Estamos a dos meses de las PASO, el Frente de Todos tiene una bala de plata, Cristina Fernández. Todos saben que no puede ser candidata, pero es la gran electora del Frente. A quien unja, será el candidato de “consenso”. 

Hace un mes todos los dirigentes, militantes, simpatizantes, están esperando esa definición. El 90% de los que concurrieron a la concentración del 25 de Mayo esperaron la definición de su Jefa, pero como el cuento de Andersen; la reina está desnuda, no definió candidato, no definió política, no se refirió a su gobierno y quedó sabor a poco.

La pólvora de la bala de plata del Frente de Todos se está agotando, se saben perdedores de la elección y alguien tiene que poner la cabeza, Scioli, Wado, Massa, son las opciones. Cualquiera de ellos perderá y el peronismo está naufragando en el Titanic, temen hacer la peor elección de la historia.

Sin duda alguna la Vicepresidenta Cristina Fernández se encuentra en una paradoja, es la dirigente política más importante de la vida política actual, pero al mismo tiempo está impotente. Tiene toda la potestad de seleccionar al “elegido” a sabiendas que sus chances se acercan a cero. El acto del 25 fue de reforzamiento de imagen de Cristina Fernández, una suerte de service del auto, cambio de aceite y filtro. Una plaza llena de militantes y con casi todo el Gabinete de gobierno reforzó quien conduce al peronismo y dejó en la máxima soledad al Presidente.

Cristina Fernández actúa como opositora, sus palabras se parecen más a una próxima candidata, que a una Vicepresidente en retirada. Pero la reina está desnuda, ya sólo le habla para propios, no aparece aún el niño del cuento que se lo haga saber, o quizás muchos lo vean pero no hay plan alternativa. Está en el ADN peronista tener un liderazgo, y el presidente no pudo descabezar ese liderazgo. Por eso, este fin de semana no fue invitado a la fiesta, por eso su voz ya no es escuchada, por eso se fue sólo, fané y descangallado, con la guitarra a otro lado.