No sé qué hora es, ni me interesa 

Acá siempre son cuatro y veinte y estamos de la cabeza

 Con simpleza, birra barata y mala en lata más la planta santa esa 

La que calma el cuerpo y te lo desestreza

Wos

¿De qué se trata esa forma de cantar extraña, con palabras con significados desconocidos, que nos dicen de los imaginarios juveniles del presente? ¿Cuál es la música juvenil hoy?, ¿es música?, ¿cómo se hace...? De qué habla. Por qué quienes participamos activamente de los sonidos juveniles de la cultura juvenil de hace unas décadas atrás “nos hace ruido”. ¿Quiénes son esos jóvenes de sectores populares/marginales tan exitosos que ya no tocan la guitarra o el piano, ni componen poesía, pero si los percibimos como jóvenes creativos, que generan rimas increíbles en sus letras, al estilo del rap,  su música tiene una base rítmica al estilo reggaetón y sus nombres son abreviaturas o juegos del lenguaje que evocan efectos de la digitalización?  Nombres como L Gante, Bzrrap, Trueno, Wos, Quevedo, Duki, casi como palabras tales ATR, 24/7 dan cuenta de otro universo de sentido cultural.  ¿Eso implica decadencia, deterioro,  algo nuevo… ¿De qué fenómenos da cuenta?

En estos días Mick Jagger, icono y líder de una banda de rock, la más significativa y duradera, cumplió 80 años. Sin embargo, hace aproximadamente cuatro décadas que la música que identifica a los jóvenes ya no es el rock.  A fines de los sesenta y durante los años setenta, tanto en los países centrales como periféricos, el rock fue un símbolo de emergencia de la cultura juvenil.  Una cultura que apareció como disconforme, como imagen de crítica cultural a la sociedad conservadora, pacata post años 50 centrada en la adquisición de bienes de consumo.  En ese imaginario de crítica a la familia, a la vida regulada por el trabajo y sin sorpresas, orientada al consumo y a la previsibilidad, se constituyó la cultura del rock y en nuestros horizontes, el llamado rock nacional.  Canciones como las de Manal: “No pibe” (1969), Tanguito/Spinetta “Amor de primavera” en (1970 ), Mañanas Campestres (Arco Iris, 1973),  Sui Generis (1973-1976) entre otras, fueron emblemas de nuevas búsquedas, estilos de vida y desnaturalización de la sociedad de consumo. Ya en los 80 y en un momento sumamente creativo como fue la transición a la democracia, aparece más el cuerpo en escena, la teatralización, performance y en forma creciente la cuestión de género con Virus, Viudas Hijas del rock, entre otros.  El rock comenzó siendo contracultural y luego por la lógica de la industria cultural se convirtió en un elemento más del sistema, los músicos de rock fueron estrellas de rock.  De hecho, muchas figuras de este estilo musical fueron emblemáticas en distintos países de latinoamericana.  Se escuchaba con mucha frecuencia música de Charly García, Spinetta y Cerati en diversas capitales de nuestro continente.

Con los procesos crecientes de globalización fueron circulando otros sonidos musicales como fuentes de identificación, señaladores  de nuevos  procesos  sociales asociados al reconocimiento de la diversidad cultural, nuevas migraciones, a la vez que al crecimiento de la desigualdad, el debilitamiento del imaginario de la movilidad social y utopías comunitarias que primaban  en  los años sesenta.

SEXO, DROGAS Y TRAP...

Ya hacia los ochenta/noventa, la identidad juvenil no se asocia a sectores medios críticos de la sociedad de consumo sino que aparecen en escena jóvenes desplazados por los procesos de desindustrialización, desocupados, más bien marginales y emergentes de un mundo crecientemente desigual con cuerpos intervenidos por piercing y tatuajes.

Se pasó al rock chabón y en nuestras tierras comenzó a generarse un rap del conurbano. La cultura hip hop -a través de los video clips del rap- son un claro ejemplo de una identidad juvenil que se constituye en la calle.  Los adolescentes y jóvenes ya no encuentran un lugar en el mundo instituido no creen en la movilidad social a través del esfuerzo. Son ricos o pobres, se perciben y son nuevos excluidos. En los últimos 5 años se expande el trap, una derivación del rap y combinación con la rítmica del reggaeton, siendo el género más escuchado por los adolescentes y jóvenes.   Esta música no es solo muy diferente del rock por el contenido y la sonoridad sino también por la forma de producirse.  Ya con el rap, ya no son los instrumentos musicales los medios a partir de los cuales se compone música sino que se mezcla y produce sonido a través de consolas, y computadoras. El modo de producir música ya es tema de otro artículo, pero lo que nos interesa dar cuenta aquí es acerca de la nueva cultura juvenil que expresa un orden y horizonte social muy distinto al que correspondía al mundo del rock.  A diferencia del rock, los músicos de trap hacen una exaltación del consumo y de las marcas de lujo, autos, cadenas, anillos, hoteles, ropa; esas marcas es lo que da a las personas un lugar en la sociedad. Ya no importaría una ética, la dignidad, la cultura del trabajo o disciplina cotidiana, la libertad como valor,  sino tener esos objetos para gozar del instante. Podemos hablar de un trap que habla de relaciones tóxicas con un tono emocional homofóbico, casi bestial, derivado de las letras del reggaeton,  también hay un trap que reclama inclusión en un mundo de desiguales (lujos varios como autos, relojes y ropas de marca, no obtenido por el trabajo precisamente) y otro de denuncia y critica al orden social, más minoritario. En general los músicos de trap son jóvenes creativos de clases bien periféricas y sus letras no son de denuncia social ni de alusión a derechos sociales, sino que están atravesadas por una percepción de inmutabilidad del tiempo, del lugar y una absoluta desesperanza.