EL DISCURSO IDEOLÓGICO TRIUNFO

Javier Milei nunca dejó de plantear su posición ideológica. En el medio del caos pandémico y económico, el nunca dejó de ordenar la realidad y darle un sentido. El problema es el Estado, los políticos, la política que monta sobre la población argentina (“los argentinos de bien” como dirá en su discurso del 19 de noviembre) un peso insoportable, que se lleva la riqueza social y la utiliza en un sistema de preventas y de casta. La solución sin ser fácil es necesaria, eliminar el Estado y con ello terminar con los controles y regulación que el mismo impone, eliminar las empresas públicas, eliminar todo sistema de “igualación” que el Estado propone, porque el mismo es distorsivo de las capacidades individuales. El discurso de Milei le dio sentido a un malestar, le planteó a una parte importante de los argentinos cómo se solucionarían las cosas.

Será otra experiencia frustrante, en opinión de este autor. Por supuesto que el Estado que no funciona es un problema para los argentinos, pero en parte su mal funcionamiento se debe a la falta de capacidad de regular cada día más un “mercado” (capitales concentrados) que genera día a día mas desigualdad entre las personas (transferencia de ingresos a través de inflación). La política que llevará adelante Milei, será la de terminar desmantelando el Estado y dejando al mismo tiempo que el mercado genere mayores inconformidades, dado que el manual de herramientas que maneja el presidente electo, no es el necesario para transformar la situación que hizo que millones de argentinos lo votaran. No es que seamos agoreros de nada, la historia de los últimos años de capitalismo lo muestra.

La pregunta es: ¿por qué el Frente de Todos y/o Unión por la Patria no pudo definir, no en esta campaña, sino durante todo su gobierno, un discurso donde plantear el rol de Estado y los límites del capitalismo actual? La aseveración habitual del “pragmatismo” del peronismo y/o el kirchnerismo, de la “adaptabilidad” a los momentos que el país y el mundo plantean, juega en contra de cualquier proyecto político nacional y popular porque evita definir un ordenamiento de la realidad. Por decirlo de otro modo, se considera que una definición categórica/ programática podría comprometer los futuros resultados electorales y/o el apoyo de algunos sectores.

De lo que se trata, es cómo el Peronismo y/o UxP, actualiza doctrinariamente sus banderas de soberanía económica, independencia política y justicia social, si es que quiere, en algún momento, volver al centro de la escena política.

FRAGMENTACIÓN SOCIAL

El capitalismo, el mercado o como quiera llamarse al régimen económico hegemónico en el mundo de hoy, nos muestra que día a día aumentan los grados de desigualdad entre los sectores sociales. Hay familias que serán ricas por generaciones y familias que serán pobres por generaciones (por no decir para siempre). Es lo más parecido a los regímenes económicos anteriores, enquistados en la imposibilidad del ascenso social, se parece cada día más, simplificando el concepto, a un sistema de castas. La Argentina no está distante de esa situación, que genera “grietas estructurales”, donde los sectores sociales nunca se cruzan, nunca encuentran un lugar de reunión. Estas distancias generan prejuicios entre sectores, cada uno construye ideas de otro que los distancian, muy pocos lugares en donde todos los fragmentos de sociedad se identifican como argentinos.

Esa fragmentación social es disolvente de cualquier espíritu comunitario. Esa sociedad es la que Javier Milei interpeló, y la convenció, y en última instancia representa. Algo así como, divide e impera  -del viejo Imperio Romano- en la división, crece el discurso mileista. Cada uno se va a salvar solo por su esfuerzo, y que no depende de los demás para hacerlo. La competencia (por lo tanto, cierto grado de desconfianza) es la que sacó lo mejor de cada uno, lo mejor de la sociedad.

Su discurso crece en la fragmentación social, en las frustraciones que genera el sistema que no logra saciar las necesidades que genera, ni siquiera logra saciar las necesidades de supervivencia de amplias mayorías. En otros artículos planteábamos que Unión por la Patria, que intentaba mayor grado de integración e igualación social en la Argentina a través de la participación del Estado, era perjudicada porque el Estado tal cual se heredó de las reformas del 76 y de la constitución del 94, era un Estado sin capacidades de generar dicha igualdad. El Estado limitado, el que no cumple con su rol de control del mercado, de mejorar las condiciones sociales de su población, genera el odio al Estado; sobre esa limitación se montó el discurso del presidente electo.  La sociedad fragmentaria, genera las condiciones para propuestas políticas como las de Javier Milei, que se basan por supuesto, en el sálvese quien pueda. La política de Milei genera mayor desguace del Estado y por lo tanto, mayor incapacidad para saldar las demandas. La medicina que se eligió, original por cierto, va a empeorar las posibilidades de ordenar el caos económico en el que está inmersa la Argentina.

LA FALTA DE REPRESENTACIÓN Y LA MALA REPRESENTACIÓN

Venimos hace tiempo insistiendo en esta columna, hay amplios sectores de la sociedad que no tienen representación o están mal representados por las organizaciones sociales, políticas, culturales y/o sindicales ¿Qué significa eso? La gran mayoría de las instituciones de la sociedad civil se manifestaron abiertamente en contra de Javier Milei y a favor de Sergio Massa. Centrales sindicales, agropecuarias, empresarias, universidades, organizaciones sociales, partidos políticos, todos en post de la candidatura de Sergio Massa. Eso mismo generaba un clima de seguridad para aquellos que apoyaban al Ministro de Economía. Era imposible después de ese arrastre perder el balotaje contra un candidato de características, por lo menos, polémicas tanto en el sentido de personalidad, como en el sentido programáticas.

Pero la realidad es que el 55 % de los argentinos y con baja tasa de voto en blanco, acompañó a ese candidato incómodo y a sus propuestas incómodas ¿Cómo es posible que instituciones como universidades nacionales, cámaras empresarias, sindicatos y organizaciones de la economía popular no hayan podido convencer a sus integrantes de acompañar la propuesta de Massa? ¿Cómo es posible que, siendo Javier Milei, un enemigo declarado de las organizaciones gremiales, estas no hayan podido encolumnar a sus representados para enfrentarlo con su voto? Creemos que ello es producto de dos temas distintos, uno tiene que ver con la falta de representación de muchos sectores de la sociedad argentina que viven del autoempleo, de trabajos precarizados sin derechos y sin relación directa con los derechos y el Estado. En muchos casos visualizando a sus familiares, amigos y/o vecinos que sí logran hacer valer algún derecho frente al Estado (plan Potenciar Trabajo, cooperativas, salud sindical, convenio colectivo, educación pública de calidad).  En la lógica de sálvese quien pueda, hay personas que reaccionan no peleando por acceder a ese derecho, sino protestando por aquel que accede.

Por otro lado, están aquellos que son representados, afiliados a algún gremio laboral, estudiantil y/o empresarial, pero donde la visualización de esa entidad no cumple con las expectativas de los afiliados. Además, hay que tener en cuenta la desconfianza frente al sindicato porque “son todos vendidos y hacen sus negocios”; pero al mismo tiempo, considerando que los derechos que goza como trabajador, estudiante, empresario se van a mantener, gobierne quien gobierno. Milei, Macri, Bullrich o Massa.

Me surgen dos ejemplos de estos días. El primero es el encargado de un amigo que manifestó en sus redes que votó a Javier Milei ¿piensa acaso que el consorcio no se va a envalentonar por la lucha anti derechos laborales de Javier Milei, no arrasara con él y sus derechos? ¿Y el sindicato, no sabía que si ganaba el candidato liberalista, el no iba a ser un blanco de su ataque, y por lo tanto debía concientizar a sus afiliados acerca de dicho problema?

El segundo ejemplo fue un empleado de un supermercado de cadena, que discutía con una mujer, el lunes 20 a la mañana. La conversación comenzó cuando él le preguntó a la clienta ¿cómo está?  Y la mujer le contestó: “¿Cómo voy a estar con lo de ayer?” Y el muchacho, de no más de 35 años, le respondió: “Al fin se van acabar los planeros, todos a trabajar como yo ¿Cómo puede ser que un planero y/o una embarazada gane 250.000 pesos y yo gane menos?“ La reflexión del muchacho es así, igualar para abajo, no que su sindicato obtenga mejores salarios de las empresas supermercadistas que facturaron millones durante la pandemia y que no “repartieron” a sus empleados ¿Cómo reaccionarán, el portero y el empleado cuando descubran que los van a “igualar para abajo”? Que van a ser igual que los planeros porque no van a tener derechos laborales; pero eso sí, ninguno va a tener planes.

Este apartado que suena moralizante, no pretende, como hicieron los críticos del Peronismo (Martínez Estrada y/o Sábato, entre otros), decir que el votante de Milei es guiado por el “rencor”; sino que son fruto de condiciones sociales que fragmentan a los sectores trabajadores y los enfrentan unos con otros. Una vez más vale remarcar que allí se fortalece el discurso de Milei.

UN COMIENZO EN LA REFLEXIÓN DE LO QUE PASÓ

En esta nota, síntesis de una época, remarcamos aspectos que venimos insistiendo en esta columna: la falta de representatividad de las organizaciones sociales y políticas, la fragmentación de la sociedad argentina en mil pedazos y como fruto de esta, la carencia cada día más de los espacios comunes que integren a esos fragmentos de sociedad. No hay Argentina, si no tenemos lugares comunes, donde nos encontramos y nos reconocemos.

Esa realidad estructural aparece limitando las opciones de las fuerzas políticas que presuponen el bienestar colectivo, la soberanía nacional y la propuesta económica regional y/o alternativa (BRICS) y fortalecen la propuesta de los sectores que tienen a la desintegración nacional, la economía de mercado sin regulaciones y la propuesta económica de las potencias tradicionales, encarnadas por EEUU. Inclusive frente a la posibilidad de ganar elecciones, como ocurrió en el 2019, el grado de condicionamiento del instrumento Estado tal cual está en la Argentina hoy (ni hablar el que heredaremos del gobierno de la Libertad Avanza) para mejorar la realidad, es limitado y es funcional a que vuelvan a ganar las fuerzas como las de el presidente electo. Sabemos que también hay factores políticos (disputas internas de UxP), incapacidades de gestión, falta de un proyecto programático consistente y la pandemia, explican la victoria de Milei presidente. Solo queríamos remarcar la necesidad de que cualquier fuerza progresista que pretenda gobernar la Argentina, tendrá que modificar de raíz las condiciones sociales y el rol de Estado en la Argentina.