Para comprender estos días puede resultar reiterativo recordar que entender a la política como lucha por el poder nunca es un detalle menor porque esa lucha es esencial en la política. Quien logra alcanzar el poder es quien mejor se desempeña y sabe qué rol juega. Es quien teje mejor todo tipo de alianzas, quien conoce la política por experiencia y quien tiene una fuerte ambición aunque no comete torpezas en las batallas que lo muestren cegado por el poder. Es quien está dispuesto a todo en esa lucha y lo hace con el profesionalismo apropiado y en el momento justo. No existe una carrera universitaria para ser ese político que reúne las condiciones para conquistar el poder, ejercerlo y conservarlo. Se requiere otro tipo de saberes tanto en quien lucha por el poder como en quienes lo acompañan.

Dado lo anterior, y luego de ya conocer los resultados de las elecciones generales del 22 de octubre, dos candidatos compiten por la máxima investidura en Argentina. Por un lado, el candidato Javier Milei, quien por descontento y frustraciones de una población abrumada, logró alcanzar el segundo lugar que le permitió seguir en carrera hacia el ballotaje. Aun cuando parecía que podría ser nuevamente el que mayor cantidad de votos sacase en octubre después de las elecciones PASO del 13 de agosto, Milei podría haberse enceguecido en su camino al poder antes de las elecciones generales. Si previo a las PASO había conquistado a una parte importante de la población, después cometió un sinfín de errores por su inexperiencia política. Habrá que ver si lo sigue haciendo de cara al 19 de noviembre; habrá que estar muy atentos a ello. Por otro lado, Sergio Massa, actual Ministro de Economía y con una vasta experiencia política, en el contexto de una crisis social, política y económica que está transformando la Argentina, venció con la mayor proporción de los votos hace pocos días. Es un dato menor el que plantean algunos analistas: que ésta sería una de las peores elecciones del peronismo. Incluso, se lo puede ver al revés: dada la profundidad de la crisis, haber alcanzado el 37% de los votos es digno de guardar en los anales argentinos. Lo que ello estaría mostrando, justamente, es que la profesionalidad política y el armado nacional de Massa se impuso a la profundidad de la crisis que atraviesa transversalmente a distintos sectores de la sociedad.

Un párrafo aparte merece la alianza Juntos por el Cambio, integrada por varios partidos, principalmente el PRO y gran parte de la UCR. Luego de que entre 2007 y 2019 esta alianza hubiera conquistado el voto de distintos sectores a pesar de haber hecho un mal gobierno entre 2015 y 2019, se recompuso en 2021, lo cual le allanó el camino para llegar al poder nuevamente en 2023. Sin embargo, desde aquella victoria al día de hoy, esta alianza cometió todos los errores que no se deben cometer en política, principalmente la división frente a sus seguidores que ven con asombro y resignación que se evaporó lo que hasta hace unos meses atrás parecía un éxito electoral. A principios de año ya se veían en el poder y eso, tal vez, los haya enceguecido. Dado que quienes integran esa alianza conocen muy bien lo que es la lucha por el poder, resulta en cierta forma inexplicable cómo ellos -quizá impulsados por muchos analistas y comunicadores- desafiaron los manuales básicos de la política, al mismo tiempo que hicieron posible que Milei sea la segunda fuerza. Al contrario de lo que sostienen muchos de esos analistas y comunicadores, Milei podría haber sido más inflado por los errores de JPC que por UP. 

Ante la escena de una oposición radicalmente fragmentada y polarizada y un peronismo unido tras Sergio Massa como líder central-aunque no único-, si no hay un descalabro económico durante estas semanas previas al 19 de noviembre, uno estaría tentado a vaticinar que Sergio Massa asumirá como Presidente el 10 de diciembre. Quizá no sea el "gobierno de unidad" la principal necesidad en Argentina, dado que el apoyo de una gran masa del pueblo y el acompañamiento del PJ brindaría a Massa un necesario resguardo. Si bien en política, como dice el adagio "divide y reinarás", se torna necesario cooptar para dividir, eso ya parece ir de suyo en una oposición cuyas facciones por un largo tiempo pareciera que no lograrán acuerdos de unidad por los errores que están a la vista de todos. Lo anterior, en efecto, da cuenta de que estamos ante un cambio profundo en el sistema político, porque una pregunta que surge es cuál será la oposición que emergería ante una eventual llegada de Massa a la presidencia el 10 de diciembre.

En este contexto, al margen de los desafíos políticos que bien debe conocer el político Massa para ejercer y conservar el poder, el principal desafío para él, si llegase a ser presidente, sería cómo lograr una transformación profunda de las condiciones de vida en una sociedad que, entre otras cosas, quiere que no haya vacío de poder pero que, también, espera soluciones a los problemas sociales y económicos. Una vez más en la historia, intuyo que en nuestro país la población -al margen de las preferencias electorales de cada ciudadano- está dispuesta a aceptar algunos esfuerzos necesarios para un futuro que modernice a la Argentina, proyecto que estuvo a la base del Frente Renovador que otrora Massa fundó. El tiempo dirá si desperdiciamos, nuevamente, las posibilidades que nos da un mundo en ebullición y que los candidatos -sobre todo, Massa- conocen de primera mano.