¿Qué dejó la elección en CABA? ¿Cómo impacta en el mapa político nacional? Este análisis recorre siete claves para entender el avance territorial de La Libertad Avanza: su estrategia electoral, el significado del triunfo porteño, la distribución de votos, la participación —menos alarmante de lo que algunos sugieren—, la nueva Legislatura porteña, el foco en Buenos Aires y una conclusión sobre su consolidación como fuerza política. No solo es un partido que ganó una elección nacional, es un proyecto político con hambre de expansión territorial.

1. Un antes y un después. Con la elección del domingo en la Ciudad de Buenos Aires, son seis las provincias que pasaron por las urnas este año: Santa Fe, Salta, San Luis, Jujuy y Chaco. Lejos de repetir fórmulas que fallaron, La Libertad Avanza parece haber tomado nota de los fracasos provinciales de 2023. En algunas provincias optó por jugar sola; en otras, eligió asociarse con referentes locales. Pero en casi todos los casos, mostró una lectura táctica más aguda, prueba de un armado político que afinó la puntería y redefinió su estrategia.

La elección de CABA no es una más, marca un antes y un después en el mapa político y electoral nacional. Tras los buenos resultados en Salta, Jujuy y Chaco, el desembarco de La Libertad Avanza en la capital tuvo algo especial. Es la primera vez que el partido se impone provincialmente con sello propio, sin alianzas ni socios circunstanciales. Y lo hizo nada menos que desbancando al PRO, principal espacio opositor al peronismo durante más de una década, en su propio bastión electoral, territorio que lo vio nacer. Nada mal para un proyecto que, hasta hace poco, se lo subestimaba de moda pasajera.

2. La elección de CABA en general. Por primera vez como candidato, Adorni no solo debutó en la competencia electoral, sino que lo hizo ganando con una diferencia de 45.625 votos contra Leandro Santoro. El voto a Adorni parece condensar tres claves. Primero, se premió la gestión nacional del espacio, la campaña fue explícita en presentar la idea “Adorni es Milei” y ese mensaje caló. Segundo, hubo una clara señal de castigo al oficialismo local, la gestión macrista en la Ciudad viene acumulando críticas y los votantes no dudaron en abandonar electoralmente el frente que votaron por más de 18 años. Tercero, la ausencia de opciones atractivas por fuera de La Libertad Avanza y de los partidos tradicionales, en un escenario marcado por la fragmentación y el exceso de oferta electoral, dejó el terreno libre para una victoria sin obstáculos.

Lo interesante es que aunque el oficialismo porteño decidió desdoblar la elección para territorializarla, la votación terminó, en los hechos, nacionalizándose. O, tal vez, ocurrieron ambas cosas al mismo tiempo, se plebiscitó a Milei y se castigó la gestión local. En una campaña que no pareció verse afectada ni por el escándalo del presunto pago a militantes, ni por la difusión de videos con noticias falsas, ni por la falta de una figura con trayectoria o arraigo político en la Ciudad, La Libertad Avanza logró consolidarse como la gran ganadora. Un dato no menor: el espacio que en 2021 había obtenido el 16,5% de los votos y que en 2023 llegó al 13,8% en primera vuelta, ahora duplicó porcentualmente ese caudal.

3. La elección de CABA en particular. La distribución geográfica del voto dice mucho más que lo que reflejan los porcentajes agregados. En elecciones anteriores, LLA logró imponerse en varios circuitos del sur porteño, tradicionalmente vinculados al voto justicialista y caracterizados por mayores niveles de vulnerabilidad socioeconómica. Ese patrón inicial hizo que se interpretara su irrupción como una expresión del malestar popular en los márgenes del sistema.

Sin embargo, el escenario en 2025 fue distinto. Aunque LLA mantuvo buena parte de su base electoral en el sur, amplió profundamente su base de apoyo hacia el norte de la ciudad, en comunas de ingresos medios y altos, donde históricamente predominó el voto al PRO. Esta expansión revela un desalineamiento electoral relevante: parte del electorado tradicional del macrismo migró hacia las filas libertarias, probablemente en busca de un nuevo vector de representación que exprese el agotamiento con las propuestas del espacio amarillo. El PRO, que durante años fue predominante en la Ciudad, muestra hoy una merma estructural en todos los territorios, sin excepciones, y enfrenta el dilema de redefinir su identidad o resignarse a una progresiva pérdida de centralidad.


Por su parte, el Frente de Todos exhibe un desempeño territorial más estable, sin grandes caídas ni tampoco buenas sorpresas. Los mapas no muestran un crecimiento electoral, pero tampoco una pérdida de votos que contrasta con el derrumbe del PRO y la aceleración del ascenso libertario. En este sentido, la lectura territorial de los resultados permite ver no solo qué fuerza crece o cae, sino también dónde ocurre este desplazamiento y como se reconfiguran los clivajes sociales y políticos que siguen estructurando el mapa electoral porteño.


4. ¿La participación? Otro dato que no puede pasarse por alto es el de la participación: está mal comparada. Su caída es menos abrupta de lo que titularon algunos medios, ni tiene una diferencia de 17 puntos comparada con anteriores. Esto se debe a que el cálculo actual (53%) incluye a votantes migrantes recientemente incorporados al padrón de manera automática (2018), muchos de los cuales tienen una baja cultura de participación política (participó el 18,7% en 2021 y 19,63% en 2023). Este factor distorsiona las comparaciones anteriores que solamente se hacen con votantes “nativos”. Algunos análisis incluso buscaron comparar elecciones ejecutivas con esta legislativa, o legislativas nacionales con esta elección, que fue por primera vez una legislativa local. La participación fue baja, sí, pero el dato exige una lectura más fina.  Aun con ese matiz, el escenario sigue siendo real, hay una merma en la participación electoral a nivel nacional y provincial desde la redemocratización a la fecha, lo que podría ser una señal de erosión en la legitimidad de las instituciones democráticas, es decir, hay una parte de la ciudadanía que lentamente deja de percibir el resultado de las elecciones, cualquiera sea, como algo que impacte en su vida cotidiana.

5. Impacto de la elección en la Legislatura local. Las consecuencias de esta elección también se sentirán con fuerza en la Legislatura porteña. El peronismo contará con 20 de las 60 bancas, La Libertad Avanza ocupará 13 y el PRO quedará relegado a 11. Por primera vez en muchos años, el partido que gobernó la Ciudad durante casi dos décadas no podrá sancionar leyes sin sentarse a negociar con otras fuerzas.

Esto abre dos escenarios posibles. Por un lado, podría desatarse una avalancha de proyectos que se busque aprobar antes de fin de año, aprovechando los nuevos alineamientos. Por el otro, podría marcar el inicio de un giro más marcado hacia la derecha en materia de políticas públicas, con un empuje de La Libertad Avanza hacia una agenda más afín al ideario libertario. Aún en este escenario, necesitará otra fuerza política para alcanzar los consensos que se necesitan para sancionar leyes. Lo que está claro es que la configuración legislativa cambió, y con él, las reglas del juego en la Ciudad.

6. ¿Qué pasa después de la elección en CABA? La Libertad Avanza ganó en CABA el domingo, pero ya está mirando hacia la provincia de Buenos Aires. El discurso de Adorni, con su invocación a la tabula rasa, no fue casual, habla de un partido en plena expansión. De una fuerza que pasó, en tiempo récord, de no tener experiencia subnacional a conquistar la presidencia y proyectar la creación de estructuras propias en los territorios provinciales.

Estamos ante un posible desplazamiento de los sellos políticos tradicionales. Pero eso no necesariamente implica un recambio de figuras,  muchos actores seguirán siendo los mismos, aunque bajo nuevas reglas y, sobre todo, bajo nuevas lealtades. Lo que viene es una etapa de disciplinamiento. El mensaje es claro: sumate o correte.

7. Un partido con hambre. Por todo esto, la elección en CABA marca un verdadero punto de inflexión. La Libertad Avanza no solo confirmó que puede ganar sola, sino que también demostró que sabe cómo y cuándo jugar, cuándo aliarse y cuándo apostar al sello propio. Sus triunfos en las provincias consolidan una estrategia que, hasta ahora, viene dando resultados.

Si algo quedó claro es que La Libertad Avanza no solo busca competir electoralmente, busca afianzar su poder territorial en las provincias y lo está haciendo con método, lectura política y ambición. Aún quedan Misiones, Santa Fe, Formosa y, sobre todo, la provincia de Buenos Aires, donde se librará la contienda más decisiva antes de las elecciones nacionales de octubre. Todo indica que lo que pase ahí marcará el tono del nuevo mapa político nacional.