Elecciones intermedias: entre la Provincia y la Nación
Un rápido análisis de los datos electorales en la relación entre la Provincia de Buenos Aires y la Nación, desde la recuperación democrática hasta la actualidad, nos muestra continuidades y rupturas que vale la pena tener en cuenta frente a los comicios que se llevarán a cabo este año.
Mientras los dirigentes políticos están febrilmente enfrascados en la menuda tarea de hilvanar alianzas, enlistar candidaturas y definir estrategias de campaña, vamos a despuntar el vicio recorriendo algunos pocos números en la relación electoral entre la Provincia de Buenos Aires y la Nación. Estas cifras no son desconocidas para nadie, pero cuando las agrupamos y alineamos de cierta manera ofrecen alguna que otra tendencia reveladora.
El asunto puede verse de muchos modos pero aquí elijo nada más que dos vectores de observación. Para decirlo gráficamente, una flecha va de “arriba para abajo” y la otra marcha de “abajo para arriba”.
La primera ruta desciende de lo nacional a lo provincial y puede resumirse en la siguiente cuestión: ¿Cómo le fue a la fuerza política que gobernaba en la Nación a la hora de competir –ese mismo año- en las elecciones intermedias en la Provincia de Buenos Aires?
Desde 1983 hasta el año 2021 hubo 11 elecciones nacionales intermedias (completaremos la docena este año). En 6 de ellas ganó una fuerza diferente a la que en ese momento gobernaba a nivel nacional, mientras que en 5 ocasiones se repitió la misma fuerza en ambos niveles (Nación y Provincia de Buenos Aires).
Con un poco más de detalle, cuando a nivel nacional gobernaba una fuerza peronista, las elecciones intermedias en la provincia las ganó en 4 ocasiones: o bien una corriente política diferente (1997, 2009, 2021) o bien una fracción peronista disidente del oficialismo nacional (2013). Por otro lado, en tres oportunidades ganó en el territorio bonaerense el mismo sector peronista que detentaba el sillón de Rivadavia (1991, 1993 y 2005).
Cuando a nivel nacional gobernaba una fuerza no-peronista (me disculpo por la negatividad de la adscripción…), en las cuatro ocasiones que esa facción concurrió a elecciones intermedias el resultado obtenido fue más parejo: en dos oportunidades ganó la misma fuerza (UCR en 1985 y Cambiemos en 2017), mientras que en otras dos ocasiones el oficialismo nacional perdió en la Provincia de Buenos Aires (UCR en 1987 y la Alianza en 2001).
Es claro que con estos datos a nivel muy agregado se pasan por alto matices políticos dignos de consideración, que no podemos discutir aquí. Por ejemplo, en la elección de 2009, la coalición liderada por Francisco de Narváez (Unión-PRO) triunfó con el 34,58 % por sobre el 32,11 % del Frente Justicialista para la Victoria, capitaneado por Néstor Kirchner. Pero un elemento relevante a tener en cuenta es que una parte nada desdeñable del peronismo bonaerense “disidente” –con el ex gobernador Felipe Solá a la cabeza- se alineó con Macri y de Narváez para derrotar al oficialismo kirchnerista.
En resumen, a golpe de vista la cosa se ve pareja en la dirección que va de la Nación a la Provincia, sin una tendencia definida, en la sumatoria total (seis para una fuerza diferente; cinco para el mismo signo político). No obstante, la pauta de agrupamiento temporal nos revela un mapa desigual: mientras en la primera década democrática (1983-1993) tienden a predominar los oficialismos nacionales, desde mediados de la década del ’90 para acá, se observa una mayor predominancia de fuerzas políticas contrapuestas a la que gobierna en el ámbito nacional. En octubre sabremos en qué columna tendremos que anotar los resultados de las elecciones por venir.
Ahora bien, cuando invertimos el punto de observación y desplazamos levemente el eje temporal, la segunda ruta de análisis nos ofrece un panorama diferente, que sigue algunos patrones políticos claramente estructurados. Mirando las cosas de manera ascendente, de “abajo hacia arriba”, desde lo provincial a lo nacional, ahora nuestra pregunta ordenadora es la siguiente: ¿Cómo le fue a la fuerza política o al candidato/a que ganó en la elección intermedia en la Provincia de Buenos Aires cuando le tocó competir en la elección presidencial siguiente? Luego veremos que la distinción es importante.
En este caso, observamos dos segmentos temporales con direcciones disímiles en relación con las fuerzas políticas, pero por debajo de esas diferencias encontramos una curiosa continuidad –a nivel dirigencial- que tiene una sola excepción. A ver si me explico.
En un primer bloque de veinte años (1987-2007), la fuerza política que gana en la Provincia luego gana en la Nación. En tal sentido, el peronismo renovador que ganó en 1987 repitió el triunfo a nivel nacional en 1989, aunque fue alcanzado por la larga y oscura mano de la “maldición de Carlos Tejedor”: el ganador a la gobernación provincial –Antonio Cafiero- no fue el triunfador en la elección nacional de 1989, en la que se impuso Carlos Saúl Menem. El mismo PJ que ganó en 1993 en Buenos Aires repitió su triunfo en la Nación en 1995 con Menem a la cabeza (aunque obviamente el riojano –que entonces era presidente- no compitió en Buenos Aires).
Por su parte, la Alianza opositora que triunfó en 1997 en Buenos Aires ganó la presidencia en 1999, aunque quien ganó en Buenos Aires en 1997 -Graciela Fernández Meijide-, no terminó integrando la fórmula presidencial de la Alianza dos años después, formada por Fernando De la Rúa y Carlos Álvarez. Y la misma dirección de esta improvisada “regla”de la vida partidaria la ofrece el kirchnerismo: ganó en 2005 en la Provincia de Buenos Aires y después triunfó también en la elección presidencial de 2007.
Pero desde entonces hasta hoy encontramos un segundo bloque no menos nítido que el anterior pero de signo contrario (2009-2021): todos los resultados han sido negativos para la fuerza política o el líder que ganó en territorio bonaerense, que luego no pudo dar el salto al plano nacional. Es interesante observar esta dinámica electoral a la luz de otros clivajes sociales (el conflicto con los productores agropecuarios y los medios de comunicación, a partir de 2008), o el inicio de un largo ciclo de estancamiento inflacionario, al menos desde 2011 hasta la actualidad. El debate da para largo y lo dejamos para otra oportunidad.
En una rápida síntesis, recordemos que la coalición Unión-PRO que triunfó en la provincia en 2009 se desmembró y terminó perdiendo contra el kirchnerismo en 2011; el Frente Renovador de Sergio Massa que ganó en 2013 cayó derrotado contra Mauricio Macri en 2015; el triunfo de Cambiemos en 2017 se transformó en derrota en 2019 contra la fórmula de Alberto Fernández y Cristina Fernández de Kirchner; y la victoria de Juntos por el Cambio en el 2021 finalizó con la sorpresiva caída en 2023 a manos de Javier Milei.
Desde el punto de vista de los espacios partidarios, no sólo el Partido Justicialista ha logrado trasladar (primero con el menemismo y luego con el kirchnerismo) la supremacía territorial en la Provincia de Buenos Aires al nivel nacional; también logró hacerlo la Alianza entre 1997 y 1999.
En cambio, desde la perspectiva de los liderazgos políticos, este breve recuento permite subrayar un dato que si bien no es desconocido, corre el riesgo de perderse bajo el fárrago de votos y de fechas. Hasta ahora, a lo largo de estas cuatro décadas de continuidad democrática, una sola persona logró –en pleno auge del valor global de las commodities- ganar las elecciones intermedias en la Provincia de Buenos Aires (2005) y luego repetir ese triunfo en la elección presidencial dos años después (2007).
Pero no está electoralmente disponible: cumple prisión domiciliaria en San José 1111.