Me confieso: me habían invitado a reflexionar en estas líneas sobre una aparente paradoja: medidas económicas destinadas a producir un shock recesivo, conviven con altos niveles de apoyo de la población. Mi respuesta corta fue diferente a esta que, ahora, me siento obligado a dar.

Cuando esta aparente paradoja comenzó a tomar forma en los primeros días del gobierno de El Cucos, tuiteaba que quienes auguraban prontamente calles incendiadas y ruido de aspas de helicópteros, lo hacían por no haber leído a Carlos Acuña y Bill Smith (1996)[1]. Su argumento es que esperar eso es propio de quien efectúa un análisis basado en “la fábula” de la economía política tradicional (que por razones que ofrecen más luego, termina fallando con suma frecuencia).

¿En qué consiste dicha fábula? Frente a los problemas socioeconómicos derivados de la combinación de regímenes de alta inflación o hiperinflación, y altos niveles de endeudamiento de fines de los 80’s y principios de los 90’s, los enjundiosos promotores del ajuste estructural explicaban con una U el único desenlace posible para la secuencia Crisis + Ajuste + Estabilidad + Recuperación Incipiente + Crecimiento Sustentable (superior al momento previo al estallido de la crisis). Ese desenlace incluía, siempre en la visión que Acuña y Smith criticarán con agudeza y solidez, una definición relativa al conflicto socio-político: que el mismo es inversamente proporcional al desempeño económico (el conflicto se agudiza frente al deterioro de la situación económica, mientras que las tensiones tienden a disminuir cuando se advierten signos de recuperación). Dado que, cuando la economía hace fondo, el conflicto se apacigua frente a las primeras señales de estabilización, luego de un período breve, ésta da paso a un crecimiento incipiente a continuación: ese que, inversiones mediante, posibilitará el crecimiento sustentable, y el fin de todos nuestros males. ¿Les suena?

Los autores, en cambio, ofrecen una interpretación diferente de la secuencia crisis – ajuste – estabilización – recuperación– Crecimiento Sustentable. Cuanto más prolongado ha sido el deterioro que desemboca en la crisis (cuanto menos perpendicular ha sido la caída), más preparados mentalmente están quienes la padecen con mayor rigor (el porrazo se ve venir desde hace tiempo, interpretan, y hay una relativa adaptación al paulatino deterioro). Cuando la caída se detiene, y la estabilización ocurre finalmente (¿la paz de los cementerios?), las señales de un rebote inicial son nítidamente advertidas, por contraste. Recién ahí comienza el conflicto socio-político, por mecanismos que van desde los problemas derivados de la información incompleta que poseen los actores sociales y políticos frente a los primeros brotes verdes (¿Cuál es el Plan? ¿Tomarán las medidas correctas? ¿Tendrán la pericia que hace falta para implementarlas bien?), a la convicción de que quizás no haya para todos, entonces conviene llorar ahora para estar entre los que mamen primero.

El conflicto se desata, así, en una carrera en que sectores con diversos intereses y poder, disputan por ser los primeros en lograr que sus demandas se vean atendidas (demandas que, las más de las veces, son inconsistentes entre sí -exportadores e importadores, patronales y trabajadores, sectores formales e informales, empleados o desempleados, etc.). La recuperación incipiente no da paso a las inversiones necesarias, sino al conflicto sociopolítico inevitable, de carácter distributivo.

No es necesario señalar que aún, Argentina no hace piso. Aunque marzo arrojará una inflación de dos dígitos aún, seguirá una senda descendente porque la actividad y el consumo caen en picada. Los despidos en el sector público tienen su correlato en el sector privado (comenzaron en enero en Arcelor Mittal, la ex Acindar, y no pueden sino agudizarse porque con semejante desplome de la producción y las ventas, se torna harto difícil mantener las mismas dotaciones de personal). No espere una recuperación este año; tan solo una estabilización luego de hacer piso. Y ahí, sepa que el barco se va a comenzar a sacudir. Nada que ahora Ud. no sepa.

Mientras tanto, en la Argentina Libertaria en la que sólo hay sangre, sudor, y símbolos, el Gobierno gana tiempo. Y la economista Marina Dal Poggetto, dice que le dice el politólogo Lucio Guberman (querido colega y amigo), que “en política ganar tiempo es todo”. ¿Gana tiempo para qué? Yo arriesgo que para intentar obtener algunas herramientas en el Congreso con las cuales apuntalar los potenciales inductores de la recuperación en 2025. Conviene decir que no hay economista que tenga en claro cuáles podrían ser, más allá del módico combustible que pueda echarle el Gobierno a una actividad planchada a través de un blanqueo exitoso (¡peligro, blanqueo de activos del narcotráfico!), o el Régimen de Incentivos para Grandes Inversiones (¡peligro: reprimarización extractivista!).

¿Recuperación? Lucio Guberman no la ve. No lo dice El Cucos. Lo dice Dal Poggetto.

Me confieso otra vez. Quería compartir mis impresiones sobre Macri en lo que viene. Se ha hablado mucho de Mauricio en este último mes. Muchos auguraban una toma de la Bastilla en marzo, pero nada de eso ocurrió.  ¿Cómo encaja en esta coyuntura? Parecía quedarse con todo el día del Pacto de Acassuso; hoy tiene poco y nada que mostrar, y parece, de mínima, ofuscado (se dice más: que está enojado por los desplantes de una Karina que no le da el lugar que se merece, y/o que le cuesta asumir que su electorado en general, y muchas/os dirigentes en particular, ya tienen terminal política en la Rosada). De allí que se interprete que quiere, pero no puede. Mejor dicho, que quiere, como el Negro, pero no lo dejan.

Las cosas podrían mirarse con otros lentes. Mauricio Macri se moría por repetir, por tener una revancha. El libro ¿Para qué? ofrecía justificación y sentido. No le dio. Sus chances dependían de su capacidad de recalcular. Si a Milei le sale bien, el camino hacia una Argentina más próxima a sus preferencias estará asegurado. Si a Milei le sale mal, de los polos en disputa, él timonea el que se queda con todo. Es la última línea de defensa. ¿Ante qué? Ante la mancha venenosa. Macri ya ganó. Hace rato.

Y el Cucos, está desnudo. Romperá lo que le dejen; hará lo que le permitan. Su presidencia está a merced de las castas. Pero Ud. también ya lo sabía. Por eso no se hace los rulos. Porque sabe, también, que hay Plan V. Pero eso lo sabe desde hace rato.

Sólo venía a recordárselos.

Y háganse un favor: lean el texto de Acuña y Smith.

[1] “La economía política del ajuste estructural: la lógica de apoyo y oposición a las reformas neoliberales”, publicado en Desarrollo Económico, Vol° 36, N° 141