Después de la alegría que dejó el mundial a finales del año 2022, el comienzo de un año electoral comenzaba a ver un poco de luz entre tanta oscuridad. Principalmente, para el Frente de Todos que en las primeras encuestas nacionales del año 2023 lo mostraban repuntando. Nos encontrábamos con el oficialismo con 4 puntos por encima de la alianza Juntos por el Cambio después de mucho tiempo.

Pero, una vez más, el gobierno oficialista no supo mantenerse en la ola demasiado tiempo. La mejora en su percepción y la temática alrededor de la victoria mundialista, de la icónica frase “nos volvimos a ilusionar”, capitalizando la idea de trabajo en equipo y la conducción de un líder místico como Messi no consiguieron la apropiación suficiente para crear un nuevo relato y mantener la emocionalidad y felicidad creada alrededor de la gran victoria mundialista.

Y dejando este episodio en el pasado - por ahora- lo que venimos observando es como una mejor percepción generalizada de la ciudadanía con el oficialismo llevó a los posibles candidatos presidenciales a levantar la cabeza a intentar apropiarse de esta mejora para consolidarse como los líderes que la ciudadanía - y su espacio- necesita.

Algo que no comenzó ni a despegar antes de caerse. Porque una vez más salieron a relucir los celos, las indirectas y los conflictos entre los referentes del Kirchnerismo, los y las defensoras del Albertismo, y el mutismo de la Vicepresidenta con respecto a su presencia en alguna lista oficial.

En la última interna vimos a Wado de Pedro en medio de la tormenta al no haber sido invitado a la comitiva que viajó a Brasil. Seguido del dardo de la ministra Victoria Tolosa, defendiendo la decisión del Presidente. Tensión que redujo el mismo Wado con un tuit antes que la confrontación siguiera escalando.

Esta escena no debería llamarnos demasiado la atención porque ya sabemos que no fue la primera ni será la última. Es un episodio más de una película que no termina más. O quizás sí. Habrá que seguir asistiendo como se desenvuelve la trama política de Argentina. Pero sí podemos afirmar que hasta ahora la coalición de gobierno fue y seguirá subsistiendo bajo la tensión constante.

Y ahora van camino a enfrentar un gran desafío. Como se plantean y ordenan frente a las elecciones presidenciales. ¿Serán un frente “unido” que apelará a la unidad que tanto les costó mantener estos tres años? ¿O se arriesgará a perder el gobierno nacional separarse y cada uno ir en la búsqueda de su propio capital político?

Son preguntas que como politóloga aún no tengo las respuestas. Solo sigo los movimientos que se hacen y como otros colegas analizamos posibles escenarios que se desarrollen. Lo que sí es una realidad es que en el oficialismo nacional no hay precandidatos definidos. ¿Falta de consenso, lucha de poder o estrategia electoral? Lo sabremos con el tiempo.

Lo que observamos hasta ahora, son aquellos posibles escenarios que se van desarrollando en el oficialismo. Por un lado, la unidad de algunos gobernadores vinculados al norte grande y la liga de gobernadores llevando una mesa de consenso federal, apuntan a Manzur y Capitanich como su candidatos, aunque también saben que más del 40 % del padrón electoral está en Buenos Aires (37%) y Capital Federal (7%); y estos territorios son los que suelen determinar la negociación final de candidaturas presidenciales.

Además los gobernadores conviven con un supuesto respaldo al Presidente pero no lo suficiente como para sacrificar sus provincias, motivo por el cual la mayoría adelantaron las elecciones provinciales para provincializar sus campañas antes de salir en defensa de la gestión nacional después de las PASO.

También entran en la disputa el ala Kirchnerista más dura que posiciona a Wado de Pedro y Máximo Kirchner acompañados de Axel Kicillof, actual gobernador de la provincia de Buenos Aires, con una reelección por delante. Que además trabajan en  cercanía  con los municipios de la provincia.

Como así también un Presidente que se anima y no a hablar de su reelección. Arma una mesa política en miras a la elección pero no por decisión sino obligación. Entiende que la tradición política lo llevaría a ir por una reelección - como su deseo personal - pero en su caso han sido demasiado desaciertos y poco poder político para arriesgarse. Y aunque lo desea no se atreve. Lo que sí tiene en claro es que su poder de daño hacia su propio espacio como primer mandatario puede ser muy potente. Y juega sus cartas cada tanto.

Y por último, pero no menos importante, tenemos al súper ministro. Sergio Massa, quien dice que no aspira a una candidatura presidencial pero es quien mejor capitaliza cada decisión y cambio en su ministerio. Es quien consigue relacionarse de un lado y del otro de la grieta. Es a quien el kirchnerismo le da libertades o mira para otro lado cuando no coinciden en sus decisiones pero se las respetan y no atacan.  Quien tiene el vínculo con los empresarios, el campo y Estados Unidos. Y quién sigue creciendo en las encuestas.

EL PANORAMA POLÍTICO ELECTORAL ES MUY AMBIGUO AÚN

Lo que sí está definido es el cronograma electoral. El 24 de junio se cierra la presentación de los candidatos nacionales que competirán. Y para esta fecha se habrá definido quiénes serán los candidatos presidenciales.

Mientras seguiremos viendo una política de tensión, indirectas y diferentes estrategias personales que buscarán ser la mejor opción peronista y de Juntos por el cambio para la contienda electoral. La única certeza que podemos tener es que será una elección muy reñida. No habrá grandes ganadores con diferencias abismales. Es una elección en donde las estrategias deberán ir acompañando cada movimiento en el escenario político, de los propios, rivales y adversarios. Y principalmente en donde el que confíe en su espacio ciegamente y que tiene asegurado los resultados electorales para su victoria estará equivocado.

Y aquí me gustaría detenerme en que por más que hayan grandes internas y desacuerdos, el peronismo fue y siempre será orgánico. Una vez que se determine quiénes serán los candidatos a presidente y vice, se ordenarán y acompañaran. Con más o menos  incentivos pero lo harán. A diferencia de Juntos por el Cambio que les resulta mucho más difícil acompañar cuando no obtiene el cargo ganador.

Lo que sí tiene la oposición a favor es que sus precandidatos están definidos. Ahora compiten por el visto bueno de Mauricio Macri para que designe al elegido mientras viajan al sur y recorren el país. La gran disputa está concentrada en Horacio Larreta y Patricia Bullrich. Si bien hay nombres del radicalismo no cuentan ni con la imagen suficiente ni el caudal de votos para disputar ese primer lugar. Pero la oposición la analizaremos en otro momento.

Y por último, un Milei que va perdiendo protagonismo pero sigue siendo un outsider con un discurso anti política que capta el interés de una parte importante del electorado. Y entiende su juego. No tiene los suficientes votos para ganar una elección pero si puede dispersar y partir el voto opositor. Siendo un riesgo para la oposición.

Este  es el panorama nacional al que nos enfrentamos en este año que recién inicia. A esta altura las narrativas ya no se sostienen sin hechos. Y las complejidades que atraviesan y acumulan los argentinos en estos últimos años deja la contienda electoral en un escenario sumamente imprevisible. En donde cualquier paso en falso, del FDT o de JXC puede significar su derrota.