¿Qué significa la alusión reiterada y descalificadora contra la ley del aborto del Presidente de la Nación y diputados del partido gobernante? ¿Por qué cuestionan insistentemente la ley del matrimonio igualitario y expresan públicamente prejuicios en torno a la comunidad homosexual con tono similar a los que se hacían en la Alemania nazi? ¿Por qué se persigue al campo cultural, en particular cine y teatro, a las ciencias sociales y a las humanidades? Los signos culturales de la Modernidad tanto a nivel cultural como subjetivo parecen entorpecer el proyecto político económico de la derecha radical.  Así es como junto a figuras centrales de la dinámica del nuevo capitalismo de plataformas como Elon Musk, dueño de Tesla, Starlink (plataforma de streaming)  y X (ex Twitter) en el exterior y como Marcos Galperin propietario de Mercado Libre en la Argentina, conviven con declaraciones de la vicepresidente Victoria Villaruel, la ministra de relaciones exteriores Diana Mondino, diputada Lilia Lemoine o el diputado Bertie Benegas Lynch. ¿Se contradicen?

Volver a ser “El país más rico del mundo” en un futuro indeterminado es una de las muletillas hiperutilizadas -“esperanzadoras”- en el discurso de Milei para fundamentar y entusiasmar a una sociedad golpeada por el deterioro salarial, la inflación, el cepo, el deterioro de la acción pública estatal y las consecuencias de las políticas de ajuste (desempleo, aumento de tarifas, eliminación de servicios de transporte público). Si bien la Argentina agroexportadora idealizada ocupaba un lugar importante en las economías mundiales, los estudios indican que no fue el país más rico del mundo. Y en todo caso se debe complementar esa seudo afirmación con lo que ocurría en otros órdenes sociales y culturales. Si bien había estabilidad política, esta se lograba con fraude electoral, estado de sitio, persecución de los anarquistas y la implantación de la ley de Residencia, etc.  Los historiadores denominan el periodo 1880-1916 como el orden conservador.   Mientras los derechos laborales y sociales de las masas estaban ausentes de la acción política pública, la oligarquía y sus intelectuales legitimaron el orden político conservador mediante el discurso criollista.  Asi instalaron la imagen del gaucho del campo como símbolo de lo nacional en contraposición al extranjero, anarquista que venía a destruir el ser nacional en el ámbito urbano

Otra escena muy repetida en sus apariciones públicas es la del presidente, profesor de Economía. Tanto en escenas nacionales como internacionales reitera la práctica de enumerar una cantidad importante de autores de teoría económica liberal y clásica, que la mayoría de su auditorio desconoce, para luego descalificar a la teoría marxista de la economía de un plumazo sin demasiados argumentos. El recurso de la figura del presidente intelectual constituye una instancia de autoridad para justificar la profundidad del ajuste que está encarando en la Argentina: despidos, aumento del desempleo, recesión económica, cierres de entidades culturales públicas, crecimiento de la marginalidad social, aumento de comedores escolares. Lograr el bienestar de la sociedad argentina, arrojada al incremento paulatino de la desigualdad social, dificultades de sostener estudios terciarios y universitarios, pérdida de oportunidades de movilidad social y al imperio del individualismo, solo será posible a partir del ajuste de cuentas fiscales, aumento de tarifas, apertura de las importaciones y la llegada de capitales del exterior

Sin embargo, observamos que a pesar del énfasis que el discurso libertario coloca en la economía y en el papel causal determinante del bienestar futuro en el ajuste de cuentas fiscales, consecuencias solo resueltas a través del capital privado que se espera “caiga del cielo”, el discurso socio cultural de tono conservador ocupa un papel relevante tanto en sus intervenciones como en las de su equipo de trabajo.

A diferencia de otros momentos de la historia argentina cuando se pretendió retornar a un discurso conservador, antimoderno, crítico con las libertades individuales y culturales (los cuales se apoyaron en golpes militares: 1930, 1943, 1966 o 1976), el retorno de este orden conservador se proclama en el marco de las reglas del juego democrático y de otro momento histórico de la humanidad.

Sabemos que para la consolidación de un poder son importantes los rituales, las ceremonias, las fiestas, los homenajes, los recuerdos, valores y este gobierno en particular parece tenerlo muy presente. En ese sentido es evidente que la identidad de este experimento libertario no se sostiene por el ajuste, sino que se define excluyendo/prohibiendo, estableciendo diversos peligros externos, “lo público”, el Estado, se ataca el lenguaje, la libertad de los cuerpos. Es habitual que gobiernos que perciben cierta debilidad en su autoridad por crisis económica, y temen ser cuestionados se apoyen en acciones culturales discursivas para legitimarse y fortalecerse. Observamos, como en los años de las dos últimas dictaduras militares, aunque también presente en las anteriores, una obsesión con el comunismo, “los zurdos”, la cultura. En esa alusión a la última dictadura militar no se menciona el plan de transformación de la matriz económico social argentina promovida por el plan económico de Martínez de Hoz, la apertura de las importaciones, el paulatino proceso de desindustrialización etc. causante de los problemas sociales que siguen aquejando a la sociedad argentina

No desconocemos la importancia que tiene para figuras como Villarruel y Mondino de profunda convicción católica ultramontana, el rechazo de la ley del aborto. Notable la obsesión con el tema, porque ninguna de las dos funcionarias cumplió el mandato establecido de formar una familia en el sentido tradicional.  Pero nos preguntamos Milei ¿por qué insiste en ese tema una y otra vez, hasta en la presentación de su libro?

Una clave la podemos encontrar en las afirmaciones reiteradas de su empresario estrella internacional Elon Musk de quien notamos que, además de mandar a otros a invertir en la Argentina sin incluirse, ha reiterado en varias ocasiones que la población mundial debe crecer.   En ese contexto Musk afirma: “No se trata de invertir y generar emprendimientos sino apostar a un proyecto demográfico sino, todo lo que hagamos no tendrá sentido”. Pensamos que en esta frase encontremos la clave de la muletilla antiabortera del Presidente: aumentar la población mundial y, en este caso, el crecimiento de la población de la nación argentina ofrecerá masas en disponibilidad para explotar.