Y muchos marines de los mandarines

Que cuidan por vos las puertas del nuevo cielo

Queso Ruso - Patricio Rey y sus Redonditos de Ricota

En las tragedias griegas, la intervención divina era el recurso narrativo que permitía resolver aquello que parecía ya definido por el devenir de los hechos. La fuerza externa que descendía desde las alturas operaba sobre los mortales sin pedir permiso, a veces a favor, a veces en contra, pero siempre desde un lugar de poder inalcanzable. Ese recurso, conocido como deus ex machina (del griego ἀπὸ μηχανῆς θεός, “dios desde la máquina”), consistía en las interpretaciones teatrales, literalmente en un mecanismo escénico que hacía descender a un actor disfrazado de dios para alterar el rumbo de la trama.

Podemos encontrar ejemplos como la travesía de Odiseo y su tripulación, quienes deben enfrentarse repetidamente a la furia de Poseidón y que en distintos momentos del viaje reciben la ayuda de Apolo y Afrodita. De manera similar, el recurso literario aparece en los relatos de Hércules y sus famosas misiones. A lo largo de los doce trabajos, el héroe se enfrenta a desafíos imposibles de superar por sus propios medios: limpiar los establos de Augías, capturar al jabalí de Erimanto o enfrentarse a la Hidra de Lerna. En varias de estas pruebas, se producen intervenciones divinas o ayudas extraordinarias –como el suministro de armas, consejos estratégicos o la asistencia directa de Atenea y Hermes– que permiten que Hércules cumpla sus objetivos. Estas intervenciones externas, imposibles de prever por los protagonistas permiten resolver conflictos que exceden las capacidades humanas y mostrar la influencia del destino o de fuerzas superiores sobre la acción de los mortales.

Un caso moderno lo encontramos en “La Guerra de los Mundos" de H. G. Wells y su versión cinematográfica de Steven Spielberg, en la que los alienígenas son derrotados por los virus y bacterias terrícolas para los que sus organismos no estaban adaptados, siendo que la humanidad se salva de una derrota casi segura por la superioridad armamentística de los invasores.

Ahora bien, ¿qué hay de aquello que dicen que a veces la realidad supera la ficción? La política argentina es una quimera rara, para seguir con el tono mítico ¿Y si el salvataje de los Estados Unidos a la Argentina es un deux ex machina de nuestros tiempos? ¿Serán los dólares del Uncle Donald los que rescaten a un modelo que encuentra límites a su propia lógica?

LLEGAR A OCTUBRE COMO SEA

Hace poco más de dos meses el Ministro de Economía, Luis "Toto" Caputo dijo en un evento en la Universidad Austral que si los actores económicos consideran que el precio del dólar estaba barato y veían una oportunidad para hacerse de ellos, deberían hacerlo (lo cual quedó inmortalizado con la frase "comprá campeón, no te la pierdas"). La frase llegó a oídos del mercado y el mercado compró. El valor del dólar pasó de $1245 en julio y llegó hasta $1524 el viernes 19 de septiembre, un 22,4% más. El efecto contagio hacia el resto de las variables financieras fue casi inmediato, el riesgo país superó los 1400 puntos, los bonos soberanos cayeron sólo ese día un 13% (acumulando una caída de entre 20% y 25% en septiembre) y el valor promedio de las acciones de empresas argentinas que cotizan en Wall Street fue de un 6% (empresas como Grupo Financiero Galicia, Supervielle, BBVA Argentina, Banco Macro o Edenor cayeron alrededor de un 13%). Cuánto de está volatilidad se trasladará a los precios es lo que en definitiva le importa al ciudadano de a pie, más cuando se bajaron barreras comerciales y se utilizó la importación de bienes de consumo para que compitan con los nacionales y fuercen los precios a la baja. Para saber esto tendremos que esperar al dato de inflación de septiembre, cuando falten apenas dos semanas para las elecciones.

Para agregar mayor incertidumbre al contexto actual, en plena escalada del dólar, el Ministro Caputo dijo el 18 de septiembre en el streaming oficialista Carajo que usarían hasta el último dólar para sostener el techo de la banda. En este sentido, el Ministro descartó de plano cualquier cambio de esquema cambiario por parte del Gobierno. Entendible en una partida de Truco en la que un jugador intenta desconcertar al adversario y desafiarlo a que se vaya al mazo, pero resulta una frase poco feliz para defender la política cambiaria que le costó al Banco Central en sólo tres días unos US$ 1100 millones. Además es válido preguntarse, siguiendo la lógica del Ministro, ¿De quién está defendiendo el techo de la banda el Gobierno? ¿Acaso fueron miles de pequeños ahorristas asustados por el "riesgo kuka" que salieron desesperados a comprar dólares o el Gobierno fue contra las corporaciones que tienen línea directa con Casa Rosa y el Ministerio de Economía? En este sentido parece más lógico preguntarse ¿cómo se sostiene un esquema de venta condicionada a una demanda que puede tender a sobrepasar el techo que el Gobierno le pone al dólar si salen más de los que entran y encima Argentina afronta vencimientos de bonos y pagos a organismos multilaterales (incluyendo al FMI) por US$ 28.000 millones en los próximos meses, siendo que sólo entre octubre y diciembre quedan por afrontar US$ 3.295 millones con organismos multilaterales y tenedores de bonos?

La última pregunta podría responderse en el corto plazo (léase las elecciones del 26 de octubre) con el anuncio de la baja de retenciones al sector agropecuario al 0% hasta el 31 de octubre, con la esperanza de que el campo liquide unos US$ 7.000 millones. Es interesante leer este dato en función de cuánto deja de recaudar el Estado en este concepto, siendo que se excusa de financiar determinadas políticas públicas sosteniendo que no cuenta con los recursos necesarios para afrontar los gastos. A modo de ejemplo, tras el veto del Ejecutivo y la insistencia del Legislativo, el Ejecutivo tuvo que promulgar la Ley de Emergencia Nacional en Discapacidad (Ley 27.793), pero condicionó su financiamiento a la aprobación del Proyecto de Ley de Presupuesto para el 2026. En otras palabras, el Ejecutivo que es el responsable de la Administración Central, deja una cáscara vacía adrede diciendo que este año sólo las Pensiones no contributivas por discapacidad le costarían al Estado unos $ 2.166.985.900.000 (lo que equivale a un 0,26% del PBI) y condiciona el financiamiento de la partida hasta que el Legislativo le diga cómo se pagaría recién en 2026. Sin embargo, el mismo día que sostiene lo anterior, el Ejecutivo anuncia que dejará de recaudar por derechos de exportación en 2025 unos $ 2,2 billones o dicho de otra forma entre el 0,23% y el 0,26% del PBI. Más sencillo: la plata está, el problema es de dónde sale, cómo se distribuye y al fin y al cabo al bolsillo de quién va. Desde ya que el sector agropecuario podría sentirse habilitado a reclamar que la quita de las retenciones se extienda más allá del 31 de octubre y no se vea obligado a liquidar su producción de manera apresurada frente a una posible devaluación post electoral. Llamativo, en Argentina el antipopulismo se indigna selectivamente según quién defina la política económica del país. Cuestionable por el tiempo, la forma y el impacto en las cuentas públicas, la eliminación de la cuarta categoría del impuesto a las ganancias por parte del Ministro-Candidato, Sergio Massa, en la víspera de las elecciones del 2023 fue tildada de electoralista y populista por buena parte del arco opositor (dato de color, cuando era diputado Javier Milei votó a favor del proyecto impulsado por el massismo y ya en el Ejecutivo volvió a impulsar su reposición).

Volviendo al eje de la cuestión, parece que la única prioridad del Gobierno de cara al 26 es contener el dólar a cualquier costo, evitando generar impacto en precios y que eso no se traduzca en un malestar del electorado. ¿Y después? Ya se verá… Ahora bien, qué pasará si el miedo a perder el empleo, las dificultades para llegar a fin de mes y el recorte en prestaciones públicas tienen mayor peso a la hora de definir el voto. Las elecciones legislativas de la Provincia de Buenos Aires ya dieron una respuesta tentativa, la heladera vacía es una imagen más tangible que el superávit presupuestario y una macro “ordenada”.

READY TO DO WHAT IS NEEDED

El fin de semana trajo algo de calma a la vorágine de la semana pasada en el mercado y hacia el filo del domingo comenzó a esbozarse en el Equipo Económico una posibilidad que estaba planteada desde abril de este año con la visita del Secretario del Tesoro estadounidense, Scott Besset. La idea de que el propio Gobierno de Donald Trump sea quien le brinde oxígeno a las alicaídas reservas argentinas cobraba forma y los doce viajes del propio Milei a Estados Unidos (incluido el que comenzó este martes 23 de septiembre con motivo del inicio de la Asamblea General de las Naciones Unidas), parecen haber traído resultados. El propio Besset en una seguidilla de tweets planteó por la mañana del lunes 22 de septiembre que todas las opciones para estabilizar la economía argentina estaban sobre la mesa, ya sea a través de un swap (como el que Argentina ya tiene con China), compra directa de bonos soberanos o acceso a fondos de estabilización del Tesoro. Todos tecnicismos más propios de los economistas, pero que en el fondo plantean que Estados Unidos hará whatever it takes (“todo lo que sea necesario”) para sostener al Gobierno argentino.

Basta mirar el mapa geopolítico para entender la necesidad de Trump de tener un aliado de peso en Latinoamérica, cuando la región mayoritariamente da la espalda a Estados Unidos y mira con mejores ojos una alianza con China. Así el México de Sheinbaum es acusado de hacer poco y nada para detener el flujo migratorio hacia su vecino del norte, lo que condiciona la continuidad del acuerdo de libre comercio vigente desde los noventa (NAFTA, que también incluye a Canadá). Con Venezuela la relación está quizás en su peor momento con el chavismo. Desde la vuelta de Trump a la Oficina Oval, el presidente estadounidense ha amenazado con intervenir militarmente el país caribeño con la excusa de que Maduro y su entorno cercano sponsorean al Cartel de los Soles, calificado como narcoterrorista. Brasil también enfrenta amenazas tarifarias si Lula no libera al ex presidente Jair Bolsonaro, aliado de Trump y condenado a 27 años de prisión por el intento de golpe de estado en 2022. Incluso países tradicionalmente aliados de Estados Unidos, como Chile y Colombia, tienen gobiernos que podrían calificarse de “izquierda” y hoy no se alinean directamente con los designios de Washington.

Milei apostó temprano por Trump incluso cuando la elección en EEUU no estaba definida. El costo fue enfriar la relación con Biden y Kamala Harris. Sin embargo, Milei obtuvo la foto política que buscaba y la invitación a la ceremonia de asunción del republicano. Esta cercanía podría calificarse como “ideológicamente rara”, si por ejemplo observamos las posturas aperturistas de la economía de uno y proteccionistas del otro, pero la relación terminó situándose más en el plano personal, que tal vez sea el que más pondera Trump.

Al anuncio del apoyo estadounidense siguió la euforia, pero más allá de la recepción de los mercados, la baja del dólar, la baja del riesgo país y la algarabía del aparato paraestatal de comunicación libertario en X ¿alguien seriamente cree que la ayuda de Estados Unidos (o de cualquier país), que se estima en unos US$ 20.000 millones, vendrá libre de exigencias o intercambios? ¿Qué garantía tienen los argentinos que no le sean puestas cláusulas leoninas a futuro? Hoy estas preguntas quedan en el campo de las conjeturas, pero tenemos algunos antecedentes como las visitas del Comando Sur a la Argentina durante 2024 y 2025 y su interés explícito para concretar la construcción de una base logística en Tierra del Fuego que sirva como puerta de entrada a la Antártida. Asimismo, la presencia de China en la región pone en alerta a la Casa Blanca y todo puede ser visto como una amenaza en el “patio trasero”, así es como proyectos como el corredor biocéanico o mismo las inversiones del gigante asiático en nuestro país en materia de litio, 5G y la construcción de represas hidroeléctricas en Santa Cruz (siendo que para su construcción se firmó en 2014 un préstamo con el Banco Chino de Desarrollo por más de US$ 4,7 mil millones y las obras se encuentran paralizadas desde 2022) pueden ser vistos como una injerencia china inaceptable en América Latina. En otras palabras, ¿Qué rol le cabe a la Argentina en la explotación de recursos (litio, cobre y acceso a “tierras raras”) que se utilizan en la industria armamentista, la potenciación de procesadores fundamentales para la producción de memorias, baterías y motores utilizados por drones, robots y procesadores de inteligencia artificial en un escenario hipotético de escalada armamentística entre EEUU y China?

Por supuesto que es válido desconfiar de cualquier tipo de injerencia extranjera, más cuando está condicionada al reclamo de deudas (y en especial a países con historial crediticio negativo como el nuestro). La clave está en saber negociar, tratando por sobre todas las cosas de defender los intereses nacionales, potenciando el desarrollo económico y teniendo como objetivo mejorar la vida de los argentinos y las generaciones futuras.

En este entramado, la debilidad política y la presión social sobre el ajuste económico se retroalimentan con la urgencia de financiamiento externo: cada dólar que llega desde afuera permite sostener un modelo interno que, de otro modo, encontraría límites insalvables.

Trump puede aparecer como el salvador providencial, pero el precio de invocar un deus ex machina puede ser la renuncia a la autonomía de la trama. La historia argentina conoce demasiados finales dictados desde afuera como para desconfiar a largo plazo.