Guerra fría por la lista de octubre: CFK condiciona a Kicillof, las dudas de Máximo y Massa al acecho
La ex presidenta será quien defina, pero la estrategia no está cerrada. Operativo clamor por Máximo ordenado desde San José 1111 para marcarle la cancha al gobernador, que evita tensionar y desliza un candidato de consenso. Massa vs. Grabois modo 2023. Intendentes anotados.
Fuerza Patria estuvo al borde de romperse antes de nacer. Entre el 9 de julio, día en que se firmó la alianza, y el 19 del mes pasado, fecha en que cerraron las listas provinciales, la frágil unidad del peronismo bonaerense caminó por la cornisa y saltó más de una vez al vacío. Terminó rescatándose a sí misma en un gesto de auto supervivencia pero con heridas profundas que están lejos de haberse cerrado.
En ese contexto, y con la campaña para los comicios del 7 de septiembre en marcha, el peronismo debe volver a discutir la nómina bonaerense para las legislativas nacionales del 26 de octubre y debe ponerse de acuerdo este fin de semana. El domingo 17 a la medianoche vencerá el plazo de inscripción de candidaturas, y si bien el clima no es el hervidero del cierre provincial, hay una guerra fría en curso por ver quién agarra la responsabilidad de una elección difícil y cómo la toma de decisiones marca el pulso de la discusión por la conducción que seguirá luego de las urnas.
En ese contexto, una especie de acuerdo tácito tras el cierre provincial opera por estas horas como el eje rector de las conversaciones. Si la decisión de Kicillof fue desdoblar los comicios provinciales, definir las principales candidaturas y hacerse cargo de la línea de campaña para septiembre, en octubre el pacto ubicaba en ese lugar al kirchnerismo. La disputa entre La Plata y Matheu 130 marca que el cierre nacional le correspondería ahora a la titular del PJ. Kicillof ya usó la lapicera y se la devuelve a CFK para que la ex presidenta elija el color de la tinta con la que se rubricarán los nombres para octubre.
Esto no significa que el gobernador no vaya a tener injerencia en las definiciones, pero la decisión en La Plata es no meterse en otro conflicto desgarrador como el del cierre del 19 de julio, sobre todo pensando en la campaña en curso. Kicillof espera sostener cuatro lugares en la lista para diputados del MDF a los que se les vence el mandato: Hugo Yasky, Daniel Gollán, Julio Pereyra y Brenda Vargas Matyi. Sin embargo, y como quien no quiere la cosa, desde el kicillofismo surgió una especie de nombre “de consenso” como posibilidad para encabezar la lista: el del ex canciller y compañero de fórmula de CFK en 2017, Jorge Taiana.
La movida implica un intento de poner un candidato que represente a distintos sectores y evitar que la cabeza de la lista quede hegemonizada por el kirchnerismo. Sin inmolarse por el resultado de esa negociación, Kicillof se juega una ficha con esa propuesta de la que tampoco se hacen totalmente cargo en La Plata, dejando que el agua corra bajo el puente y a ver qué pasa.
La respuesta llegó la semana pasada y surgió desde San José 1111. Según pudo saber Diagonales, CFK se comunicó directamente con dirigentes que no son de La Cámpora pero hoy orbitan el centro de gravedad cristinista para desatar un “operativo clamor” por Máximo. Distintos intendentes que hoy juegan en el cristinismo salieron a instalar que el líder de La Cámpora sería la “síntesis” y la mejor opción para la propuesta que el peronismo debe oponerle a Milei.
Lo cierto es que esa movida no cuenta con el total convencimiento ni del propio universo K, aunque Kirchner haya salido a declarar que si CFK se lo pide encabezará la lista. La intención pareciera ser más un gesto de empoderamiento para la ex presidenta en su rol de decisora final que una pugna por que el diputado nacional se quede con la primera candidatura. De fondo, el condicionamiento a Kicillof. Está claro que el cristinismo no aceptará que un candidato del gobernador sea quien encabece, y la postulación de Máximo suena más a una autoafirmación de propiedad de la cabeza de lista que a una realidad que se esté empujando desde el kirchnerismo.
Más allá de eso, no hay que descartar la candidatura de Kirchner. Por estas horas el líder de La Cámpora está siendo medido en sondeos preelectorales para dimensionar hasta qué punto la imagen negativa que arrastra puede o no ser un lastre si va como candidato. En todos los campamentos del peronismo son conscientes de que el proceso extenso y permanente de estigmatización mediática contra el diputado nacional tiene su repercusión en la opinión pública, y que ponerlo de comandante de una batalla cuasi perdida (el peronismo no gana una legislativa en la PBA desde 2005) es una jugada arriesgada más que para nadie para el propio Máximo. La contracara es ir con toda la carne al asador: si LLA jugará con el “kirchnerismo nunca más”, recoger el guante y poner a un Kirchner como alternativa a Milei pensando más en el tránsito hacia 2027 que el resultado final del 26 de octubre.
Otras alternativas esperan con paciencia la resolución de ese tironeo, posicionándose como opciones intermedias entre los polos. Acostumbrado y cómodo en ese lugar se encuentra Sergio Massa. El ex candidato presidencial, que llegó a esa postulación como una especie de síntesis de la unidad imposible entre el kirchnerismo y Alberto Fernández, vuelve a jugar ese juego hoy en medio de la disputa de CFK con Kicillof. Massa está probadísimo en batalla, demostró ser una excelente espada legislativa mientras comandó la Cámara Baja en el primer tramo del gobierno del FdT, y tiene un juego propio más allá de su alianza con Kirchner que lo hace más digerible para el kicillofismo que el líder de La Cámpora.
Pero la posible candidatura de Massa presenta al menos tres problemas. El primero es que él mismo no se muestra convencido de querer exponerse en una batalla donde llevaría las de perder. Están quienes lo alientan para que vaya, resaltando el rol clave que podría cumplir en Diputados ante posibles complicaciones del Gobierno nacional (un juicio político sería el caso más extremo), y están quienes le recomiendan que espere ante lo fresco de la experiencia reciente. Esa es justamente la segunda traba. Una candidatura de Massa le regalaría la campaña a LLA para que hable de lo único que tiene para mostrar: la reducción de la inflación de más del 200% que el tigrense dejó como ministro de Economía.
El tercer escollo se llama Juan Grabois. El dirigente social está decidido a ser candidato y se cansó de repetir, para adentro y para afuera, que no conformará una lista que sea encabezada por Massa. En una especie de revival de las PASO 2023, Grabois tensiona para evitar que la nómina quede liderada por una opción que considera conservadora y de derecha dentro del peronismo.
La experiencia lo avala: hace dos años su postura intransigente le arrancó a CFK una primaria que luego perdió contra el ministro candidato. La ex presidenta se reunió con ambos en los últimos días, y hasta ahora no consiguió ordenar al dirigente social para que confirme su adhesión a Fuerza Patria. Grabois dejó al Frente Patria Grande por fuera de la alianza peronista, como un reaseguro para presentarse con su propia lista si el armado general no lo convence. Lo que en 2023 muchos leyeron como una buena decisión de CFK para evitar una fuga de votos “por izquierda”, hoy se le vuelve en contra a la ex presidenta desnudando aún más su falta de conducción sobre los distintos elementos que hoy componen el peronismo.
Otros jugadores están en el banco a la espera de ser convocados, particularmente intendentes de la Primera Sección electoral. El que más suena por estas horas es Federico Achával, jefe comunal de Pilar y hombre de buena relación con ambos campamentos. Si bien están quienes lo cuentan dentro del MDF, su juego oscilante hizo que la propia CFK lo propusiera para encabezar la lista de la Primera, puesto que Kicillof resistió para su ministro de Infraestructura, Gabriel Katopodis. A favor suyo Achával puede contar también sus jóvenes 45 años, su buena imagen en un municipio complejo, y la posibilidad de presentarse como una renovación justamente cuando al peronismo se le reclama la falta de caras nuevas.
Con menos chances pero también con expectativas se ubican intendentes como Ariel Sujarchuk (Escobar), Mariel Fernández (Moreno) y Nicolás Mantegaza (de San Vicente). Este último es el más cercano a La Cámpora, más allá de la alianza coyuntural de Fernández (Movimiento Evita) con Máximo, fue candidato del FpV y de Unidad Ciudadana en 2017 cuando CFK se abrió del PJ, y también puede jugar la carta de la juventud y la renovación: en noviembre cumplirá 41 años.
Corren horas decisivas y se especula con la posibilidad de un encuentro entre Kicillof y CFK previo al domingo para evitar otro cierre que orille la tragedia como el del 19 de julio. El gobernador ya hizo su jugada y apuesta todo al 7 de septiembre para mostrar como exitosas sus decisiones en torno a la elección provincial. CFK tiene la lapicera en la mano sin que nadie se la esté disputando esta vez, pero no parece tener el convencimiento de mandar a Máximo a un todo o nada. Los elementos sueltos del peronismo orbitan el centro de toma de decisiones esperando su chance para mostrarse. A partir del lunes el desafío será tener todos los cañones calibrados y apuntados en la misma dirección, una vez que las negociaciones hayan concluido. Habrá que verlo.