Resumiendo
Un intento de síntesis de lo que nos ocurre al pueblo argentino en este contexto mundial
Después de más de un año, seguimos intentando pensar lo que pasó, con herramientas del mundo anterior. Aquí intentamos de forma desprolija transcurrir con el lector una serie de ítems que venimos transitando para pensar el gobierno de Javier Milei y la necesidad de cambiar el rumbo para el bien de las mayorías populares.
HIPERCONECTADOS
La cosa es un poco cómo se vive, como esta forma de vivir se generalizó como inevitable y como todos bailamos a su ritmo. De un tiempo para el otro tenemos que estar todos conectados, todo el tiempo, sabiendo lo que está haciendo el otro, ocupando nuestros momentos de fastidio y cansancio.
El “sistema” se arregla para que cada día el pan sea menos pero el circo ha crecido de una forma en que se transformó en pan. Dependemos, necesitamos estar conectados, necesitamos estar todo el tiempo a través de una pantalla siguiendo, escuchando, distraídos con algo que no es nuestra historia. Y eso nos hace un poco insensibles a lo nuestro e insensible a lo que le pasa a otros. Como que no sabemos precisamente a donde estamos. Dónde termina nuestra vida y comienza la de los otros. Es un poco la vida de nuestro presidente, que cree que es un líder mundial, sacándose fotos con Trump o Meloni y/o empresarios; cree que es igual que ellos, pero no se da cuenta, que es un engranaje de otros. ¿Esta forma de vivir no nos construye como engranaje de otros? Somos poco nosotros. Poco lo que nos pasa.
FRAGILIDAD
Se levanta todos los días, llueve, truene, haga calor, esté inundado o muy seco, se toma tres o cuatro colectivos, llega al trabajo, muchas horas, más de lo aconsejado, nunca alcanza. Los beneficios del Estado de Bienestar o del justicialismo en la Argentina le rozan, es un beneficiario en tercer o cuarto grado. Sin esos beneficios, que quizás le tocaron a su familia en otro tiempo, estaría peor, pero no se siente como parte de un colectivo que lo cuida. O lo cuida pero no tanto. Ve a los que son beneficiarios directos o a los indirectos y se siente molesto. Pero también se siente molesto el beneficiario en segunda y primera instancia. Todos los que no son de la Elite están incómodos, de distintas maneras pero lo están. Una forma de vivir que genera incivilidades. Miramos a los otros, nos exaspera su forma de vivir, de hacer, de pensar. No podemos considerar cómo alguien puede pensar, actuar, vivir, decir de esa manera. El maestro de esa irascibilidad es el Presidente, que no puede tolerar la diferencia y solo puede reivindicar al que le va bien. O sea, ninguna vida vale la pena, si no le va bien. De alguna manera todos somos frágiles e irascibles. Nada bueno puede salir de ahí.
INMEDIATEZ
Muchachos, hombres, jóvenes, frente a una cámara diciendo que pueden obtener lo que quieran sin esforzarse, solo teniendo educación financiera. Cadenas de oro, cuatro por cuatro, motos, todo lo que uno puede imaginar, solo con un click en una plataforma que permite comprar todo lo que soñamos. Sin esfuerzo, solo con ser decidido. No hay que estudiar, ni esforzarse, solo pegarle al juego de las inversiones. Sin saber mucho en que se invierte ni que se busca. Poner algo de plata y sacar después más plata. Otro tanto aparece con las apuestas online. Nuestros jóvenes ven padecer a sus padres por plata y bueno ellos consideran que si la consiguen como sea, no padecerán. La plata resuelve todo. Salud, dinero y amor. Todo. Uno decía, primero la salud, después el amor y después la plata, pero ahora lo único importante es la plata. Todos piensan cómo obtenerla lo antes posible, antes de saber para qué usarla, para que hacer las cosas. Pero sobre todo, lo inmediato, que nos resuelva todo, lo que inclusive aún no es un problema. Y bueno, el Presidente es un poco pura inmediatez: las imágenes suyas photoshopeadas, la apariencia por encima de la esencia. Detrás de supuestos teóricos estructurados, sólo aparece lo único que mueve a los hombres: la necesidad de lucro. El fenómeno mundial de la inmediatez tiene escenas contracíclicas (¿son contracíclicas?) en países con planes a largo plazo, con millones de personas haciendo esfuerzos por salir colectivamente. No hay futuro en la inmediatez.
ARGENTINA
Cómo podría describir uno lo que pasó en este último año en la Argentina. Un presidente sin “poder” hizo mucho de lo que quiso. Insultando a unos y a otros, género la imagen de alguien que logró pese a todo, lo que los argentinos necesitan. Acabar con la inflación, desarmar el Estado que beneficia “a unos pocos” y se impuso por sobre la voluntad de “los políticos” que nos llevaron a esta situación. Avanza sin contemplar, porque parecería que todos los lugares por los que transcurrimos los argentinos, están podridos. Entonces él arremete contra nuestros grandes valores, los que nos constituyen, nos hicieron un país diferente en Latinoamérica y el mundo: la educación pública, universal y gratuita, las leyes laborales, el Estado como integrador social, entre otras. Él avanza y parecería que la resistencia no es tanta. O que por lo menos, el tamaño de la respuesta de sus ataques (despidos, ajustes, desregulaciones, etc.) no se corresponde con su agresión. Nada importa la cantidad de perjudicados por el sistema financiero instalado por el gobierno actual. No importa que el gobierno no hable de producción, ni de desarrollo, ni de trabajo, ni de pobreza. Lo que importa es que el gobierno genera una forma de ser mirada efectiva. O los que están enfrente no generan una forma de ser mirados efectivamente. Las variables que controla el gobierno, son las variables que cuentan con el apoyo directo de la élite económica Argentina. Nuevamente, como con el Macrismo, tiene el sueño húmedo de acabar con todo lo popular que nuestro país construyó. La inflación y el dólar son un ejemplo del acompañamiento directo. Otro ejemplo podría ser lo perjudicado que están los sectores concentrados del agro y la industria con la sobrevaluación del peso y la desregulación del mercado. No es el presidente, son los sectores que llegan al poder a través de él.
CONTRACÍCLICOS
Las grandes mayorías de la Argentina tienen anticuerpos para vencer este fenómeno global y su epifenómeno local. Primero la creatividad y resistencia de los que siglo a siglo se contrapusieron de distintas maneras con distintas herramientas (movimientos políticos, sindicatos, cooperativas, mutuales, organismos de derechos humanos) a los proyectos de la élite, y después de momentos oscuros: 1860, 1930, 1955, 1976, 1989, 2001, 2008, 2016 y que ahora 2024 siempre se contrapusieron. Segundo, la multiplicidad de lugares de encuentros de los distintos barrios, educación pública, salud pública, la universidad. Esos lugares de encuentro permitieron forjar una sociedad integrada, el antídoto principal contra la desintegración que proponen al mundo, las nuevas usinas del “capitalismo” (concepto vago y genérico, si los hay). El tercero, el Estado conformado a partir de estas situaciones, que forma profesionales que aún resisten en sus puestos de trabajo, haciendo nada, o trabajando para destruir lo poco que tenían los argentinos para defenderse. Experiencia histórica, capacidad organizativa y construcción de instituciones, son los tres movimientos anticíclicos que pueden evitar que la catástrofe continúe. Pero dicha capacidad organizativa, de experiencia acumulada, necesita una direccionalidad política. Ya dijimos en esta columna, y lo volveremos a decir, no hay espacios para rencillas de poder, las mismas, de alguna manera, nos trajeron a donde estamos.