La coalición oficialista vive momentos cada vez más convulsos. La “macro-interna” entre el presidente y la ex presidenta de la Nación se cobró una nueva víctima: Martín Guzmán. El ahora ex ministro de Economía renunció este sábado mientras Cristina brindaba un discurso que conmemoraba y revalorizaba la figura de Juan Domingo Perón en Ensenada. Hace menos de un mes, el 6 de junio pasado, había dimitido Matías Kulfas, ex titular de Desarrollo Productivo, luego de habilitar la difusión de mensajes que sembraron sospechas de corrupción en la licitación del gasoducto Néstor Kirchner.

Pero más allá de esa flagrante disputa, aún sigue sin resolverse la “micro-interna”: la del tridente Zabaleta- Pérsico-Larroque en relación a los planes sociales. La temática de la asistencia social, mediante programas como el Potenciar Trabajo, abrió una fuerte disputa dentro del Frente de Todos en general, y también al interior del Ministerio de Desarrollo Social en particular.

Mientras la pobreza aumenta y cada vez más familias (incluyendo matrimonios de trabajadores) no llegan a fin de mes, permanece un clima de tensión entre Cristina y Alberto Fernández, que opaca con sus luces a otra disputa que no debe quedar en las sombras: la del ministro Zabaleta y su Secretario de Economía Social, Emilio Pérsico, uno de los máximos referentes del Movimiento Evita. Hacia él fueron las críticas de CFK cuando, hace unos días, habló de “tercerización” de la política social.

Más allá de muchas incógnitas sin revelar sobre la compleja actualidad política, lo cierto es que la disputa entre la poderosa Cristina y el debilitado Alberto delinea la política social. Un foco de conflicto es sobre el destino que se les dará a los miles de beneficiarios del Potenciar Trabajo que solicitaron cambiar de Unidad de Gestión, es decir, donde desempeñan sus tareas. El kirchnerismo puja para que sea en la gestión local, a fin de darle más poder a los intendentes afines y cercanos a CFK. Esto debilitaría aún más a Alberto, ya que le hace perder legitimidad e influencia a sus aliados de los movimientos sociales.

Por esta razón, Pérsico no está de acuerdo y se niega a “darle mano de obra barata a los intendentes”. Así, propone que sean miles de beneficiarios sean reubicados en las (UG) que pertencen a movimientos sociales como el Movimiento Evita o Somos Barrios de Pie, alineadas con el “albertismo” dentro de la macro interna. 

Ahora bien, hay toda una lectura política que se puede hacer sobre la postura de Pérsico y Menéndez, referente de Barrios de Pie y Subsecretario de Promoción de la Economía Social y Desarrollo Local. Como informó recientemente este mismo medio, el Movimiento Evita planea institucionalizarse creando un partido político que compita en las PASO representando un sujeto social que hoy no estaría contenido en los partidos del Frente de Todos. El principal objetivo, según trascendió, sería dirimir en una gran interna las candidaturas a intendentes y concejales de los principales distritos del Conurbano.

Por su parte, muchos intendentes kirchneristas ven con temor este avance de los movimientos sociales, que podría debilitarlos de cara a la reelección de sus mandatos o a la garantización de mayorías en los consejos deliberantes. Es en este contexto que, recientemente, el ministro de Desarrollo de la Comunidad, Andrés Larroque, presentó una línea telefónica para recibir denuncias anónimas de personas que adviertan irregularidades en el cobro de sus planes sociales.

Dicha iniciativa apunta directamente a debilitar tanto a las organizaciones oficialistas (más ligadas al Albertismo) como opositoras (vinculadas a la extrema izquierda), que actúan como intermediarias entre los beneficiarios de los planes sociales y las agencias estatales. Esto, lógicamente, trajo como consecuencia un mayor conflicto entre el Movimiento Evita de Pérsico, alineado con Alberto, y la agrupación que preside Larroque, alineada con Cristina.

Así, el hombre fuerte de la Secretaría de Economía Social salió a responder y tiró munición pesada contra Larroque y CFK. Primeramente, denunció que en el pico de mayor éxito de la gestión de Cristina “había 11 millones de trabajadores sin derechos”. De forma secundaria, se defendió de la acusación de “tercerización de la agenda social” argumentando que Evita y Perón hicieron su obra usando a la Fundación Eva Perón y a los sindicatos, respectivamente, lo cual también es “tercerización”. Por último, cuestionó duramente el rol de los municipios en el otorgamiento de los planes sociales y planteó que es ilegal que los intendentes (en muchos casos kirchneristas) usen a los beneficiarios de planes sociales para barrer veredas y pintar cordones, porque “esas tareas las tiene que hacer un empleado municipal”.

Ahora bien, ¿qué lleva a una coalición de gobierno a esta clase de disputas internas que parecen no tener fin? Siguiendo a Andrés Malamud, podríamos considerar que, de tratarse de una agrupación radical, las internas se darían por deber institucional y apego a las normas del partido. Pero, al tratarse de una coalición que agrupa movimientos políticos y sociales ligados a un partido poco institucionalizado como el peronismo, las disputas se dan por poder y ambición. La Secretaría de Economía Social alberga mucho presupuesto y eso permite acumular poder. En ese marco, forzar la renuncia de Pérsico como se hizo con Guzmán y Kulfas debilitaría aún más a Alberto y fortalecería a Cristina, alineando bajo su liderazgo a grupos díscolos e indecisos.

Pero más allá del conflicto descrito, lo cierto es que hay otro problema de vital importancia que aún no fue resuelto: el de la inclusión social. Buena parte de la disputa discursiva tiene que ver con desacuerdos en el diseño de programas sociales, particularmente en términos de tareas a realizar, distribución de los beneficiarios en Unidades de Gestión y la desintermediación o no entre movimientos sociales y las agencias estatales.

La salida de Guzmán, lejos de ser una solución que aporte certezas, viene a tirar más leña a un fuego que se alimenta de dudas. ¿Cómo vamos a generar inclusión social sin crecimiento económico sostenido? ¿Cómo vamos a lograr consolidar el crecimiento económico con tan pocas inversiones? ¿Cómo vamos a aumentar las inversiones con tanta incertidumbre? Ciertamente, la renuncia de Guzmán viene a traer aún más problemas a la cuestión social del país. Esto es contraproducente para la llegada de inversiones y la tan necesaria expansión del mercado de trabajo formal, que es central para fomentar la inclusión social de esa población vulnerable tradicionalmente excluida que hace décadas demanda trabajo y sólo obtiene una precaria e insuficiente asistencia del Estado.