El 6 de junio de 1944 fue una fecha que quedó registrada en la historia mundial. Ese día miles de soldados se embarcaron al cruce del Canal de la Mancha, para luego desembarcar en suelo francés. Fue el principio del fin para el nazismo en el marco de la Segunda Guerra Mundial. Las guerras suelen tener hitos que son reconocidos posteriormente en su análisis histórico. Estos no necesariamente son la batalla final, reconocida por lo general, por su carácter sangriento o épico. Sino que son hitos previos que marcan de alguna forma la trayectoria del conflicto. Ya en términos más amplios (no solo aplicables a las guerras), en la ciencia política empírica solemos hablar de “coyunturas críticas”: situaciones donde las decisiones que se toman marcan el sentido del rumbo que tendrá la evolución posterior del hecho. La Argentina parece estar cerca de vivir ese momento.

Desde las elecciones primarias de 2021, el gobierno se enfrentó a múltiples “batallas”: circunstancias en las que las decisiones que se tomaron implicaron cambios, con rumbos concretos. Prácticamente todos estos hitos tuvieron que ver con la renuncia de funcionarios de primera línea (ministros, secretarios de Estado, o titulares de organismos descentralizados), y con cómo se gestionó el proceso vinculado a esta renuncia. En prácticamente todos los casos se dio una secuencia similar. Primero, gradualmente, entre 10 y 15 días antes, un rumor comenzó a instalarse en la opinión pública respecto a la renuncia o despido del funcionario o funcionaria que se encontraría en la puerta de salida. Luego, o por medio de un desprolijo anuncio a cargo de un importante funcionario, o por una comunicación en redes sociales, se da a conocer la renuncia de la persona en cuestión. Tras ello, comienza un período de especulaciones de entre dos y tres días, con incertidumbres respecto a la supervivencia de la coalición de gobierno. En el medio, todos los actores relevantes del oficialismo (léase kirchnerismo duro, albertismo, gobernadores e intendentes pejotistas, movimientos sociales y el massismo) hacen alguna demostración de poder, aunque sea simbólica. Finalmente, se alumbra un acuerdo parcial, que no termina por satisfacer del todo a la totalidad de estos actores, y suele responder a un equilibrio relativamente similar al que se tenía anteriormente. Basterra, Cafiero, Frederic, Salvarezza, Solá y Trotta arrancaron este ciclo, que luego se volvió a observar con mayor crudeza con las renuncias de Matías Kulfas y Martín Guzmán.

En cada uno de estos cambios -o batallas- lo que más claro quedó y a la vista, fueron las diferencias entre los integrantes de la coalición, y la falta de acuerdos a su interior. Casi como si se tratase de una fórmula imposible: no hay acuerdo que satisfaga a todos. En tal sentido, también se observa otra regularidad. Antes el plazo entre cada inicio de ciclo de renuncias era más largo. Ahora, parece espiralizarse conforme la situación macroeconómica se complejiza más. Si al ciclo de inestabilidad antes mencionado, le agregamos conflictividad adicional -ya esperada, dadas las experiencias- y velocidad en su inicio,  estamos ante un escenario donde la incertidumbre es la regla y no la excepción.

En pleno primer momento de un nuevo ciclo de renuncias, con rumores ya instalados y mencionados por prácticamente todos los medios periodísticos de circulación masiva, parece evidente que el gobierno se acerca a su desembarco de Normandía. Esa situación donde la decisión que tome puede marcar su rumbo de forma inequívoca. La ausencia de cambios en el gabinete obturaría la discusión, quitándole peso a los rumores.Un cambio de figuras en el gabinete, pero sin reformulación profunda de la gestión (como indican los rumores), profundizaría la percepción de desconfianza en el Gobierno, ante los confusos mensajes que recibe la ciudadanía respecto al rumbo. Y una reformulación amplia, que no incluye solo cambio de nombres, sino también de organización del día a día del Gobierno, implicaría por su parte, el fuerte riesgo de una ruptura en el corto o mediano plazo de la coalición de gobierno tal como la conocemos. La coyuntura crítica ya habría llegado. El tiempo nos dirá si efectivamente fue Normandía, o fue una batalla más.