La asunción de Axel Kicillof  como gobernador de Provincia de Buenos Aires el pasado 11 de diciembre fue el puntapié para todas las expectativas, en especial tras destronar por una abrumadora diferencia a su antecesora, María Eugenia Vidal. Ahora, el mandatario se dispone a cerrar su primer mes en el poder, período marcado por una agenda intensa y fuertes discusiones con la oposición.

Al igual que su par en Nación, Alberto Fernández, Kicillof mostró su carta fuerte en el armado de un Gabinete donde se apostó a integrar cuadros técnicos y jóvenes, junto a viejas caras de trayectoria en la política nacional. Asimismo, marcó un fuerte gesto hacia los intendentes peronistas bonaerenses, que no encontraron un representante en ese equipo.

En tanto, el escenario financiero de Provincia fue uno de los principales problemas –acaso el más importante- con que se encontró Kicillof. El desfinanciamiento de ANSES, la falta de números claros, los endeudamientos colosales por créditos UVA y la grave situación de hambre y desocupación en territorio bonaerense, fueron algunos de los puntos que el mandatario debió atender y por los cuales brindar propuestas.

La búsqueda de reactivar los principales centros productivos e incentivar el trabajo puso a Kicillof en la necesidad de discutir con los grandes empresarios y el sector agropecuario, hoy con fuerte escepticismo –cuando no total confrontación-. La pelea a contrarreloj por discutir los plazos de deuda provincial y la necesidad de fortalecer los ingresos de Provincia pusieron al Gobernador en un fuerte desafío.

La eliminación de tarifazos dispuestos por Vidal fue un paso que luego devino en el diseño de una reforma impositiva que disparó el primer gran enfrentamiento con Juntos por El Cambio. Los tires y aflojes sobre la letra chica del proyecto condujo a Kicillof a tener que plantarse y dialogar con el conjunto de intendentes bonaerenses, tanto oficialistas como opositores, un sector que hasta el momento mantenía la reticencia con el perfil del nuevo mandatario.

Sin dudas, la llegada a la Legislatura y la reciente aprobación de la Ley Impositiva significó el cierre de un capítulo, donde el Gobernador puso a prueba su solidez política para enfrentar la primera batalla en el plano parlamentario. La reforma impositiva significó una disputa crucial contra las presiones de una oposición que se empeñó la aprobación del proyecto y que, aún aprobada, dejó con dolores de cabeza a Kicillof por las modificaciones exigidas.

Con el primer mes ya casi cerrado, Kicillof enfrentó una agenda intensa donde se marcó el carácter que, seguramente, adoptará su gestión por los próximos meses, lapso donde el Gobierno deberá conducir su barco por aguas agitadas.