El primer mes de gobierno de Javier Milei se ha caracterizado por una intensa actividad en sus redes y medios, donde no solo ha acusado de coimas a diputados y senadores, sino que también ha protagonizado enfrentamientos con fuerzas opositoras. También lo hemos visto dirigir críticas hacia los gobernadores que han cuestionado sus decisiones y llevar adelante una fuerte reducción del gasto público, como así también la eliminación de secretarías y ministerios del gobierno anterior. Podemos asegurar que no perdió el tiempo ni un segundo y comenzó su gestión apostando muy fuerte al cambio prometido.

Esta postura y forma de manejarse, más que un enfoque político convencional, parece sumergir al Presidente en una realidad paralela, especialmente en comparación con las expectativas de la mayoría. O por lo menos a lo que estamos acostumbrados. Lo que deja en evidencia una vez más que aún no hay quien pueda anticipar sus opiniones, comportamiento o decisiones. No hay manual que sirva con este nuevo modelo de liderazgo. Y el discurso que dio en Davos es una muestra más de esto.

Sin embargo, es crucial destacar que ahora Milei se encuentra en una encrucijada en el Congreso, aguardando el respaldo necesario para la aprobación de la Ley Òmnibus - que posiblemente suceda con modificaciones-  y del mega decreto que presentó en sus primeros días, poniendo en evidencia la necesidad de consensos y acompañamiento en esta travesía.

En este primer mes, el Presidente no ha intervenido ante las amenazas al gobernador de Santa Fe y su familia, pero sí ha señalado la mala administración de los recursos por parte del gobernador de La Rioja, Ricardo Quintela. Por otro lado, impulsar leyes que afectan las economías regionales y no resolver qué se hará respecto al regreso o no del impuesto a las ganancias en relación a las provincias revela una falta de certezas o proyección política desde el gobierno nacional. Por este motivo, los desafíos en la formación de equipos políticos consistentes han quedado evidenciados en la ausencia de diálogo estas semanas con los gobernadores y un fuerte respaldo del Congreso. Escenario que se fue modificando estos últimos días al acercarse a la fecha límite para una postura final en el recinto legislativo.

Mientras todo esto sucedió a lo largo de las primeras semanas, en la comunicación de Milei se siguió utilizando una fuerte narrativa política donde se responsabiliza a la casta política de los problemas ya existentes y los que podrían surgir en el futuro. Es destacable recordar cómo en su discurso de asunción, detallo un escenario calamitoso y buscó incidir fuertemente sobre la gestión de expectativas de los ciudadanos.

Mientras peor sea el escenario futuro, más apoyo debería tener en las decisiones que debe tomar para contrarrestar las consecuencias, y a la vez, cualquier mala noticia más leve que su predicción del futuro argentino termina siendo una victoria. Y desde este encuadre evidencia que cualquier desacuerdo con sus medidas podría llevar a una hiperinflación y un estallido social.

De esta forma, Milei insiste en que o se le acompaña o aquellos que se opongan serán los responsables de la mayor crisis económica y social en el país.  Si hay algo que no podemos negar es que apostó fuerte por sus ideas. Tomó el apoyo ciudadano de las elecciones como un manto protector para sacar fuertes medidas los primeros días de su gobierno y puso a todo el país en vilo a la espera que se definan estas medidas. 

En resumen, el primer mes de gobierno de Milei ha sido caracterizado por la confrontación, falta de diálogo y ausencia de soluciones nuevas a los desafíos económicos preexistentes. Pero si hubo un gran acierto, puso una vez más en evidencia a la política y su falta de madurez y profesionalismo.

En el Congreso se juega el destino de lo que suceda los próximos cuatro años - o los próximos meses- y ha costado mucho ver intervenciones al nivel de lo que se discute, por el contrario, se evidencia una vez más la disputa de poder. Se debaten temas de gran trascendencia y la mayoría sigue hablando como si estuviéramos en campaña o en busca del minuto de intervención para que se viralice en las redes sociales.

Y me animo a afirmar que una vez más, terminaremos viendo a “la casta” negociando para mantener algunos espacios de poder. Dando una vez más la razón al Presidente libertario.

 Por otro lado, el presidente sigue generando algunos titulares, como su discurso en Davos. Y la mayor parte del tiempo se sienta a ver cómo “los políticos” siguen jugando a la vieja política. Aún no entendieron que el paradigma cambió, estalló, y ya nada será lo mismo.

En contraste, el Presidente sin lugar a duda, se ha mantenido fiel a sus ideales, a ir por todo y cambiar el país en todos los sentidos posibles. Algunas de las ideas que nos sorprendían en campaña -no todas- hoy están en camino de ser ejecutadas y aún no sabemos qué destino nos espera.

Si tiene éxito, estamos frente a un nuevo modelo de país. Ahora la pregunta que nos desvela a todos es ¿será una Argentina mejor o peor? Considero que no podemos aventurarnos a definirlo todavía; lo que lamentablemente sí sabemos es que el proceso será sumamente desafiante y difícil para muchos, de la misma forma que se perderán grandes conquistas como la paridad de género, la educación y el cuidado del medioambiente, entre otras.