En la era de las redes sociales vemos viralizadas innumerables entrevistas a personas que justifican e incluso defienden ciertas políticas, aun cuando se ven perjudicadas por ellas. Una posible explicación de esto es la existencia de la disonancia cognitiva.

¿QUÉ ES LA DISONANCIA COGNITIVA?

En su libro Una teoría de la disonancia cognitiva, Leon Festinger la define como la incomodidad psicológica que surge cuando una persona sostiene creencias, ideas o valores contradictorios, o cuando su comportamiento entra en conflicto con sus creencias. Para reducir esta incomodidad, las personas tienden a modificar sus creencias, ignorar información contradictoria o racionalizar sus decisiones. La existencia de disonancia genera malestar psicológico y motiva al individuo a actuar en consecuencia. Cuanto mayor es la disonancia, mayor es la motivación para reducirla.

Aunque la pregunta inicial tiene múltiples causas, es posible esbozar una respuesta parcial desde este concepto: cómo reaccionan los ciudadanos ante una política pública que contradice sus valores, intereses o creencias previas.

EL CASO MILEI Y EL DÉFICIT CERO

La política económica de “déficit fiscal cero” del gobierno de Javier Milei tiene como objetivo la reducción del gasto público, el aumento de la recaudación y el equilibrio presupuestario. Esto implica un aumento de tarifas, reducción de gastos sociales, recorte del empleo público, y suspensión o disminución de inversiones en obra pública, salud, educación e investigación, entre otras. Esta serie de medidas genera malestar en sectores de la población cuyos valores, expectativas o condiciones materiales entran en tensión con la lógica de la medida.

Pese a esto, observamos casos de jubilados que vieron licuados sus ingresos, trabajadores en relación de dependencia con paritarias por debajo de la inflación, o empresarios golpeados por las tarifas y la caída del consumo, entre otros, que defienden y avalan estas medidas. Estos individuos buscan mantener una coherencia interna, por lo que cambian sus creencias, justifican sus acciones o buscan nueva información que apoye sus decisiones.

CÓMO OPERA LA DISONANCIA COGNITIVA Y LA INFLUENCIA DE LA NARRATIVA POLÍTICA

Un ciudadano que apoya una política que lo perjudica experimenta un malestar emocional o tensión interna por esta decisión que tomó. Para no sentir que se equivocó busca justificarse. Busca una coherencia interna debido a que cambiar de opinión puede parecer una traición a uno mismo. Operan también otros mecanismos mentales, como el sesgo de confirmación (buscamos información que confirme lo que ya creemos) y el miedo al cambio (la situación actual puede ser mala, pero la incertidumbre sobre lo que vendría puede ser peor).

La narrativa pública puede incidir en cómo los ciudadanos procesan la información, resignifican sus experiencias o modifican sus actitudes. Somos criaturas que necesitamos contar historias; las usamos para dar sentido y continuidad a nuestras experiencias.

Los distintos actores políticos —el gobierno y la oposición— pueden influir en los niveles de disonancia cognitiva de la población para lograr la aceptación o el rechazo de la medida. El gobierno, mediante su comunicación, busca resolver esta disonancia ofreciendo explicaciones consistentes e integrando la nueva realidad mediante distintas narrativas para reinterpretar el conflicto interno.

GOBIERNO Y OPOSICIÓN

Un claro ejemplo de esto es el eslogan “no hay plata”. Esta frase, que justifica los recortes como “inevitables” y “responsables”, minimiza la contradicción entre el sufrimiento actual y la expectativa de mejora futura. La culpabilización del gobierno anterior, asociada a palabras como “populistas”, “despilfarradores” o “corruptos”, tiene como objetivo redirigir la incomodidad hacia un enemigo externo. El enfoque técnico y el lenguaje económico especializado (riesgo país, consolidación fiscal, tasas reales positivas) brindan un marco de racionalidad y control, generando distancia emocional. El plan es comprendido solo por “los que saben”; los afectados resuelven la disonancia cambiando la interpretación de los hechos o modificando sus creencias y comportamientos. Gente que considera la universidad pública como una institución de calidad puede cambiar su creencia (racionalización) y apoyar los recortes educativos justificando que las universidades son corruptas y desvían fondos. Lo mismo sucede con los afectados que vieron sus ingresos erosionados por la recesión y falta de aumentos salariales. Mediante la justificación externa, culpando a la administración pasada, disminuye el conflicto interno. “Es culpa del gobierno anterior, este solo está haciendo lo que puede”, es una frase escuchada en muchos ámbitos.

La oposición, por su parte, intenta ampliar la disonancia resaltando la contradicción entre las creencias, intereses y valores de los ciudadanos y las consecuencias de la política de “déficit fiscal cero”. Una estrategia es resaltar las incoherencias entre las promesas de campaña y las acciones: “no iba a tocar la educación”, “el ajuste lo paga la casta y no los jubilados”, y las políticas reales (recortes presupuestarios a universidades, licuación de haberes previsionales). Otra estrategia es ponerle rostro humano a los afectados y amplificar sus voces. Los afectados y perjudicados son nuestros hijo/as universitarios, nuestros abuelo/as jubilados, los médicos que nos atienden diariamente y nos salvan frente a una emergencia. La oposición enmarca las medidas como injustas y crueles, aumentando la tensión moral en quienes se identifican con valores como la justicia y la igualdad. Su objetivo es desestabilizar el equilibrio psicológico interno.

Tal vez el mayor triunfo político no sea convencer a los convencidos, sino lograr que incluso los perjudicados justifiquen las medidas. Solo el tiempo dirá quién tiene éxito en imponer su relato y en ampliar o disminuir la disonancia cognitiva. Comprender esta propiedad de la psicología humana puede ayudarnos a explicar por qué, en ocasiones, defendemos políticas que atentan contra nuestros propios intereses. Es importante destacar que este fenómeno político es multicausal. La disonancia cognitiva puede ser una de las múltiples claves explicativas que ayuda a entender un aspecto individual del fenómeno. Interactúa con otras variables sociales, culturales, económicas e históricas que influyen en la toma de posición respecto a una política pública. En tiempos de fragmentación social e individualismo puede ser un buen punto de partida por donde empezar la reflexión.