Javier Milei dio un cimbronazo electoral. Electrificó a todos los actores de la partida porque pudo cristalizar en el plano electoral la “tercera posición” que había logrado en el plano del debate político incorporando a la agenda temas como la dolarización, la ofensiva contra la “casta” y la reducción de impuestos.

La Libertad Avanza tuvo volúmenes electorales muy importantes en las provincias del interior del país en las cuales fue la fuerza más votada como en Córdoba, que obtuvo el 33,61%; Mendoza con 44,8% en Mendoza; Santa Fe con 35,19% y Tucumán  con el 35,95%. En la provincia de Buenos Aires, por otro lado, fue tercera fuerza y cosechó el 24,52%, mientras que en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires logró el 17,77%. A partir de este respaldo, Javier Milei define un escenario de tres candidaturas que disputan una carrera para ampliar su base electoral de cara al 22 de octubre, buscando entrar al ballotage.

Sin embargo, de esas tres candidaturas, dos aparecen como claramente contrapuestas y, por lo tanto, con mayor capacidad de maniobra para ampliar porciones del electorado que les fueron esquivos: Javier Milei y Sergio Massa. Patricia Bullrich por ahora aparece con un margen de maniobra más restringido, porque si busca crecer hacia el centro se encuentra con Sergio Massa y si va hacia una posición más radicalizada está Javier Milei quien ya dijo que ella es solo una “copia”.

Javier Milei despliega casi una cadena nacional, con declaraciones y presencia en los medios, que buscar consolidar la gran elección de las PASO y de cara a las presidenciales captar los votos del electorado que se abstuvo y de Patricia Bullrich. Los guiños entre Macri y Milei como una fuerza confluente le abre esta puerta. De lograrlo, con poco podría asegurarse un lugar en el ballotage, pero una situación tan inestable como la actual no es para confiarse.

Lo importante para Patricia Bullrich es no desperfilarse en el sinuoso camino de soy lo mismo pero con “racionalidad”, sin que ese camino del medio en el plano electoral se corresponda a un centro ideológico. Su campo de maniobra son los votantes de Larreta, el electorado que se abstuvo y aquellos que votaron a Javier Milei. Son dos polos que se atraen y se repelen, y ese es un juego peligroso.

Sergio Massa en su doble rol de Ministro de Economía y candidato a presidente tiene en frente un desafío mayor que en las PASO: generar con acciones concretas un cambio en las expectativas negativas que tiene un importante sector del electorado sobre la economía, en un contexto de mucha vulnerabilidad macroeconómica. La devaluación posterior a las PASO puede conducir al camino contrario, aunque el desembolso de los fondos del FMI quizás pueda calmar la presión sobre el tipo de cambio. Pero ahora, que se supone ya pasó lo peor, Massa tiene 60 días hasta octubre para tomar medidas de “emergencia” que contengan los efectos inflacionarios sobre las expectativas populares. Todo el electorado estará pendiente de las novedades en materia económica de las próximas semanas.

Un rumbo de recomposición moderada de las expectativas mostraría un perfil de liderazgo y pericia en contextos de crisis que no se encuentra en los zigzagueos económicos de Patricia Bullrich, ni en la todavía probada capacidad de gestión de Javier Milei. Sus chances para un ballotage serían las de aquel que, desde atrás (pero a poca distancia) no tiene otra opción que acelerar en el “sprint” final hacia las presidenciales.