¿Qué pasa cuando declina el trabajo, cuando la medición del tiempo falla, cuando el reloj no funciona, cuando la familia ya no es lo que era, y todo empieza a estar en duda? ¿Qué pasa cuando no se ve la fábrica ni el comercio, apenas algo la burocracia, y solo despunta con algarabía y amenaza la hora de la Policía? El inicio del trabajo productivo puede pensarse a partir de la invención del reloj automático. La posibilidad de medir regularmente el tiempo permitió la organización de momentos específicos y controlados mediante los cuales garantizar la productividad, y todo lo que esconde la fragua de fuerza de trabajo + capital + espacio físico recortado. El capitalismo moderno le agradece a la medición formal del tiempo sus mejores horas.

Este verano, en los premios Estrellas de Mar 2023, en Mar del Plata, se produjo un acontecimiento. Quizás haya pasado entre líneas de los otros premiados, nominados y mencionados. Pero una obra de teatro local, realizada con muchísimo esfuerzo por un grupo independiente de la ciudad feliz, mereció dos Estrellas de Mar: Mejor Espectáculo Marplatense y Mejor Dirección. Se trata de HAGA ALGO, teatro del absurdo en tres actos. La directora y dramaturga es Natalia Kramer, cuyo nombre habrá que empezar a tener en cuenta en la escena teatral y en los modos de expresión y decir contemporáneos.

Del otro lado de la fábrica y la hacienda, del comercio y la burocracia, está la familia. La base moral y afectiva de la sociedad, podría decirse. Ese ramillete de vínculos, generalmente labrados en prescripciones religiosas anquilosadas y mustias, que vuelven una y otra vez, tras cada generación, para sostener esa regularidad que tal vez está pidiendo el sistema en otra parte. Esa Ley y ese Orden, por otra parte, es férreamente sostenido por la fuerza pública. Será la Policía, o será eventualmente el Ejército, quienes garanticen esa reproducción, que nadie saque los pies del plato ni amenace romperlo.

En la obra HAGAN ALGO, un matrimonio en decadencia que requiere la asistencia de Bambi, la sirvienta, quién agenda en mano les indica cuándo es la hora de la sensibilización, la hora de comer, la hora de dormir la siesta, la hora del adulterio y demases. Los hijos, que intentan escapar del aislamiento y la impostura familiar, aunque el varón trabaje haciendo un registro meticuloso de la vida cotidiana de la casa y la hija, siempre esperando el llamado de un tal Roberto. Hay dos personajes externos a esa familia, que ya no representa ni siquiera una tradición a la cual remontarse: el municipal Tibio, que no se mete con nadie, que no tiene nada contra nadie, según reza una y otra vez, y el Mendigo, que tiene hambre, hambre y hambre. Y que solo pide un plato de comida de un modo orquestal.

El humor atraviesa esta obra estrictamente del absurdo, del sarcasmo y la revelación social, de muchas maneras. La caracterización de los personajes es trágica y cómica, las situaciones son desopilantes, y finalmente el humor en sí es lo que sostiene tanto la posibilidad de decirnos algo del presente, incluso de esta Argentina desigual, como la única herramienta, quizás, de sobrevivir a ese desarme vital que ha roto todo, aunque siga latiendo. Inscripta lejanamente en Ionesco y Beckett, la revelación marplatense de este verano 2023, la obra HAGA ALGO, podría agruparse muy cerca de las creaciones de Timbre 4 y el grupo Piel de Lava, entre tantas escenas potentes y deslumbrantes que habitan nuestro medio. Hasta allí, hasta acá, están llegando Natalia Kramer y su obra HAGA ALGO, que seguramente podrá disfrutarse en el resto de la provincia de Buenos Aires y del país, en un tiempo no muy lejano.