La industria manufacturera atraviesa una compleja situación debido a una serie de elementos que configuran un panorama adverso para el desarrollo de esta actividad. Entre ellos se encuentran:

-La retracción del dinamismo del mercado interno -principal destino de los bienes finales industriales- explicado centralmente por la caída del poder adquisitivo de los salarios.

-Los aumentos de tarifas -gas y electricidad- y también de los combustibles que impactan de lleno en la estructura de costos de la industria.

-La política de altas tasas de interés reales implementada por Banco Central, porque a partir de éstas (y combinada con la apreciación cambiaria) se fomenta la valorización financiera en detrimento de las inversiones en la economía real.

-La fuerte apertura importadora impulsada por el Gobierno y el consecuente aumento del déficit comercial. Se trata de un doble golpe a la industrial nacional, ya que a la caída del consumo interno se le suma el desplazamiento de producción nacional por importaciones.

Los impactos de estas medidas se observan al analizar la evolución del empleo asalariado industrial en donde se observa una persistente caída de los empleos industriales en todos los períodos, desde el primer trimestre de 2016 hasta primer trimestre de 2017, último dato disponible a la fecha. El total acumulado es de 53.451 empleos industriales perdidos desde Enero de 2016.

Estos datos son consistentes con la situación general de la industria: caída de la producción y subutilización de la capacidad instalada, que, si se le suma la apertura importadora, genera un combo que lleva irreductiblemente a la destrucción de empleo industrial

Uno de los sectores más afectados por este combo de medidas es la industria del calzado, intensiva en trabajo, con una dependencia central sobre el dinamismo de las ventas en el mercado interno. La pérdida de poder adquisitivo en años consecutivos (2016 y 2017) generó un aumento de la capacidad instalada utilizada en la industria en general y, en la industria del calzado en particular, que evidenció la caída del consumo de los bienes finales.

Asimismo, esta situación se ve empeorada con motivo del aumento de las importaciones en un contexto mundial en donde los países buscan colocar sus excedentes a menores precios en una conquista de nuevos mercados. En los primeros nueve meses del año 2015 se importaron 334 millones de dólares del complejo del calzado, mientras que las cifras del 2016 y 2017 experimentaron significativos aumentos (435 millones en 2016 y 492 millones en 2017).

Es decir, que entre 2015 y 2016 las importaciones aumentaron el 30%, mientras que en el período 2016-2017 el aumento fue de de 57 millones de dólares, es decir un 13% más que en el año anterior.

Hace algunos días se conoció que en la localidad de Coronel Suarez (sudoeste de la provincia de Buenos Aires) la empresa de calzado DASS instó a 300 trabajadores a aceptar el retiro voluntario antes de febrero, mes en el cual la empresa tendría decidido despedirlos, con motivo de la caída en las ventas.

Esta situación se suma a los 529 operarios que aceptaron los retiros voluntarios desde el año 2016 hasta diciembre del 2017.

Es importante señalar que la ciudad de Cnel. Suarez tiene 29 mil habitantes, por lo que la destrucción de más de 800 empleos formales industriales tiene un impacto sensible en la actividad económica local, impactando a comercios y actividades vinculadas a los servicios de primera necesidad.

La problemática de fondo radica en que los aumentos de las importaciones de productos finales reemplaza producción y trabajo argentino por extranjero, en el marco de una caída generalizada de las ventas -lo que le agrega una complejidad aun mayor- por lo que la industria se encuentra en una muy compleja situación.

* Escrito por  Juan Cruz Lucero, Integrante del Centro de Economía Política Argentina (CEPA).