¨Todo lo que nos ocurre, incluso las humillaciones, las desventuras, los bochornos, todo nos es dado como material, o como arcilla, para que modelemos nuestro arte¨, expresó Jorge Luis Borges en una de sus frases casi pesimista. Hoy Argentina, transita momentos muy difíciles donde las desventuras y los bochornos son moneda corriente.

Estamos frente a un modelo agotado, que sin querer el pueblo ha convalidado ya varias veces, aquí no estaría bien usada la frase que manifiesta ¨el pueblo nunca se equivoca¨, sino debiéramos construir una frase que exponga ¨el pueblo es el único que tiene derecho a equivocarse¨, de eso se trata la democracia.

Este populismo disfrazado de peronismo, demuestra día tras día sus fracasos y sus peores resultados. Este espacio se convirtió en una máquina de generar pobres que utiliza como argumento que siempre la culpa es del otro, tristemente, la realidad supera la narrativa K.

Al conocerse los datos del segundo semestre de 2022 sobre la pobreza, el amargo porcentaje del 39,2 pone de manifiesto que mas de 18 millones de argentinos están sumergidos en la pobreza, de los cuales más de 3 millones (8,1%) no llegan a comer lo mínimo indispensable encontrándose bajo la línea de la indigencia. Entonces, el interrogante que cabe es ¿Qué nos pasó?.

Nos pasó un aluvión de malas decisiones tras malas decisiones. En estos 40 años de democracia toda la dirigencia política en general debe hacerse un replanteo, pero en particular este neoperonismo que en nombre de la justicia social sigue generando pobres e injusticias.

Enfrentamos un sistema previsional donde sólo el 30% de sus jubilados lo ha hecho cumpliendo aportes y requisitos. Mas de 30 millones de cheques del estado salen de las arcas fundidas mes a mes. Riesgo país en las nubes más de 2500 puntos, mientras nuestros vecinos de Brasil registran 268 puntos o Chile apenas 160. La inflación vuela a ritmo sostenido y vamos a tener otro año de 3 dígitos, si, otra interanual superando los 100 por ciento.

Como en el tango Cambalache intentan mezclar la pobreza con la delincuencia, es decir, le echan la culpa a los pobres por el accionar de los que delinquen. Así, es como la droga se apodera de las calles, y su máxima expresión son Rosario o el conurbano bonaerense. El caso del colectivero, Pedro Daniel Barrientos, fue una gota que derramó un vaso: el de la desidia.

La gente desbordada por la incapacidad de sus gobernantes, en este caso, en la provincia de Buenos Aires quiere calmar su desazón con una respuesta violenta, que para nada justifica lo que  ha sucedido. Sin duda, el estado de frustración, desprotección y desesperación de los bonaerenses los pone en pie de lucha.

Al final del día, si deseamos que la gente siga creyendo en el Estado de Derecho y en la mayoría de la dirigencia política, debemos de una vez por todas ponernos todos juntos la camiseta. Hacer un gran pacto y dar respuestas frente a los problemas más acuciantes y crónicos de la Argentina: pobreza e inseguridad, debe ser inequívoca, intensa y duradera. La Argentina no esta al borde, ya entró a un ataque de nervios; la tensión social conlleva a la fata de paciencia. Por eso condeno la violencia y también condeno la desprotección del Estado, por eso cito a Borges y coincido en que: ¨he sospechado alguna vez que la única cosa sin misterio es la felicidad, porque se justifica por sí sola¨. Que así, sea.