En un discurso de casi dos horas de extensión, el despliegue de Axel Kicillof en la apertura de sesiones de la Legislatura bonaerense reafirmó la retórica que, a un año de gestión, supo convertir en un chaleco antibalas para los ataques de la oposición: reivindicar su gestión a fuerza de desmentir el relato de los medios opositores.

La extensa disertación del Gobernador durante la inauguración de sesiones ordinarias se puede sintetizar en un extenso listado de paralelismos entre los logros de su gestión y la versión que los medios detractores se dedicaron a hacer sobre esa misma gestión. Campaña de vacunación, políticas sanitarias, toma de tierras, operativos en barrio como Itatí o Villa Azul, fueron algunos de los temas donde el mandatario bonaerense planteó la pulseada entre “lo que se hizo” vs “lo que te muestran los medios hegemónicos”.

El discurso de Kicillof no fue casual ni repentino, sino la condensación de un estilo que construyó desde su mismísima llegada al palacio de Gobernación, y que supo convertirse en la trinchera de defensa para un sinfín de operaciones y campañas mediáticas fogoneadas por el macrismo para desacreditar al mandatario recién llegado al palacio de calle 6.  

“La provincia, que algunos insisten en llamar inviable desde sus redacciones y computadoras, va a cumplir un año con su sistema sanitario en pie”, definió ayer Kicillof frente a la Asamblea legislativa. A la par del macrismo, el Frente de Todos parece encontrar a su adversario político predilecto en el mentado “periodismo de guerra” -acuñado de esa manera por el fallecido periodista Julio Blank al referirse al estilo de Clarín durante los años del kirchnerismo-, y Kicillof se presenta como el caso más ejemplar de esa disputa.

Durante el transcurso de la pandemia, situaciones como la ocurrida en Villa Azul, Guernica o la polémica generada por la llamada “liberación de presos”, fueron algunos de los casos donde Provincia debió disputar a capa y espada la dirección de la opinión pública, contra el peso de “los titulares del día”, figura que comenzó a ser cada vez más recurrente en las apariciones públicas de Kicillof.

En ocasiones anteriores, el Gobernador ya había acusado la “mirada selectiva” de los medios frente a su gestión. “Cuando las cosas van mal, van con las cámaras; cuando se resuelve el problema, nadie se entera”, es una de los señalamientos de cabecera del mandatario.

Si bien “Clarín miente” parece quedar lejano ya en el repertorio del oficialismo, el ala del FdT heredera del cristinismo duro –en cuyas filas Kicillof es cuadro predilecto- no baja los brazos para confrontar contra la prensa detractora, incluso a pesar de los intentos de ciertos sectores de tildar a Alberto Fernández como “el amigo de Magnetto”. Al Gobernador, mientras tanto, le queda un largo camino de gestión donde deberá decidir si hacer las paces con el periodismo o ir a fondo contra “las tapas de los diarios”.