La deuda externa es un mecanismo sistemático de la acumulación capitalista en Argentina
Es la consolidación de la hipoteca y una lógica que confirma el deterioro de las condiciones de vida de millones de personas empobrecidas
Euforia en el gobierno nacional antes los anuncios de EEUU, entre el lunes 22 y el martes 23 de septiembre por “hacer lo necesario para apoyar a Argentina”, según tuiteó Scott Bessent, Secretario del Tesoro estadounidense. Aumentada la satisfacción con la tan ansiada reunión y foto de Milei y sus acompañantes con Trump, quien calificó al libertario como un “aliado”, todo en el marco de la Asamblea anual de la ONU.
La algarabía se extendió al mercado financiero con suba de los títulos y bajas del riesgo país y de la cotización del tipo de cambio, más la baja de intereses del BCRA al 25%. La satisfacción estaba precedida por la eliminación, transitoria por ahora, hasta fines de octubre, de las retenciones al “campo”, una demanda, desde el inicio de las mismas en 2002, del gran capital agro-ganadero exportador.
En sentido inverso transcurrió la semana previa, con bajas de las cotizaciones de acciones y bonos, junto a una presión a la suba del tipo de cambio, promoviendo el alza del riesgo país hasta los 1.500 puntos. Para intentar frenar la corrida cambiaria se vendieron reservas internacionales por más de 1.100 millones de dólares en tres días.
Así, la crisis financiera estaba estallada y se sumaba a la crítica situación de la economía real, con bajas del consumo popular, de las inversiones, el cierre de empresas y una tendencia creciente a la suba de las importaciones contra exportaciones en descenso.
En rigor, no solo lo económico y financiero estaba en crisis, sino y muy especialmente la “política”, a partir de las denuncias por corrupción ($Libra, Fentanilo contaminado, coimas en la ANDIS) y la derrota en las elecciones bonaerenses del 7 de septiembre.
ENDEUDAMIENTO SISTEMÁTICO
Ante la catástrofe y hundimiento de la política pública y el consenso electoral se acudió a la recurrente receta del endeudamiento público para el salvataje del “modelo” económico.
Hay antecedentes lejanos y cercanos de la aplicación de la receta “deuda”, con origen en las acreencias generadas por la dictadura genocida, denunciada ´por Alejandro Olmos y con sentencia judicial sobre 477 ilícitos en el año 2000. Una sentencia que duerme en los cajones del Congreso Nacional, que nunca actúa según manda la Constitución para “resolver” sobre el endeudamiento.
Todos los turnos constitucionales desde 1983 al presente renegociaron esa fraudulenta deuda, odiosa en origen, salvo el efímero gobierno de Adolfo Rodríguez Saá en tiempos de rebelión popular.
La deuda pública es un mecanismo esencial de la acumulación capitalista, que favoreció la inserción subordinada de la Argentina en la dinámica de la internacionalización de la producción y la transnacionalización del capital.
En efecto, el endeudamiento favoreció la fuga recurrente de capitales via cancelaciones parciales de intereses de la deuda; remesas de utilidades al exterior y constitución de activos externos de operadores y residentes locales.
La lógica sistémica histórica del capitalismo local suponía la acumulación frontera adentro, en el mercado interno, sin perjuicio de una inserción subordinada en el mercado mundial.
Con la política asumida por la dictadura se transformó la forma de funcionamiento del capitalismo local, vía apertura indiscriminada, desregulación económica y combate frontal a las conquistas históricas del movimiento obrero e incluso a contramano de los intereses de fracciones menores del capital local.
La deuda externa pública, más las modificadas legislaciones financieras (aún vigente) y de inversiones externas, fueron el ariete de un mecanismo necesario para transformar la lógica de funcionamiento del capitalismo en Argentina.
En los 90’ del siglo pasado, plan Brady mediante, privatizaciones de empresas públicas y recreación del mecanismo de apertura y endeudamiento, fortalecieron la hipoteca de la deuda, induciendo cambios importantes en los privilegios del gasto público: del gasto social a los pagos por intereses y capital a los acreedores externos.
La inviabilidad del pago de la deuda desemboca en la crisis del 2001, visible por la rebelión popular animada por las protestas acumuladas desde 1996/97 en demanda de trabajo.
Una demanda derivada de un desempleo creciente y la miseria extendida de una parte importante de la sociedad, que empezó a referenciarse en un índice de pobreza superior al 35%, inaugurando un registro estructural de empobrecimiento impensado en el país de las ventajas productivas alimentarias.
LA DERECHA CONFIRMA LO SISTÉMICO
El gobierno de Mauricio Macri renueva el sentido estructural del modelo de extranjerización e inserción subordinada, generando las condiciones de “normalización” del endeudamiento, concediendo a las demandas de los “fondos buitres” y más aún con el retorno al FMI en 2018.
La deuda asumida con el FMI fue por 57.000 millones de dólares, de los cuales se desembolsaron 45.000 millones de la moneda estadounidense.
En 2020, el BCRA informó que de 100.000 millones de dólares ingresados durante la gestión Macri, 86.000 sirvieron para la fuga de capitales, confirmando la lógica de acumulación capitalista en el mercado mundial.
Todo el préstamo del FMI fue utilizado para cancelar deuda, remitir utilidades al exterior o con destino a la constitución de activos externos, entre ellos billetes de moneda extranjera atesorados en cajas de seguridad o cajas fuertes, los dólares del colchón.
La deuda quedó registrada a nombre del país, a ser cancelada o negociada vía presupuesto público, aun cuando tuvo destino en la apropiación privada de un núcleo reducido de capitales, locales o externos, que definen el proceso de acumulación del capitalismo local.
El gobierno de Alberto Fernández sostuvo la práctica de la renegociación, legitimando la deuda suscripta con el FMI y de otros acreedores “buitres”.
Ahora, en abril del 2025, bajo gobierno Milei se adicionaron nuevos 20.000 millones de dólares concedidos por el FMI, más otras muchas deudas aportadas por organismos internacionales.
Se trata de la consolidación de la hipoteca y la lógica de una acumulación en el capitalismo global, sin necesidad de que eso impacte en el mercado interno, salvo para afirmar el deterioro de las condiciones de vida de millones de personas empobrecidas e informatizadas en sus relaciones de trabajo.
El respaldo político de Trump en estas horas significará un nuevo incremento de la deuda pública externa, que condiciona el presupuesto público y condena a la recreación de la lógica del ajuste fiscal en contra de la mayoría empobrecida del país.
Con la disminución del ingreso por retenciones y la nueva deuda, las penurias sociales se acrecentarán, como resultado de una política sistemática de deuda, que se renegocia e incrementa para consolidar la inequidad del orden económico local, contribuyendo al estímulo de las formas especulativas y delictivas del capitalismo contemporáneo.
PONER EL FRENO
Hace falta poner el freno al sistema de la deuda, lo que supone parar este modelo sistemático de apropiación privada y transferencia al exterior del excedente generado en el país.
Los años de gobiernos constitucionales no pararon la lógica sistémica basada en el endeudamiento, la apertura económica y la transnacionalización, por lo que se impone una discusión que habilite políticas para satisfacer demandas que atiendan las necesidades extendidas de la mayoría empobrecida de la población.
Doctor en ciencias Sociales de la UBA. Profesor universitario en Economía Política. Integra la Junta Directiva de la Sociedad Latinoamericana y caribeña de Economía Política y Pensamiento Crítico, SEPLA.