A pocos días de haberse realizado las elecciones PASO del 2023, la opinión publicada parece deshacerse entre la esperanza y la desesperación. En estas hojas intentaremos pensar lo ocurrido y barajar algunas hipótesis de trabajo, aunque es más un borrador, que una afirmación tajante.

LA NO SORPRESA

Como podía pensarse y como la mayoría sabía que iba a pasar, el oficialismo perdió votos en sus principales bastiones electorales: Conurbano, el norte del país y el sur. Es difícil explicar, no el resultado, sino las reflexiones de muchos periodistas, que plantean que la pérdida de votos se debe a la “falta de política”, “las faltas de unión en el oficialismo”, “el sectarismo de algunos sectores”. Estas opiniones, que centran su blanco en los sectores más cercanos a la Vicepresidenta, olvidan que dicho sector planteó el problema de la distribución de la riqueza del cual salió la Argentina, de la Pandemia.  Su planteo general era que no es que la Argentina es un país que no genera riqueza, sino que la distribuye solo para un lado. Y el lado que no recibe desde 2015, justamente es el que vota al oficialismo (peronismo y aliados).  La globalización, el neoliberalismo, el modelo heredado desde el 90 en el mundo después de la caída del Muro, está en crisis y son justamente las fuerzas políticas que pelean contra los efectos de ese modelo heredándolos, los que se ven perjudicados por el voto contrario de los sectores que tienen que representar. La democracia esta acechada, no puede representar programas que vayan en contra de la corriente (una sociedad más igualitaria y de oportunidades) y queda presa de una sociedad de la especulación financiera y de la acumulación de riqueza en pocas manos. ¿Cómo salir de esta tensión, antigua entre democracia y mercado?

LA POLÍTICA, QUE LE GANA A LA ESTRUCTURA

Juntos por el Cambio, después de las elecciones de 2021, sentía marchar a una victoria única, encabezada por Horacio Rodríguez Larreta, sepultando al fundador de la coalición: Mauricio Macri. Dicha fuerza cambiaba el pelaje, y parecía ganarle en primera vuelta al oficialismo del Frente de Todos la partida. Montado en que quizás el Gobierno de CABA ya había puesto dos presidentes (De La Rúa y Macri), el actual intendente ya trabajaba una “alianza amplia” que incorporaba a otros sectores del peronismo. Todo el espectro político de Juntos por el Cambio se volcaba hacia él. Ya pensaba, Rodríguez Larreta, en políticas estratégicas de largo alcance con consenso (salvo con el kirchnerismo). Pero ni toda la pauta vertida por el gobierno de la Ciudad de Buenos Aires, ni su acuerdo con el “aparato” radical, pudo lograr un triunfo de Larreta.

No se trataba en la etapa de las PASO de demostrar la capacidad de dialogo y consenso para definir políticas públicas estratégicas (en las que se compartían cambios estratégicos entre dichos candidatos), sino de condensar el voto duro de Juntos por el Cambio, profundamente antiperonista, que venía frustrado de la experiencia gubernamental de Mauricio Macri y su derrota en el 2019. Ese voto se encarnó tras la figura de Patricia Bullrich, que le molesta todo lo popular que el peronismo tiene de reinvindicatorio de los sectores populares (movimientos Sociales, sindicatos, feminismos, etc). Todos estos sectores impiden “avanzar”, se oponen al “cambio”, son golpistas. En la serie 2001, queda marcada esta idea en donde no es De La Rúa y su insistente política anti popular (ajustes, recorte de salarios, etc), sino que es el peronismo el que fabula en su contra. Esa hipótesis, que alimentó el ex -presidente, enamoro al público radical. No es tanto las políticas que generan pobreza, desocupación y hambre las que generan el malestar popular, sino un sector político que lo azuza; es “el peronismo” el que no deja avanzar los proyecto en la Argentina.

Horacio Rodríguez Larreta intentó suturar esa herida, planteando diálogo, mostrándose más amplio, cuando solo necesitaba ganar en el espacio de Juntos por el Cambio. Un espacio que en términos políticos está concentrado en el anti peronismo.  La política, en la figura de Patricia Bullrich, una política estrecha, agresiva y anti popular (ajuste, disminución de gasto social, anti sindical), pero política al fin, le ganó a la planificación discursiva y a los focus groups.

Por otro lado, el radicalismo que se creía empoderado en su alianza con el PRO, y pensó que le ganaba la partida en la ciudad de Buenos Aires, y calculaba su futura proyección nacional, otra vez se mostró furgón de cola, otra vez se mostró pensando como la fuerza que le permitió cargos, pero le obtura su acceso al poder. El radicalismo está desperfilado, nadie sabe qué piensa frente a las bravuconadas del PRO. ¿Qué tiene que ver el radicalismo con los planteos de Patricia Bullrich y Mauricio Macri? ¿Su antiperonismo? La performance electoral de Patricia Bullrich responderá esta pregunta.

EL ENOJO COMO PROGRAMA

El programa de Javier Milei es claro, enfoca la frustración, el enojo en una programática, el Estado debe ser disminuido a la mínima expresión y la “clase que lo gobierna hace años” debes ser terminada. No hay mucho más, durante años nos hablaron de la Constitución, los derechos, los convenios colectivos, y hay un alto porcentaje de la sociedad que no tienen acceso a nada de eso, que no conoce la cara del Estado, salvo en situaciones de emergencia (hospital) o de inseguridad (la policía) o la educación pública (visualizada como incompleta y parte del paisaje). No es que no querría, sino que no llega, y entonces el discurso de los derechos se transforma en perorata. Esa fue la sociedad Argentina post esquema económico de la dictadura, que el kirchnerismo revirtió, pero no tuvo tiempo de llegar hasta el hueso. En realidad, sintió profundamente que el poder no está en el Estado, sino en otro lado. Y ese poder, como lo hizo en el mundo, fracturó en mil pedazos a la sociedad Argentina. No hay una Argentina donde encontrarse, sino que hay varias. Las ultimas escenas de una materialidad Argentina, en donde todos los sectores subalternos se juntan, fueron los festejos del Bicentenario y en mayor medida las celebraciones de la copa mundial. Esa fragmentación nos lleva a que el enojo puede transmitirse en términos de anti sociabilidad, de agresión; por eso puede ser políticamente incorrecto. También porque la ideología, en un mundo de relatividad y puros estudios de opinión, ordena. Ordena el desorden que genera el propio sistema que Milei deifica como punto máximo de la sociedad humana. El que es la consecuencia de la sociedad actual y su fragmentación, es que la quiere mantener tal cual está, sin trincheras para los más perjudicados. O sea sin la Política y el Estado. Frente a la “corrección” y las sugerencias de los comunicadores políticos, Milei esgrimió ideología, una forma de ver el mundo, desagradable para los estómagos “políticos” e incentivada por los grandes medios de comunicación, y le salió bien.

Hace dos semanas, en mi última cena con amigos, en el pucho de la sobremesa, uno me dice “no voy a votar, o si me levanto enojado, lo voto a Milei”; y parece que la sociedad argentina se levantó enojada el domingo 13 de Agosto.

NO HAY RECETAS MÁGICAS, SOLO REPRESENTAR A LOS PERJUDICADOS

El Frente de Todxs-Unión por la Patria prometió en el 2019 un programa mínimo, tan claro como el de Milei, pero en sus antípodas: hacer valer los derechos, mejorar las condiciones de vida de los argentinos. Eso no pasó, pandemia mediante, guerra y sequía, pero no pasó. Si no funciona una fuerza con su programa ¿por qué no probar otra, con otro? En su expresión más comercial ¿la democracia no es eso? Es elegir distintos candidatos – producto. Como todo mercado, la llegada de algún producto por sobre otro depende de su instalación, su canal de distribución, su llegada a las góndolas ¿Y el derecho a la información? Otra realidad que el oficialismo no cambió. La concentración del mercado de los medios de comunicación, como el de los productos de primera necesidad perjudican a las mayorías. Le ponen un producto sobreevaluado y lo obligan a consumirlo. Si no acontece en los próximos meses, un cambio, sobre todo económico para las mayorías, no tendremos sorpresas electorales y momentos grises se avecinaran para la Argentina.