LLA en la provincia de Buenos Aires: crónica de una derrota anunciada
En las últimas semanas el gobierno de Javier Milei sufrió uno de los golpes más importantes de su mandato, al no saber interpretar la sensibilidad y los valores de los argentinos.
La derrota de LLA en la Provincia de Buenos Aires por más de trece puntos, presenta varias aristas que deben ser tomadas en cuenta. Por supuesto, la más importante, seguramente sea la situación económica de las familias. Según el Instituto de Estadísticas y Tendencias Sociales y Económicas (IETSE), el 91% de los hogares argentinos subsiste a partir de contraer deudas teniendo entre los gastos más destacados, los rubros de alimentos, que explican el 58% de las deudas con tarjetas de crédito. El dato refiere a aquellas familias que están insertas en el circuito formal de bancarización. Qué sucede con los circuitos informales, deberá estudiarse. Pero mirando los números de las elecciones, se infiere que, a pesar de que el gobierno alega que disminuyó la pobreza, esto tiene poco correlato con la realidad.
Aún así, pensar que la población vota solamente por lo económico, es desconocer todas las cuestiones simbólicas y subjetivas que actúan al momento de elegir el voto. En las últimas semanas el gobierno de Javier Milei tuvo uno de los golpes más importantes de su mandato, al no saber interpretar la sensibilidad y los valores de los argentinos. El gobierno quedó aislado e inmerso en su propia crueldad. Muestra de una torpeza política inusitada fue el recorte de la cobertura a las personas con discapacidad y luego, ante la sanción de la ley que garantizaba nuevamente sus derechos, avanzar en la decisión política de vetarla. No tuvo en cuenta que la discapacidad, evidentemente, es un tema sensible en la sociedad y que los legisladores no acompañarían la postura oficial. La ciudadanía organizada en torno a la discapacidad pudo imponer una ley para seguir garantizando los derechos adquiridos y rechazar el veto presidencial. Esa actitud ciega del gobierno, seguramente, le jugó en contra en las elecciones a LLA. Evidentemente, para los electores, algo cambió. Una cosa es apoyar el cambio y tener esperanza en un plan económico y un gobierno que creen diferente, aunque no lo sea, y otra muy distinta, es apoyar políticas que el pueblo argentino tiene dentro de sus valores. La discapacidad es una de ellas, sin duda, y la educación universitaria, la mirada del apoyo a las luchas que se llevaron adelante, es otra. Esto último se dirimirá en las próximas semanas.
La disminución del apoyo de los votantes a LLA en la provincia de Buenos Aires es multicausal y sería imposible abordar todas las causas en una nota. Sin embargo, resulta oportuno señalar una cuestión de suma gravedad que sucedió vinculada al gobierno y que, seguramente, incidió fuertemente y generó una ruptura con su base electoral. El pedido de coimas de la Secretaria General de la Presidencia, Karina Milei, sobre la compra de medicamentos.
Mientras la lucha en torno a la discapacidad sucedía, Karina Milei tomaba protagonismo por la difusión de audios en los cuales, aparentemente, la hermana del Presidente pedía retornos para garantizar la licitación en la compra de medicamentos. Esos medicamentos eran los que se le asignaban justamente a las personas con discapacidad a las cuales se les recortaban las coberturas. Es decir, la ciudadanía era testigo que, por un lado, se impulsaba el recorte presupuestario a la garantía de derechos de las personas con discapacidad, alegando ‘no hay plata’ y, por otro, se filtraban audios en los que se exponía a la hermana del Presidente como protagonista de un acto de corrupción y se viralizaba que se quedaba con cerca de 800.000 dólares por mes para sus cuentas personales o familiares. Esto último, debe haber tenido un impacto directo en la percepción que los votantes tuvieran de Javier Milei. La noticia posicionó a Karina como una ‘alta coimera’, tal como se la llamó en el hit del momento que se popularizó en los días previos a las elecciones, ubicándola así a ella y, sobre todo, a Javier Milei al defenderla, en el centro de la casta política.
Javier Milei llegó a la presidencia de la Nación apoyado por un discurso disruptivo y señalando a la ‘casta política’ y al kirchnerismo como el mal de todos los males. Buena parte de sus votantes se referenció con esa idea. Milei tuvo la habilidad de construir electoralmente la idea de ‘casta política’, plasmando un corte transversal entre el ciudadano común y los políticos, es decir, entre la ciudadanía y la representación política, cualquiera fuera su procedencia partidaria o ideológica. Y tuvo la habilidad de ubicarse por fuera de esa misma casta. Alegaba que los ‘políticos son todos chorros’ y que ‘vienen a robarle a la gente’, entre otras cuestiones que daban entidad a ese concepto.
Cuando se difundieron los audios de Spagnuolo, al provenir del abogado de confianza del Presidente que, además, era la persona con más entradas en la Quinta de Olivos o en Casa Rosada, los mismos se difundieron con una fuerza arrolladora en las redes sociales que los viralizaron y los convirtieron en memes o en jingles. Inmediatamente, Milei que ya venía dando señales de casta por la discrecionalidad en el uso de fondos públicos, se ubicó dentro de lo que él mismo denostó en la campaña. Se ubicó en el centro de la ‘casta política’ al utilizar el poder que le confiere su investidura y la de sus asesores, en la asignación fraudulenta de una licitación pública. El sociólogo brasileño Michel Misse incorpora el concepto de ‘mercaderías políticas’ a todo bien o servicio que se compra o vende para dar protección, seguridad o garantías de confianza en las transacciones dentro de la ilegalidad. Cuando los agentes públicos, como se difundió sobre Karina Milei, venden sus ‘servicios’, garantizando la compra de medicamentos a determinada droguería, como sería en este caso, lo que están haciendo es vendiendo el poder que tienen por el lugar que ocupan. Así privatizan un recurso público, el poder del Estado que le otorga la ciudadanía con el voto, para fines individuales. De esta forma, Karina Milei, y también Javier Milei al defenderla, están colocándose en el corazón de la casta que tanto se encargaron en construir discursivamente.
Además, Misse señala que la corrupción política, ese tráfico de mercaderías políticas conferidas por la posición que se tiene en el Estado, va desde el tráfico de influencias hasta la expropiación de los recursos de violencia. Todo ello, para fines individuales y privados. Lo que se está haciendo desde el gobierno como respuesta a las acusaciones reviste una suma gravedad, que empeora el panorama. La persecución abierta a periodistas, la solicitud por escrito a un Juez que tiene la espada de Damocles para que responda afirmativamente a pedidos de allanamientos, la violación del derecho a la información pública bloqueando la difusión de nuevos audios, y hasta la permisividad para la colocación de un Falcon Verde en la puerta de la casa de un periodista, es el uso ilegítimo de la violencia (y/o su amenaza).
Ya no sería un caso más de corrupción. Es la muestra de que Javier Milei utiliza al Estado, ese Estado que se construyó por más de 200 años con el esfuerzo de los argentinos y las argentinas y que es de la ciudadanía, para encubrir fines personalísimos. Y que la casta, a la que él aparentemente ingresó en tiempo record, es la que se apropia de los bienes públicos y así es vivida por los argentinos cuando suceden estas cosas y cuando, como ahora, las políticas económicas van en detrimento de los que trabajan día a día para sí y para seguir construyendo un futuro común que los incluya a todos.
Seguramente, la derrota de la LLA sea multicausal, y ya se realizarán interesantes estudios con metodología ajustada desde las Ciencias Sociales que arrojarán más luz a los motivos de los resultados electorales. Pero la situación económica, la política de crueldad que impulsó el gobierno y la corrupción que lo coloca en el centro de la ‘casta política’ fueron seguramente algunos indicios que ayudan a entender la acción de los votantes y que iluminan la tradición cultural y de valores comunes que detenta el pueblo argentino.