Mientras que el gobierno nacional endeudó al país por cien años, en la Provincia el grueso de los vencimientos deberá ser enfrentado por la próxima gestión. La vida promedio de la abultada emisión de deuda de la administración de María Eugenia Vidal es de tres años y medio, la mitad del promedio de vencimientos que había hasta 2015. El recorte en los plazos técnicamente es un encarecimiento indirecto de la deuda tomada en el mercado y, de continuar la actual crisis económica a nivel nacional y provincial, será difícil de refinanciar, generando importantes tensiones financieras en los próximos años.

Ni bien asumió el gobierno de Cambiemos, el equipo económico que rodeaba al Presidente hizo de la salida al litigio con los fondos buitre una cuestión suficiente y necesaria para la “lluvia de inversiones”. Con esa urgencia justificó el rápido acuerdo, y prácticamente sin quita, que le ofreció a los buitres. Luego vino un proceso desenfrenado de endeudamiento que propició el ingreso de capitales externos golondrina para hacer enormes diferencias con la tasa de interés local. El entonces ministro de Finanzas Luis Caputo se engolosinó con la ventana que le abrió el mercado y llegó a emitir un bono a cien años.

La bomba de corto plazo del gobierno nacional vino con la emisión en pesos local, primero de la mano de las Lebac (Letras del Banco Central) y luego de las Leliq (Letras de Liquidez). En moneda extranjera la carga en los compromisos más cercanos responde al préstamo del Fondo Monetario a la administración de Macri, donde la mayor parte del vencimiento está agendada para los próximos tres años. Sin embargo, la vida de los bonos se extendió más allá de una centuria.

Pero en la Provincia los plazos de la deuda se acortaron desde el principio y fue una constante hasta el año pasado, cuando a Vidal también se le cerraron las puertas del financiamiento en moneda extranjera. Un alivio, si se lo mira en retrospectiva. “Desde 2012, en seis años, la vida promedio de la deuda y sus intereses se ha reducido casi a la mitad (un descenso de 47 por ciento)”, según un informe de los investigadores Martín Di Bella y Fernando Alvarez. En 2012 el perfil de vencimiento era de 6,6 años para pasar a ubicarse en 3,5 años, de acuerdo con los cuadros de dicho informe.

Esa reducción se torna más preocupante al tomar en cuenta el perfil de la deuda bonaerense, la cual Vidal incrementó en más de 350 por ciento en términos nominales o 40 por ciento al medirla en dólares. Si se lo mide sobre el Presupuesto, pasó a de representar el 41 por ciento del total de gastos en 2015 a casi el 70 por ciento en 2018. Ese año la Provincia deberá para el doble en intereses de la deuda respecto del ejercicio pasado, producto del incremento del pasivo y de la devaluación. Afrontará desembolsos por 56 mil millones de dólares.

Según cifras presentadas al Senado, la deuda sobre el producto bruto geográfico muestra un crecimiento desde el 6 por ciento al 10 por ciento en los últimos tres años, muy por encima del ritmo en que crecen los recursos totales. Esto es importante teniendo en cuenta la fuerte desaceleración en la mejora de los recursos tributarios por efecto de la crisis.

Para el fin de 2018 la deuda total ascendía a 474.413,3 millones de pesos que se repartía en un 80 por ciento en moneda extranjera, mientras que sólo un 28 por ciento de los servicios de intereses y capital está nominado en pesos. Lo restante está dividido en dólares (84 por ciento) y el resto en Euros (16 por ciento). Esto genera un riesgo adicional, ya que sólo el Estado nacional posee las capacidad de obtener divisas genuinas del comercio exterior o, como sucede actualmente, del acuerdo con el Fondo Monetario para el pago de deuda en dólares.

“Si consideramos sólo el resultado primario (antes del gasto registrado por intereses de la deuda), este es superavitario en 18.920 millones de pesos contra un déficit primario de 1327 millones en el ejercicio 2017, lo que indica la cada vez más alta incidencia de los servicios de la deuda en el gasto público”, señala un informe sobre el Presupuesto del Senado. De hecho, la partida para el pago de interés aumentó 97,5 por ciento respecto del cierre del Presupuesto anterior.

Estos mayores compromisos se explican en un creciente uso de la deuda para financiar gastos corrientes, pero también en la incidencia de una apreciación del dólar y en los mayores intereses convalidados en las sucesivas emisiones. Esto ocurre también a nivel nacional, donde el riesgo país –la sobretasa que debe convalidar la Argentina para emitir deuda en condiciones similares a la de un bono de Estados Unidos—superó ya los mil puntos.

De acuerdo con el informe trimestral del Ministerio de Economía bonaerense, que conduce Hernán Lacunza, la deuda pública de Buenos Aires finalizó el año pasado en 12.584,4 millones de dólares al tipo de cambio de cierre de ese ejercicio (37,81 pesos, según Comunicación del BCRA), lo que representa un incremento del 34,4 por ciento respecto del stock de deuda registrado el último trimestre de 2015, antes de que asumiera Cambiemos.

Dicho equivalente de 474.431 millones de pesos al 31 de diciembre último se contrasta con los 271.471 millones de pesos que se registraba a fines de marzo de ese mismo año. A mediados de abril comenzó la corrida cambiaria, la que terminaría desde entonces con un salto en el precio del dólar del cien por ciento. El aumento del 74 por ciento en la deuda medida en pesos es reflejo del impacto de ese salto devaluatorio en las cuentas provinciales.