¿EXISTE LA NACIÓN ARGENTINA?

Quizás esta sea la pregunta que nos hagamos el día siguiente al balotaje, puesto que, si gana uno de los candidatos, esto va a estar en discusión. Y es que, si gana Javier Milei, se ponen en duda las capacidades políticas de los argentinos. La posibilidad de ser un ente autónomo de otros países del mundo. Porque no es solamente la critica a “la casta política” sino a lo que los argentinos votan. Javier Milei habla de los políticos, pero no dice la otra parte de lo que piensa, y es que los argentinos no podemos manejar nuestro Estado, ni nuestra economía, ni nuestra salud, ni nuestra educación, por eso tendría que ser todo privado. La Nación tendría que depender de otra Nación (si es que ya no depende lo suficiente) para progresar.  La generación del 80, que Milei dice admirar, se horrorizaría con lo que él piensa del país y sus habitantes. Alberdi se revuelca en su tumba. Porque para esa generación y para Alberdi, el Estado es imprescindible para el ordenamiento de la realidad social y la democracia.

LA ALIANZA ESPERABLE

Cuan creíble es un candidato que por la desesperación de ganar, se apoya en su contrincante, y desanda un camino que lo definió: su intransigencia frente a la casta política. Ya lo había desandado con su alianza circunstancial con el sindicalista gastronómico Barrionuevo, pero como era un acuerdo logístico, no tenía la transcendencia de su actual alianza con el fundador/dueño del PRO y su presidenta, la derrotada Patricia Bullrich.

Cuan creíble es una candidata que tras la desesperación de haber perdido, se abraza con aquel que la difamó y que presentó un programa impracticable, que dejó fuera de juego su programa practicablemente de derecha.

Cuan creíble es la foto Macri, Milei y Bullrich, por más esperable que sea esa alianza anti kirchnerista, anti peronista, para aquellos que votaron a Milei y a Bullrich. En gran medida, de esa credibilidad despende el futuro del país.

EL FINAL DEL KIRCHNERISMO

Esta es la frase que Javier Milei usó una vez terminada la elección general, es la frase que Patricia Bullrich y Mauricio Macri esgrimen para aliarse a un proyecto “inestable” e “infiltrable” del liberalista.

El intento es claro, terminar con la expresión política que fue hegemónica en los últimos años en el peronismo y en el “campo nacional y popular”. De lo que se trata es juntar toda la incomprensión junta frente a este fenómeno político, y sumarlo al candidato Javier Milei, que se cuidó bien en toda la campaña de hablar mal de la Vicepresidenta y de su comitiva.

Lo que hay que decir, en favor a la verdad, es que la única forma de que el kirchnerismo disminuya su intensidad, o en palabra de una anti kirchnerista “desaparezca” es que gane Sergio Massa. El peronismo se reconfigurará, y se organizará de otra manera. Por decirlo de otra forma, en el caso que gane Javier Milei, toda la disputa con su programa y sus planteos privatistas y desreguladores, se articularan atrás del llamado “kirchnerismo”.

La única forma de que se descentralicede la política argentina del kirchnerismo y que, por lo tanto, se apague el macrismo, es que Javier Milei pierda las elecciones en manos de Sergio Massa. Tendrían que considerarlo todos los odiadores seriales a la hora de dirigir su voto.

Podríamos decirlo de otra manera, la única forma de acabar con la grieta, tal cual existe en la actualidad es votar a Sergio Massa.

LA ARGENTINA QUE SE VIENE

El maximalismo que propone Milei es la destrucción absoluta de lo existente, para que los y las argentinas reciban las reformas por él impulsadas como única salvación. Ya vimos lo que producen la hiperinflación y las megadevaluaciones en los pueblos, un golpe seco del cual es complicado reponerse y que permite disminuir al mínimo los derechos existentes. Si no hay trabajo, que no haya legislación laboral. Que haya menos Estado para pagar menos impuestos, no importa si eso implica menos obra pública, menos salud, menos educación, menos transporte. Que cada uno se arregle como puede. Sergio Massa propone cambiar lo existente y lo hace en forma distinta de cómo gobernó el Frente de Todxs: lo que esgrime, lo ejecuta. No amenaza, sino que actúa, no pretende con alocuciones convencer, sino que lo hace a través de acciones. Uno quiere lanzar una Bomba Atómica, sobre el país, para armarlo de nuevo, solo con los ciudadanos exitosos (no nos dice que hará con los no exitosos). Mientras Sergio Massa intenta hacer equilibrio en el marco de una economía frágil (fruto quizás del otro intento de “renovar” la Argentina llamado macrismo) , definiendo con medidas de gobierno y legislación, efectivizando en el presente, haciendo que los derechos no se esgriman, sino que se cumplan. De esta pulseada saldrá el futuro presidente y el destino de los argentinos.

LA GRIETA QUE PERDURA

Ya planteamos en varias oportunidades en esta columna que hay una grieta social, independientemente de las grietas políticas generadas por doquier en los distintos consumos informativos. La grieta social es la que muestra una Argentina, con pocos espacios para identificarse como argentino. Hay sociedades argentinas, fragmentadas en los distintos consumos, en distintas preferencias. Antes, la sociedad tenia lugares de encuentro, hoy tiene lugares de desencuentro, muros que separan localidades y barrios, distintos tipos de educaciones y de servicios de salud, etc. Sabemos, por sus gestos que Javier Milei solo quiere remarcar las diferencias, imponer al exitoso, por sobre aquel que no tuvo condiciones para progresar. Poner el pie sobre ese argentino, y solo impulsar al que ya tiene impulso, algo así como pan con pan, comida de sonsos. Sergio Massa parece impulsar un estado igualador, que impulse al que no tuvo condiciones de nacimiento, a tener condiciones a partir de una sociedad solidaria. El candidato liberalista nos lleva a una sociedad más fragmentada y violenta, el candidato de UxP intenta acabar con las grietas estructurales y por supuesto, acabar con la grieta política.