Hace dos semanas estuve en Buenos Aires y pude comprobar las excelentes oportunidades económicas que ofrece Argentina, un país rico y con un importante capital humano condenado a la pobreza, la inflación y el estancamiento por imponer una política monetaria y fiscal confiscatoria y extractiva.

La primera evidencia de que el peso es una moneda fallida es la intolerable inflación, un 115%, que es una auténtica demostración de cómo el gobierno y el Banco Central destruyen la economía en un país donde parece un éxito que la inflación mensual se sitúe en un 6%, un dato que es inaceptable a nivel anualizado en cualquier economía desarrollada. Esa brutal inflación, que empobrece a todos los argentinos y los condena a la miseria, es culpa de aumentar la base monetaria más de un 101% en dos años y un alucinante 1.739,01% en diez años. Hablamos de la mayor destrucción de riqueza de un país después del desastre de Venezuela.

La segunda evidencia de que el peso es una moneda fallida es que en Argentina conviven más de diez tipos de cambio, todos ellos falsos y además creados con el único objetivo de extraer y confiscar sus dólares a los creadores de empleo y familias. Un país con más de diez tipos de cambio es un país sin ninguno. Su moneda no tiene valor en el mundo y no es aceptada en la inmensa mayoría de las transacciones globales.

La tercera evidencia de que el peso es una moneda fallida es que en Argentina se ha introducido la idea de que “sube el dólar” cuando lo que ocurre es que se desploma el peso. El dólar en los mercados internacionales (índice DXY e índice del dólar ajustado a monedas con las que más comercia) no se ha movido en los últimos años y en lo que va de año ha bajado. No, el dólar no sube. El peso es el que se desploma, que es -de nuevo- la peor moneda con respecto al dólar de todos los mercados emergentes seguida de la lira turca. El peso oficial -que es también falso- ha perdido más de un 24% de poder adquisitivo contra el dólar en los primeros seis meses de 2023 y un 99% en los últimos diez años según datos de Bloomberg.

La cuarta evidencia de que el peso es una moneda fallida es que, además, el tipo oficial es incongruente con la evidencia de la inflación, lo que se llama “dólar retrasado” que no deja de ser el peso retrasado, por lo que comenté en el párrafo anterior.

Según el Banco Central, el Tipo de Cambio Real Multilateral (TCRM, o ´”índice que mide el precio relativo de los bienes y servicios de la economía argentina con respecto al de los de los principales 12 socios comerciales del país, en función del flujo de comercio de manufacturas”) es de 95,65 puntos (dato de julio 2023), sólo 4 puntos por debajo del año 2015, que es el que se considera como base 100. Según este dato, existe un atraso cambiario muy bajo. Eso si usted se cree que un atraso cambiario de casi el 5% es “bajo”… Pero es que es más que difícil creer que el atraso cambiario es de solo 4,35 puntos. No lo indica ni la inflación del país, ni la realidad del comercio bilateral y mucho menos un análisis clave, que es el agujero que crea el Banco Central al emitir Leliqs que son bombas de relojería y, en esencia, más emisión monetaria futura.

Si analizamos la realidad macroeconómica y de transacciones globales con pesos en el mercado internacional, además de la realidad de la inflación de Argentina y EE. UU. El atraso cambiario es mucho mayor a lo que refleja el Banco Central. ¿Por qué? Porque los precios relativos aparecen artificialmente mejor en pesos de lo que refleja la realidad que cada ciudadano percibe. Si el atraso cambiario solo fuera de 4,35 puntos la inmensa mayoría de ciudadanos argentinos aceptarían el tipo de cambio oficial en sus transacciones y no existiría un mercado paralelo donde el dólar se cambia a mucho mejor tasa que la que indica el peso oficial. La brecha entre el dólar oficial y el dólar blue es superior al 95% según el último dato de 16 de julio de 2022. Es completamente alucinante afirmar que el atraso cambiario “solo” es de 4,35 puntos.

¿Qué implica semejante atraso cambiario? Mayor inflación en el futuro, menor demanda internacional y local de pesos y mayor destrucción del poder adquisitivo de la moneda. Es decir, el próximo gobierno que tenga que analizar la situación real de Argentina tendrá que reconocer que el agujero monetario dejado por el gobierno significa que la economía argentina está casi quebrada y el peso no tiene razón de existir. Los ciudadanos argentinos lo saben, pero el gobierno continúa transfiriendo a los ciudadanos sus enormes desequilibrios fiscales empobreciendo a todos mientras reparte un gasto clientelar en una moneda que destruye su valor a pasos agigantados. Cuando el gobierno le hable de gasto social, recuerde que su salario y sus ahorros en pesos los destruye ese mismo gobierno que promete dinero que no tiene. Confiscatorio y extractivo. O se cercena el incentivo perverso monetario o Argentina no recuperará su economía. Seguirán robándole a los clientes rehenes de un gasto público insostenible.