EL GLOBO POST PANDEMIA

¿Cómo pensamos al mundo actual? ¿Realmente cambiaron las cosas? ¿Somos ciudadanos de un nuevo orden global? Sin dudas la respuesta a la primera y segunda pregunta pueden encontrar alguna respuesta en los paradigmas de las relaciones internacionales contemporáneas; el tercer interrogante necesita más tiempo. Para que esta columna no se convierta en un análisis teórico, sólo basta decir que la estructura internacional es la trama de interrelaciones entre los actores internacional, y desde ya anticipo que no hablamos sólo de países. La estructura contempla una extensión espacial, una diversificación de vínculos, una estratificación jerárquica de poder, un sistema más o menos polarizado, más o menos homogéneo y más o menos institucionalizado. 

Un teórico internacionalista supo referir una frase vinculada a que la anarquía mundial era aquello que los Estados hicieran de ella. Creo que este burdo citado de Wendt no puede ser más vigente. Durante los períodos de cierre de frontera, el sistema internacional fue anárquico. Nadie pensaba en el vecino, todos eran enemigos y se despertaron los intereses egoístas de los Estados por su supervivencia.

Antes de la pandemia discutíamos un nuevo bipolarismo, la guerra comercial China-USA. En la pandemia, China tomó la iniciativa y transformó el sistema neocolonialista tradicional de la infraestructura y el crédito, por apoyos científicos, vacunas e insumos de salud. La cooperación Sur-Sur tan necesitada de estos insumos para afrontar una pandemia que pegaba en sus espacios de menor inversión pública, tomó cada ayuda china como si fuera una fe ciega a un nuevo poder. El gobierno norteamericano cambió y los vínculos se suavizaron.

LA MESA INTERNACIONAL YA NO TIENE DOS PATAS, SINO TRES O MÁS

Cuando todavía estábamos recuperando la confianza y pensando en cómo solucionar el tema Siria, un nuevo/viejo actor despertó sus tradicionales deseos expansionistas. La emergencia de una Rusia expansionista despertó grandes problemas que permanecían dormidos. Casi cómo una remake del Orden Mundial actual, Rusia decidió participar de la discusión sino-norteamericana y para poder obtener un lugar recurrió a un casi mítico esquema de acción. Putin realizó el accionar que todo politólogo internacional viene negando casi como un mantra sobre Eurasia, Rusia un día invadió Ucrania. Los fantasmas de la Guerra Fría emergieron como en una casa embrujada y Europa reaccionó con sanciones. 

Entre silbidos, Scorpion supo decir “Recuerdos lejanos están enterrados en el pasado, para siempre”. Pero estos vientos de cambio volvieron a virar y vienen del Este. En el campo se dice que el viento del este trae agua como peste. Y tras la peste pandémica, nuevamente la guerra nos asola. Rusia pateó el tablero, la mesa sumó nuevos actores y despertó algunos abuelos dormidos. OTAN, el Consejo de Seguridad y los miedos de la agresión internacional volvieron a replantear los esquemas estructurales. 

¿DÓNDE ANDA LA NACIÓN MÁS AUSTRAL?

Nuestra casa natal no resultó ajena ni a la pandemia, ni a los cambios de la estructura internacional. Los vínculos con China se intensificaron, pero la necesidad de negociar con el FMI nos obligó a equilibrar y volvernos neutrales. Por la vía pública, la secuencia de errores de expresión del Jefe de Estado y de su cuerpo diplomático ha generado múltiples momentos de tensión. A nivel internacional ya no tenemos tanta presencia en el G20, quizás porque ni el G20 ya lo tiene tampoco.

Sobre el rol argentino en un mundo en crisis alimentaria y económica producto de la guerra de Ucrania, mucho queda por decir. En tres líneas de análisis, Argentina podría ser hoy el gran proveedor de alimentos y la potencia media que siempre deseó, pero se priorizó la política interna. La crisis económica interna conjuntamente con la internacional, no ofrece muchas opciones, o no se las están observando. El segundo eje transcendental es la idea política de una nueva estructura y anarquía internacional “pro-este”, que choca con una necesidad de negociación con uno de los pilares del capitalismo norteamericano, el FMI. Un tercer elemento y quizás el menos analizado, son los mecanismos de vinculación internacional que presentan nuevos nichos, dónde Argentina no ha encontrado el suyo. Hoy el país no presenta una intención de jugar en el tablero internacional, sino de presencia regional y hasta de visión interna. 

Argentina, la nación más austral, no sólo hoy está lejos geográficamente de donde se toman las decisiones; sino que ha decidido trabajar en el ámbito interno. Las reacciones y apoyos en foros internacionales a Rusia, China y otros Estados controversiales, así como confrontar con USA, son esporádicas y bastante cargadas de una escasa valoración de daños futuros. 

El mundo se transformó, resurgieron viejos problemas, pero sin dudas es otro. El Orden Mundial no sé si es nuevo, pero está transformado. Los espacios de decisión regresaron a los estados más poderosos. La región austral hoy no juega en grandes tableros, se encuentra trabajando en la mesa regional. ¿Habrá nuevos cambios pronto? Veremos qué pasa con el BID y con las sanciones rusas, pero eso es para otra columna.