-Fueron todos los presidentes de bloque al comité de recepción, menos yo.

-¿Por qué no fue, senadora?

-Porque yo no recibo a alguien que no escucha a los legisladores de su provincia.

Minutos antes de que María Eugenia Vidal inaugurara las sesiones en la provincia de Buenos Aires, este era el clima en la Legislatura: no va a detenerse la guerra declarada entre la mandataria provincial y quien hizo estas declaraciones, la jefa del principal bloque de oposición, María Teresa García.

Y este enfrentamiento entre mujeres no se basa en que cada una de ellas represente a los dos principales espacios partidarios de la provincia de Buenos Aires. Una es una histórica dirigente de lo que se suele llamar “la política con mayúsculas”. La otra es la pieza fuerte de Cambiemos, la gobernadora que hoy nos mostró cuán a fondo jugará contra lo que ella llama “la política” y a la que menciona hasta con desprecio.

El clima no cambió ni durante ni después de que la gobernadora finalizara su alocución. “Ni una palabra sobre desempleo o sobre lo que ha pasado con la producción en la provincia. Esta gente es el horror. Hoy Vidal nos habló con un ´maternal´ gesto que esconde el abandono”, fue la forma que encontró García de sintetizar el discurso de inauguración de las sesiones ordinarias en Buenos Aires.

La gobernadora Vidal hizo un recorrido con algún que otro dato económico más que el Presidente Mauricio Macri. No era muy difícil; el jefe del Estado sólo dio cuenta de un par de incomprobables anécdotas personales y puso a la política en clima de puro estado de ánimo y sensaciones. 

La Gobernadora los prefiere enojados

Lo que la senadora García marca como una falencia, como una carencia, en las palabras de la gobernadora quizás sean parte de la estrategia electoral que tanto Macri como Vidal han lanzado hoy: no hablar de economía, de la situación social, ni de las tarifas, ni de la inflación. Se entiende, los datos no acompañan a Cambiemos; no tienen mucho para mostrar. Entonces tal vez lo que Vidal haya lanzado hoy es la otra pata de este tándem de campaña 2019: Macri haciendo política con un mundo de (sólo) sensaciones y ella poniendo a la política y a lo público en el lugar de la mala palabra.

Ninguno de los dos hizo una sola mención al endeudamiento de 43% en puntos del PBI, pero Vidal se ocupó de ser muy específica en lo que “sí gasta” el Estado. Nuevamente el discurso de lo público como un derroche y de los negocios de privados con dinero de todos escondido en lo no nombrado.

En ese sentido mencionó la desaparición de las jubilaciones de privilegio, los gastos en artículos de oficina o los costos en agua mineral. Sobre esos datos absolutamente menores en los porcentajes presupuestarios se apoyó Vidal para lanzar las frases a las que siempre recurre la derecha en general y Cambiemos en particular cuando las cosas no les están saliendo bien: “Antes ganaba la política y no los ciudadanos”, dijo; “gobernar para los dirigentes no es una opción”, sostuvo; “yo defiendo a esta Provincia sin construir una carrera política”, afirmó.

No es nuevo en la arena pública de la Argentina desde 1983 para acá. Cuando la situación se complica el dedo se levanta y apunta fácil hacia “los políticos”. Pero ya sabemos que este tipo de cuestionamientos más que marcando los errores ésta generando el ruido que permita ocultar la debacle financiera que provoca el dinero público fugándose en negocios privados.

Mauricio Macri y María Eugenia Vidal hablaron como candidatos que necesitan ante todo dos elementos: consolidar y fidelizar el voto propio y crear un escenario de indecisos enojados.

Por eso no fueron ni errores ni excesos las dos apreciaciones de la gobernadora que rozaron (si no es que se hundieron en) una profunda discriminación hacia los sectores más vulnerados. Diferenció a “los que menos tienen” de “los que más se esfuerzan, la clase media” y a “los pobres” de “los que trabajan”. Todo fue tan TN en marzo de 2008 que muchos tuvieron (tuvimos) que re leer su discurso para ver si acaso era cierto lo que acabábamos de escuchar.

Vidal consolidó hoy el discurso que a Cambiemos le viene dando resultado porque remarca a fuego el sentido común, ese que indica que sólo se sale adelante con esfuerzo personal y que las condiciones que ponga el Estado no son parte de la ecuación; que a los pobres se los contiene pero que es casi imposible sacarlos de su condición; que a diferencia de éstos, la clase media sí trabaja; y que la política, y el Estado no son sino un lastre que hay que reducir a su máxima expresión.

La oposición ya está avisada. Cambiemos no puede hablar de números sino que fogonearán el enojo a la política y las emociones. No hay un error en la no mención a los datos. Hay ahí una decisión estratégica.