Estos días son de zozobra en Argentina luego de los resultados electorales del 13 de agosto. Al día de hoy, en cierta medida, pareciera ser que Javier Milei ya tiene ganada la elección general del 22 de octubre. Es más, podría vencer en primera vuelta sin necesidad de ir al ballotage. Muchos son los análisis que se están haciendo en torno a esto, ya empiezan a aparecer datos de encuestas, el perfil de sus votantes, qué le conviene decir y hacer a cada candidato, pases de factura, y un largo etcétera sobre las alternativas en juego. De modo que, en un marco de perplejidad, la discusión pública gira en torno a este candidato que, en pocos años, surgió disruptivamente frente a una clase política que no le resolvió problemas a la población o que, más aún, los profundizó constantemente, trayéndole más.  

Varias voces que clasifican a Milei de ultraderechista -exagerando las cosas, a veces, se lo compara con Adolf Hitler- hacen hincapié en algunas de sus disparatadas características personales o en ambas cosas a la vez. Sin embargo, dado que Milei dice luchar contra "la casta" (partidos políticos, políticos profesionales), para anticipar -con limitaciones- algo del futuro no resulta baladí preguntarse si Milei es ya un político profesional, si lo será oportunamente o si, efectivamente, enfrentará a la casta y gobernará mediante plebiscitos y decretos. Si esta última opción se concretara, en el caso de que Milei llegase a ser presidente, no sabríamos ante lo que nos enfrentamos. La democracia argentina, al igual que en otros lugares del mundo, evidenciaría -aún más que ahora- que estará en un proceso de transformación profunda, aunque no sepamos dónde culminará esto. Ingresamos en terra incognita

De modo que al intentar explorar lo desconocido, aquello que quedará al descubierto en poco tiempo, y en línea con las discusiones públicas que se están generando, quisiera detenerme a hipotetizar sobre la cuestión de cuán político profesional es Milei. O, en todo caso, sobre su accionar en la política. En cierta forma, estos días "la casta" espera a Javier Milei con los brazos abiertos (Carlos Pagni, lunes 28 de agosto) y ya hay movimientos en ese sentido (Dante Avaro, Diagonales, domingo 27 de agosto). 

Así, para responder a la pregunta sobre las características políticas que llevaron a Milei a la buena situación electoral en la que se encuentra, considero que pueden elaborarse tres hipótesis. Más allá del ejercicio intelectual que ello implica, lo que la realidad termine demostrando determinará esa terra incognita que pisaremos en pocos meses. Una de estas hipótesis ya se mencionó: estaremos haciendo una inmersión en lo impredecible a partir del 10 de diciembre si Milei sólo gobernara radicalmente contra la casta sin haber incorporado sus tradiciones, tiempos, lugares, conductas, actitudes y aptitudes. Esta hipótesis se vincula con las caracterizaciones de Milei como ultraderechista que, junto a sus características personales, harían que su gobierno y la gobernabilidad sean bastante difíciles de anticipar, en el contexto de las derivas autoritarias de las democracias actuales.

No obstante, una hipótesis más plausible pareciera ser que Milei estas semanas, además de mostrar sus características leoninas, también está evidenciando o incorporando rápidamente la astucia del zorro. En efecto, no es casual, en tal sentido, que después del largo raid mediático post electoral y de electrizantes apariciones públicas, este candidato haya desaparecido virtualmente esta tercera semana después del 13 de septiembre. A no ser que haya tenido una crisis emocional o alguna experiencia de tipo místico que lo haya llevado al aislamiento (lo cual, si bien no parece ser el caso, podría ser factible); esta supuesta falta de movimiento estaría evidenciando todo lo contrario: los movimientos, contactos y negociaciones que se hacen en la política, generalmente en secreto. Por tanto, bajo esta hipótesis, Milei podría llegar a la presidencia no sólo con la energía y la fuerza del león, sino también negociando e incorporando políticos de "la casta" a sus filas, de manera que obligaría a todos los partidos políticos tradicionales y a todos los políticos profesionales a que se reorganicen y aggiornen si no quieren perecer. Dicho sea de paso, esa obligación no sería nada difícil para quienes manejan con excelencia el arte de lo posible. Qué hará Milei desde el 10 de diciembre lo sabremos desde aquel momento, pero bajo esta segunda hipótesis podría anticiparse-al menos- un comienzo presidencial tranquilo y una transición sin demasiados sobresaltos, más allá del asombro de la opinión pública ante lo novedoso. Que sea tranquila no implica que, tal como estamos acostumbrados en Argentina, haya desorden, protestas, saltos inflacionarios y devaluatorios, y otros etcéteras, porque Milei, tal vez, tome algunas decisiones que los demás políticos no se animan a tomar. Él sería el encargado de hacerlo. Son de esas decisiones que ciertos sectores de la población están esperando desde hace tiempo, aunque sobre todo desde hace unos diez años. Y que, como él dice que las tomará enérgicamente, ello explica, en parte, que haya sido el candidato más votado en medio de la bronca y la incertidumbre reinantes en el país.

La tercera hipótesis, sin embargo, nos hace pensar en si Milei -siguiendo con una libre utilización de Maquiavelo- no usó su león astutamente, es decir, si no es un zorro disfrazado de león desde sus primeras apariciones mediáticas hace muchos años. En tal caso, podría pensarse que, al margen de que la suerte y las circunstancias siempre ocupen un lugar importante en política, Milei ya había tenido su iniciación hace tiempo en "la casta" y ya había establecido los lazos, las relaciones y las negociaciones que lo llevaron hasta donde está hoy. Habría que precisar cuándo ocurrió ese rito de iniciación, si éste fuera el caso, porque no sería un dato menor. Más allá del tinte conspiratorio que pueda haber en esta posibilidad, algo parece estar claro, tal como se está advirtiendo en distintas discusiones públicas, y es que en el futuro todas las de perder las tendrían muchos de los políticos de la alianza Juntos por el Cambio que, quizá, bastante más que los políticos peronistas, tengan que aggionarse o tomar decisiones sobre si podrán seguir viviendo "de la política". Por el contrario, eso no sería así para gran parte de los políticos del partido mayoritario ni tampoco para Mauricio Macri y sus más cercanos amigos políticos, no sólo porque él vive para la política y no de la política, sino también porque ha dado ya varias muestras de que es otro de los políticos argentinos que, en las últimas décadas, ha demostrado ser un zorro astuto, a pesar de los avatares de su gobierno.

En cualquiera de las hipótesis, ¿se avizoran en Argentina tiempos de cambio profundo o, tan sólo, algunas cosas cambiarán para que, en el fondo, nada cambie? Sólo adentrarnos más en terra incógnita nos brindará las respuestas y, quizá, recién allí tendremos evidencia para confirmar alguna de las hipótesis propuestas u otra no vislumbrada.