Hoy por hoy, todo es posible en un peronismo bonaerense que empieza a asimilar tardíamente la ruptura de todos las estructuras que significó el triunfo de Javier Milei. El sacudón que sufrió el mapa político en 2023 comienza a mostrar sus verdaderos coletazos en el principal partido de oposición, que tuvo un 2024 de preparativos para la realidad que hoy está mostrando: nada de lo que fue sigue siendo igual y todo está puesto en cuestión en pos de una reconfiguración impostergable, incluso la tan trillada unidad.

El liderazgo de CFK sigue siendo la turbina principal de un peronismo desgastado, pero se ve cuestionado como nunca antes ya no por sus detractores históricos, sino por quien hasta hace minutos era su principal heredero político. No solo eso, Kicillof logró lo que tampoco nadie había conseguido desde la irrupción del kirchnerismo: la construcción de un espacio político potente, con capacidad de nuclear a múltiples sectores del peronismo y, fundamentalmente, con una innegable impronta popular y progresista, banderas que nadie había podido disputarle hasta ahora a los K.

Ahí está planteada la encerrona del momento. CFK tiene el desafío imposible de encuadrar a su mejor producto político en el mote de traidor y representante de intereses que no sean los del pueblo. Kicillof está en el laberinto inexpugnable de construir un liderazgo que no rompa con ese ADN que lo define pero sin quedar subsumido al rol de gerente de un poder que reside en otro lugar. 

La ex presidenta exigió a su manera un gesto de lealtad irrestricta cuando se postuló sorpresivamente y sin negociaciones previas a la presidencia del PJ nacional. Kicillof esquivó la presión y se mantuvo al margen de la disputa de CFK con Quintela, lo cual le valió la cruz que hoy carga frente al núcleo K. Allí se vislumbró un punto de inicio de caminos separados que hoy conducen a estrategias divergentes en las que cada sector piensa en lo suyo y la unidad va y viene como un péndulo colgando de un hilo siempre a punto de cortarse. 

El cristinismo puso quinta a fondo en todos los territorios. Tras aceptar de la peor manera posible la decisión del desdoblamiento de Kicillof, se aceleraron los gestos de una candidatura de CFK en la Tercera Sección electoral. Máximo Kirchner recorrió barrios de Quilmes el primero de mayo junto a Mayra Mendoza profundizando el mensaje que es la bandera de ese sector del peronismo: los mejores años fueron K. Linkeado con los pasacalles de “Cristina 2025”, el recorrido es lineal: la alternativa a este presente de penurias para el pueblo es CFK.

La candidatura de la ex presidenta a diputada provincial por la Tercera Sección electoral es una bomba atómica que detona el peronismo de la región más populosa de la PBA. ¿Cuántos lugares le corresponderían al kirchnerismo en la lista seccional si CFK la encabeza? ¿Cuántos lugares en las listas de concejales y consejeros escolares de los municipios? Está claro CFK no pretende solamente su candidatura, sino que su presencia en la boleta trae aparejada una discusión para lugares que La Cámpora, su organización militante, disputará a muerte con el armado del gobernador y los intendentes que lo apoyan. Justamente el escenario que los jefes comunales pretendían evitar con el desdoblamiento y el empoderamiento de Kicillof para sacarle la lapicera bonaerense a Máximo.

La Tercera es campo minado para el peronismo. Hay allí una especie de empate técnico entre campamentos, con importantes distritos que juegan para uno y otro lado de la disputa. El eje cristinista lo encabezan los municipios gobernados por La Cámpora, Quilmes, Lanús y Brandsen, pero lo sostienen otros importantes distritos como Lomas de Zamora y Ezeiza. Kicillof cuenta con el apoyo de pesos pesados como La Matanza, Avellaneda, Florencio Varela, y municipios más chicos pero con dirigentes importantes como Ensenada y Berisso.

La candidatura de CFK siembra un manto de dudas sobre el desenlace en la sección. El enfrentamiento de algunos intendentes con La Cámpora podría llevar a listas separadas en los municipios, aunque se termine cerrando la unidad en lo distrital. Jorge Ferraresi en Avellaneda es el principal ejemplo, pero también habrá que ver los movimientos de otros dirigentes de peso en el kicillofismo que no quieren saber nada con Máximo y los suyos, como Andrés Larroque.

La Matanza es otro de los nudos del problema. Fernando Espinoza sabe que ir en contra de CFK en el distrito más poblado de la provincia es un suicidio político y se cuenta entre los que buscan evitar ese escenario de conflicto. A pesar de las tensiones que hace tiempo le plantea el cristinismo, vale recordar la PASO que le habilitaron en 2023 al Movimiento Evita con la figura de Patricia Cubría en el municipio o las apariciones sorpresivas de CFK en su territorio, Espinoza sostiene un canal de negociación con la ex presidenta vía Verónica Magario. La vicegobernadora es hoy por hoy el principal vaso comunicante con CFK también para Kicillof, ya que el diálogo entre el gobernador y la ex presidenta está cortado hace meses.

El kirchnerismo presiona por varios carriles. A las mesas distritales que ya se organizan en varios distritos de la Tercera bajo del título de cada municipio “con Cristina”, se le suma la Legislatura bonaerense. Allí, y tras haber suspendido las PASO pero sin aceptar el cronograma electoral propuesto por Kicillof, la tropa K volvió a meter la cuña apurando un proyecto de condonación de deuda de los municipios con la provincia contraída en el marco de la pandemia. El gobernador ponía ese punto como prenda de negociación por las fechas electorales, pero el cristinismo apresuró las gestiones y en paralelo a que se conoció que aceptaría la recomendación de la Junta Electoral para modificar los plazos, se apuró también a comunicar “agradecimientos” a Kicillof por las deudas a condonarse.

En el kicillofismo no se ahorraron respuestas al juego de pinzas cristinista. Larroque, bombardero número uno del gobernador, expresó que el sector K estaba “extorsionando a Axel Kicillof”, y volvió a repetir que la discusión no es con CFK sino con “la bandita de Máximo”. Menos picante pero igual de confrontativo salió el ministro de Gobierno, Carlos Bianco, quien sostuvo que “si el gobernador dice ‘A’ y su bloque dice ‘No A’, entonces no es oficialista”. Con estos tira y afloje como moneda corriente, la Legislatura y las decisiones trascendentales que por allí deban pasar en adelante anticipan más conflictos que acuerdos entre los campamentos peronistas.

Lo discursivo no es el único plano en el que el kicillofismo juega sus fichas. Territorialmente también hay movimientos que presionan al sector K. Particularmente Jorge Ferraresi sostiene armados propios en Quilmes y Lanús, donde rompió los bloques de UP en los Concejos Deliberantes e impulsa a dirigentes que se para casi como opositores a Mayra Mendoza y Julián Álvarez. Si la tensión escala, los municipios camporistas también deberán soportar listas peronistas que les hagan mella por la interna.

Mientras tanto el Movimiento Derecho al Futuro (MDF), flamante espacio kicillofista, prepara su acto fundacional para el 24 de mayo. La cita será en el camping de UPCN en La Plata, y allí el armado del gobernador pretende dar una muestra de fuerza poniendo en la cancha todo lo que tiene. Sindicatos, movimientos sociales y militancia de todas las secciones electorales de la provincia se organizan para asistir a la jornada que tendrá mesas de discusión y a Kicillof como único orador en el cierre del evento. Un esquema como el Plenario Luche y Vuelve que Larroque y Mario Secco armaron a principios de 2023, o el plenario de Florencio Varela del año pasado.

Kicillof también acumula capital político de cara a una negociación dura y eventualmente una posible ruptura con CFK. En el marco del primero de mayo acompañó la movilización de las centrales obreras y volvió a reunirse con las cúpulas de la CGT y las dos CTA. Semana a semana recorre distritos de todas las regiones de la PBA inaugurando obras y anunciando programas y entrega de recursos a los distritos, en un eje de oposición de modelos de gestión contra la deserción del Gobierno nacional. 

En esa construcción, el gobernador tiene comandantes en el seno de su gabinete. A los ya mencionados Bianco y Larroque, encargados de la negociación política y la confrontación discursiva con los otros campamentos, se le suman Gabriel Katopodis, Walter Correa y Cristina Álvarez Rodríguez. El ministro de Infraestructura se mueve en modo campaña y suena como candidato a senador por la Primera Sección electoral, donde ya recorrió varios distritos y mantiene reuniones con la militancia empujando el armado kicillofista. El titular de Trabajo es el principal nexo con el movimiento obrero, hoy fuertemente alineado con Kicillof, y tiene construcción propia en un importante distrito cristinista, Moreno, donde gobierna Mariel Fernández. Rodríguez, por su parte, prioriza las secciones del interior de la provincia y se mueve juntando voluntades para la causa kicillofista.

En el corazón del MDF desestiman una posible ruptura con CFK y confían en que se alcanzará la unidad. Pero no por ello dejan de prepararse para un escenario a todas luces posible. Por eso, además de los nombres para las listas de cada sección electoral, el kicillofismo piensa también en el sello electoral con el que podría presentarse por fuera del PJ bonaerense, hoy en manos de Máximo Kirchner. Hay allí varias posibilidades: el Frente Grande, de Mario Secco; La Patria de los Comunes, partido provincial encabezado por Gildo Onorato, dirigente del Evita y presidente del IPAC bonaerense; GanAR, del intendente de Castelli, Francisco Echarren. Si todo estalla el MDF seguramente presentará sus candidatos a través de una alianza formada por esos partidos.

Con este escenario de idas y vueltas entre una unidad cada vez más frágil y una ruptura cada vez latente, la pregunta de fondo pasa por el día después de las listas y las urnas. ¿Cómo saldrá el peronismo de este momento inédito desde la instauración de la hegemonía K? ¿Cómo seguirá gobernando Kicillof con una Legislatura que piensa más en condicionarlo que en impulsar sus políticas? ¿Cómo recompondrán el gobernador y CFK las relaciones militantes en los territorios en los que se profundizan las tensiones entre campamentos? ¿Será posible unificar un proyecto político hacia 2027 o se avanza definitivamente por caminos separados? Hoy en día y para festejo de Milei, el peronismo tiene muchas más dudas que certezas para ofrecerle no sólo a su propia base, sino al conjunto de la sociedad argentina que sufre las políticas del Gobierno nacional y no ve una alternativa clara en el horizonte.