El PJ no está en estado de shock; encontró, en su configuración actual, un estado peor de cosas: la virtual irrelevancia. El dueto Pichetto – Massot (policía malo, policía bueno), al frente de un contingente republicano (liberal en lo económico, conservador en lo político) les arrebató el gerenciamiento del desarmadero en que se convirtió la Cámara Baja: entró un ómnibus, está por salir una rural (¡Una SUV, milennials!) que, votación particular mediante, podría terminar siendo un sedán 4 puertas.

¿Qué separa a Haciendo Coalición Federal del Gobierno? No sólo su experiencia: fueron votados para ejercer el rol de oposición ¿Qué los iguala, qué los asimila al gobierno? Esa pregunta es más interesante. Hay quienes se extravían en la vocación declamada de “dar herramientas a un gobierno legítimo y nuevo”. Hay, por el contrario, una sintonía muy fina en el modelo de país que unos y otros tienen in pectore. Lo que varía son los roles, las formas, los cómo. Pero en el fondo, son la misma cosa.

Hubo, y seguirá habiendo, sobreactuación a un lado y el otro. La semana que viene hablamos, pero, para el oficialismo, hay épica en los artículos sobrevivientes a la votación en general (al menos, si se mantiene una veintena de empresas entre las privatizables total y parcialmente, y al menos cinco materias bajo emergencia). Para la oposición relevante (sumo aquí a la UCR y a Innovación Federal, 32 y 9 votos a favor, respectivamente), también conocida como dialoguista, la central política conquistada, y aquella aún por conquistar, no tienen precio. Literalmente, hoy juegan un papel sin par en la política argentina. Y le van a salir carísimos al gobierno.

El Presidente debería tomar nota también de lo que ha ocurrido desde el 10 de diciembre (y en particular, estos últimos días). Juega un juego delicadísimo, que para algunos tiene un único y fatídico final, si proyectamos la historia política argentina sobre nuestro futuro. Exige sacrificios costosísimos a una mayoría sin resto, a la que le juró y perjuró que el ajuste no les llegaría (y señalando que esas sólo eran intencionadas mentiras massistas). Llegar a la gruesa sin tener que devaluar nuevamente, es el Rubicón que señalan los economistas domésticos y extranjeros. La llegada en febrero y marzo del aumento de todo menos de los ingresos, es el verdadero obstáculo. Andrés Malamud, a cuento del impeachment a Rousseff, señalaba que te podés pelear con el Congreso y con la calle, pero no con los dos al mismo tiempo.

Sea cual fuera la próxima cabecera de playa por tomar, el Gobierno no puede ocultar sus rasgos identitarios. Aquello que era muy atractivo en campaña, hoy es un lastre que reconocen propios y extraños. Rusticidad, improvisación, amateurismo, wishful thinking. Frente a ello, las castas lo cocinan a fuego lento. No es un León, es un cerdito. Lo pinchan con la punta del tenedor, para saber si está crocante, pero se refrenan. Un gobierno fácilmente infiltrable, es preferible a los otros (y esto vale a ambos lados de la grieta). Y si se manca, hay Plan V.

Arreglará lo que las castas le permitan; romperá aquello que le dejen romper. Eso quedó claro esta semana, por si hacía falta. Porque el Cucos está desnudo. Él lo sabe.

Las castas, también.