Hace un mes, la ciudad de Rosario se convirtió en el epicentro de todos los medios nacionales e internacionales, los narcos del siglo XXI parecen conocer de estrategias de marketing avanzada. El ataque al Supermercado de la familia Roccuzzo más el mensaje de su “Community Manager” que tenía la intención de trascender las fronteras que sentenciaba: “Messi, te estamos esperando. Javkin, no te va a cuidar”, colocó a Rosario en tema de agenda mediática, y por ende de la agenda política.

Horas de aire durante la mañana, tarde y noche comenzaron invadir todos los formatos mediáticos. Los datos son inobjetables, en estos primeros meses del año 2023 unas 66 personas fueron asesinadas bajo estas circunstancias (casi por día). En los últimos tres años, Rosario tuvo unos 250 muertos anualmente.

Un niño que fue a comprar una gaseosa resultó muerto tras una balacera entre bandas narcos, esto generó una pueblada de los vecinos que rompieron y saquearon la casa de los presuntos responsables. Esto convierte a la Cuna de la Bandera en un espectáculo para los medios y para la política. Luego de insistentes pedidos del Intendente Javkin durante meses, el gobierno nacional decidió enviar 300 Gendarmes y 100 efectivos de la Policía Federal.

“Rosario siempre estuvo cerca” decía Fito Páez, y este caso lo refuerza. Rosario, en realidad estos barrios focalizados en donde los narcos actúan, se asemeja a muchos lugares del país en donde el Estado está ausente, donde grupos minúsculos paraestatales fijan sus propias normas, y el vecino común se encuentra indefenso.

Sería excesivo decir que la Argentina se está convirtiendo en territorio narco, pero Rosario no puede hacer que el árbol nos tape el bosque. Nada diferencia lo que sucede en el barrio Los Pumas, con lo que ocurre en ciertos barrios del Conurbano como de La Matanza, Quilmes, San Martín, José C Paz, Malvinas Argentinas, Morón, General Rodríguez, Merlo, Moreno, Ituzaingó, Lanús, Merlo, Florencio Varela, Almirante Brown, Avellaneda, San Miguel, Marcos Paz y Berazategui. O barrios calientes de Mar del Plata, Bahía Blanca y La Plata.

Más aún en la Capital de nuestro país la realidad de villas la 31 y 31 bis, la 24-24, Fraga, o la 1-11-14 no están en mejor situación que Rosario en la lucha contra el narcotráfico. Lo mismo ocurre en las provincias invisibilizadas como Tucumán, Santiago del Estero o Salta.

Entonces ¿el problema lo tenemos en Rosario?

a)     Las gigantes fronteras de nuestro país, no parecen estar blindadas, más bien lo contrario; la droga ya convive con nosotros en todos los rincones más inhóspitos de nuestro país; es paradójico, los narcos llegaron con más eficiencia que el Estado a lo largo y a lo ancho del territorio.

b)     Los penales argentinos son un hospedaje interesante para los que controlan la droga, la comunicación con el exterior parece funcionar mejor que el servicio que prestan las compañías telefónicas.

c)      El dinero que acumulan los narcotraficantes es directamente proporcional al aumento de la pobreza y la desesperanza de los jóvenes consumidores, que se convierten en soldaditos en semanas.

Rosario está cerca, porque existen muchos Rosarios en la Argentina, y hoy los medios se concentran allí, pero son muchos los barrios en el país que están “presos” de este flagelo, son miles los padres que están reclamando hace años, para que el Estado aparezca combatiendo el delito y que cumpla su función básica: el Monopolio legítimo de la coacción física. Hasta ahora no lo han logrado, la Cuna de la bandera no es la excepción.