionan son consecuencia de la corrupción, de la malversación de impuestos y de la existencia de políticos que se han enriquecido con el aporte con nuestros impuestos y esto implica reducirlo.  En esa construcción ideológica el poder empobrecedor de la sociedad está concentrado en los representantes del pueblo, o sea la famosa “casta” política y no figuran quienes son, como diríamos en forma clásica, los dueños de los medios de producción: los generadores de precios, los bancos ni los empresarios, la especulación financiera, etc.

Dentro de la lógica de lo que “no se ve” –lo no evidente- la meta a realizar se pone en el pasado a diferencia del imaginario de la modernidad.  El orden y la felicidad estuvieron antes y allí tenemos que “ver”.  Nos debemos remitir a mitos fuertemente cuestionados por las investigaciones de la historia argentina, por la historia de los movimientos populares y sociales como los de una supuesta época dorada de la Argentina que nunca existió para el conjunto de sus habitantes, y que se construyó en el país del primer Centenario bajo Estado de sitio frente al aumento de movilizaciones obreras y llegada de inmigrantes muchos de ellos indeseados.

Un pasado inventado que si bien ocupó un lugar relevante en términos de PBI entre 1880 y 1914, la Argentina no fue -como suele afirmarse- el país más rico del mundo : se trataba más bien de una sociedad sin derechos laborales, con altos porcentajes de pobreza, hacinada en conventillos, atravesada por la miseria y hambre constituían el escenario de un capitalismo agroexportador, hoy además inimaginable en el contexto de las formas actuales de la economía capitalista internacional, dominada por grupos económicos concentrados, donde la economía digital ocupa un lugar determinante en el flujo financiero...

Qué significa que algún hecho de la realidad deba ser observado desde la lente del “sentido común”.  Cuando se instalan estas lentes para pensar la realidad y por qué una parte del periodismo mainstream y la política dominante los utiliza en momentos de imposición de políticas que imponen adaptación. Como señalaba el teórico social austríaco Alfred Schütz, el sentido común está distribuido socialmente en tanto cada individuo conoce sólo un sector del mundo y de un modo particular, marcado por la vida cotidiana, lo cual implica la suspensión de la duda. El sentido común tiene que ver con la rutina, ir a trabajar, llevar los chicos al colegio, hacer las compras, organizar la casa, que la vida transcurra y se reproduzca sin dificultades.

Es de sentido común, por ejemplo, tomar un colectivo para ir a trabajar. Si aparece una movilización que circula por la calle e interrumpe el tránsito, es de sentido común, poner un límite, establecer orden y que nuestro propósito pueda cumplirse.  En esta lógica, no hay lugar para interrogantes porque la reproducción de la vida cotidiana se interrumpe, no hay lugar para pensar porque hay gente que protesta y porque cobra planes sociales.   En la lógica de lo que se “ve” el razonamiento social se funda en que entorpece la circulación y no me deja ir a trabajar, no hay preguntas.

También en la lógica del sentido común se aplica un duro ajuste a las clases sociales que viven de la reproducción de su fuerza de trabajo y reciben un salario.  En un contexto de inflación anual y mensual los dos últimos meses, se alude a un país supuestamente rico hace más de 100 años atrás, cuando no existían leyes laborales ni sociales, no existía ningún horizonte de movilidad social pero esa riqueza seria la base para el mejoramiento de los niveles de consumo y mejores estándares de vida, teoría que fue cuestionada una y otra vez a lo largo de la historia de las sociedades capitalistas y más recientemente con los experimentos neoliberales... 

Este discurso reproducido una y mil veces por las élites dominantes y proyectos políticos neoliberales nunca tuvo consecuencias de bienestar y menos aún fue generador de derechos y procesos de igualación social.  En todo caso si hay crecimiento, debe haber políticas de intervención distributiva.  En ese sentido, el discurso político ideológico que se expresa en la frase “no la ven” apunta a no comprender los mecanismos de dominación social y económica de los sectores trabajadores crecientemente postergados.  Solo la revelación religiosa -otro mecanismo en ascenso que acompaña a la representación social y la creencia en “no la ven”- funda la lógica de implementación del sentido común como un modo de soportar la dureza del ajuste y la creciente desigualdad social que sostiene el discurso de la alianza político económica que gobierna la Argentina actual.