¿Cuáles son los cálculos matemáticos que habrán hecho los creadores de la campaña del miedo? En especial, me refiero a los publicistas brasileños quienes, como se dijo hasta el cansancio, diseñaron y ejecutaron la campaña de Sergio Massa durante los últimos meses. Pueden conocer la política brasileña, más no la argentina actual. Amén de cuánto habrá sido lo que se llevaron en sus bolsillos, a la vista está que no se alcanzaron los resultados para los que fueron convocados. Puede que conozcan que el ser humano suele tener miedo (y angustia) y que ello puede ser impulsado y movilizado públicamente por el poder, aunque tal vez ellos hayan desconocido el guión cultural sobre el que se monta el miedo. En efecto, al ser cultural ese guión varía de cultura a cultura, una obviedad que el sociólogo Frank Furedi viene destacando desde hace algunas décadas. Lo anterior lleva a reflexionar dos cosas. La primera es que, seguramente, aquellos brasileños sí conocen el guión cultural que caracteriza al Brasil, pero no el argentino de estos días frenéticos. La segunda conclusión, por tanto, es que la campaña de Sergio Massa hubiese sido mejor que quedase en manos expertas argentinas, que conocen nuestra historia, más allá de las profundas transformaciones estructurales que, incluso, esos expertos -en parte- contribuyeron a manufacturar. Tal vez el resultado hubiera sido otro. Quién lo sabe, con el diario del lunes se puede decir cualquier cosa. 

Sin embargo, no puede negarse que un gobierno, como el que está terminando, que cometió desde el 10 de diciembre de 2019 un sinfín de errores (forzados y no forzados), tenía escasas chances de ganar el balotaje, a pesar de la sensación que quedó en el aire después del 22 de octubre. Sobre todo porque, si bien muchos electores votaron con las viejas (y no tan viejas) banderas, otros tantos lo hicieron con el "sentimiento" y la “pasión” de que era insoportable seguir profundizando un guión cultural de decadencia, aumento de la pobreza, visibilización de las luchas despiadadas de poder y de los pases mafiosos de facturas. Electores que también se encuentran en un país cuya crisis económica no tiene parangón en la historia y con una sensación real de inseguridad que crece día a día. Además de la estrategia brasileña, claro está, lo anterior es otra de las razones del triunfo de Javier Milei.

En esta lista de razones debería sumarse al ingeniero Mauricio Macri, del que no sabemos si previó todo con extrema claridad desde hace un tiempo (supongamos, principios de 2023 o ya desde antes) o si fue diseñando su estrategia según se fueron dando los hechos. Porque no cabe duda de que, así como Massa es el gran perdedor de esta elección, Macri es uno de los principales ganadores. Más allá de si su éxito político se debe a estar de acuerdo con las ideas y planes de gobierno del auto definido liberal libertario Milei o si fue un plan diseñado meticulosamente para el "segundo tiempo", la evidencia muestra que no apoyó a Rodríguez Larreta e, incluso, todo lo contrario, y que tampoco fue tan potente su apoyo a Patricia Bullrich, como sí lo fue con Milei. A lo mejor otro posible razonamiento por parte de Macri haya sido que en ese segundo tiempo tuviese un rol central otro jugador, una figura más joven y con más fortaleza que genere expectativas de cambio profundo en un equipo que se estaba por ir al descenso. 

Párrafo aparte merece que si a Massa -el 22 de octubre- el aparato peronista lo acompañó; es una obviedad decir que no lo hizo 19 de noviembre, que quizá deba ser declarado el día nacional de la traición. Y es que Massa hizo todo lo que los manuales políticos señalan que hay que hacer para vencer políticamente y ha mostrado expertise en ello; un detalle no menor es la pregunta sobre si previó o no la traición. Si no, no se explica -no obstante haya otras posibles explicaciones- cómo en las PASO, en las generales y en el balotaje el mapa argentino adquirió colores distintos. En las PASO del 13 de agosto y en el balotaje del 19 de noviembre el país se vistió de violeta, mientras que en las generales del 22 de octubre el celeste casi que cubre todo el país. Aquí cabe mencionar a gobernadores con capacidad de movilización electoral y también a los intendentes del Conurbano de Buenos Aires. En todos estos distritos, gran parte de ellos peronistas, los datos electorales muestran que no hicieron -salvo excepciones- todo lo posible para que Massa ganara, como sí lo hicieron cuando sus intereses particulares estuvieron en juego el 22 de octubre. La pregunta inevitable, así, es por qué no lo hicieron: ¿les conviene un gobierno de Milei o le pasaron facturas a alguien, en particular a Massa? Quizá sean ambas cosas a la vez. 

Para concluir, el mérito es de Milei que, como ya se ha dicho desde hace meses, ha sabido mimetizarse transversalmente con electores desesperados, angustiados y que, por tanto, desean un cambio profundo. Si esto último se realizará y las consecuencias que ello genere, se verá con el tiempo al adentrarnos más en la terra incognita. Pero también Milei (y Macri) derrotaron a los expertos publicistas brasileños de la campaña del miedo. Dicha campaña tuvo buenos resultados en Brasil hace poco tiempo en el balotaje entre Lula y Bolsonaro. Esto, que puede parecer anecdótico, tal vez nos esté hablando de algo más profundo. Cabe recordar que Guillermo O´Donnell, el gran politólogo argentino, en los años 80 al referirse a las diferencias culturales y estructurales entre Argentina y Brasil, realizó importantes señalamientos. Mientras que en Argentina quienes más bajo se encuentran en la escala social ante una "orden" de alguien que se encuentra por "arriba", dicen "¿Y a mí, qué me importa?" demostrando la insumisión, eso no era así en Brasil por aquellos años. Sumisos, los brasileños acataban las órdenes agachando la cabeza. ¿Sigue siendo así después del primer gobierno de Lula? Cabe pensar que noy, entonces, los publicistas brasileños pensaron en ello para derrotar a Bolsonaro en la urnas para que Lula volviera al poder. Aunque pareciera ser que no percibieron que en Argentina quienes dijeron “¿Y a mí, quéme importa? fueron Milei (durante estos últimos años, especialmente en el debate), sus seguidores y quienes lo votaron, desmontando toda una maquinaria de poder que huele vientos de cambio.