Llega fin de año y con él, el momento de hacer balances. El triunfo de Cambiemos a nivel Nacional y Provincial, pero sobre todo en este último estamento, tomó por sorpresa al Peronismo bonaerense y con el nuevo rol de oposición, lo encontró un poco desarmado.

El 2016 comenzó difícil para ese partido, teniendo que acomodarse a sus nuevos lugares; achicando la caja; y con el paso de los meses, las políticas neoliberales del nuevo Gobierno Nacional, que implicó golpes anímicos y simbólicos primero, con la derogación de Leyes con las que se embanderó el kirchnerismo; económicos y sociales, después con los despidos, la inflación, aumentos de los servicios, entre otras tantas. Y por lo que, en consecuencia, tuvo que desplegar aún más su militancia para acompañar a los argentinos a sobrellevar el contexto económico y social que azotó a cientos de familias durante todo el año.

Pero el resultar "perdedores" y el silencio de la ex presidenta de la nación, Cristina Fernández de Kirchner durante tantos meses fue lo que más descolocó a los dirigentes peronistas bonaerenses. Con el paso de los meses, el partido naturalmente tuvo que empezar a mutar y los actores a encontrar sus nuevos lugares. 

Los intendentes empezaron a reagruparse, disolverse, aglutinarse, separarse, juntarse para algunas cuestiones, y para otras mostrarse en veredas opuestas, un poco como si no tuvieran un rumbo claro y con algunos movimientos desprolijos. Fue como si la palabra de la líder indiscutida del kirchnerismo fuera lo que los ordenaba, lo que los mantenía unidos y con un horizonte por el cual trabajar y la falta de esa conducción, los hiciera titubear.

Así fue que de la mano del Intendente de Lomas de Zamora, Martín Insaurralde, y del de San Martín, Gabriel Katopodis, se conformó el Grupo Esmeralda, un espacio integrado por Jefes Comunales que llegaron a sus cargos por el kichnerismo pero que entendieron que la derrota les estaba mostrando algo, entonces comenzaron a actuar más permeables a las negociaciones con Cambiemos. Se mostraron junto a la Gobernadora y sus ministros, caminaron algunas localidades de la Provincia, visitaron obras.

En contraposición y más cercano a la ex presidenta, se conformó el Grupo Fénix con la máxima autoridad de La Matanza, Verónica Magario, y el de Merlo, Gustavo Menéndez, a la cabeza, participando de los actos más netamente kirchneristas, mostrándose cercanos a Cristina en todo momento y reivindicando en cada oportunidad los 12 años de gestión y las políticas sociales.

Desde entonces, algunos intendentes comenzaron a rotar por cada uno de ellos. Incluso, durante algunas semanas, ciertos Jefes Comunales hicieron rancho aparte y pideron ser llamados "Grupo Renovación", pero luego éste se disolvió, y sus integrantes se acomodaron en los que ya había.

Algo parecido sucedió en la legislatura bonaerense. Por diferencias a la hora de votar proyectos de Cambiemos, el peronismo comenzó a resquebrajarse y las bancas a dividirse, sin antes pasar por algunas peleas e incluso piñas.

En ese contexto, al finalizar el 2016, el peronismo tanto en la Cámara de Senadores como en la de Diputados quedó dividido en cinco bloques diferentes. Pero al igual que los intendentes, por momentos se mostraban acompañando todos los proyectos que venían de su color político; en ocasiones mostraban diferencias y peleas.

Pero en octubre, cuando la gobernadora de la Provincia de Buenos Aires, María Eugenia Vidal, envió a la Legislatura bonaerense su proyecto de Presupuesto 2017 y de Ley Impositiva, los peronistas comprendieron que de esa "Ley de Leyes" dependía el futuro del partido. Porque con el dinero que la mandataria de Cambiemos le destinara a cada municipio, ellos tendrán que hacer política para ganar las elecciones legislativas. 

Entendieron que se avecinaba un año electoral y que para ganar la contienda, era necesario por un lado, conquistar a sus votantes mostrándose unidos; y por otro, poner en marcha obras públicas que generen trabajo, aporten calidad de vida y sean un símbolo de movimiento, de avance.

Así fue, que durante más de dos meses intendentes, diputados, senadores y ex funcionarios de todas las alas del peronismo mantuvieron reuniones todas las semanas para "trabajar en pos de la unidad". Se cansaron de repetir que no importaba qué era aquello con lo que no lograban acercar posiciones respecto del presupuesto, sino que, buscaron resaltar todo el tiempo que estaban juntos, que conversaban, que los diálogos eran amenos y constructivos. 

Luego de afinar el lápiz y cerrar los aspectos más técnicos en lo que concierne a la discusión impositiva, comenzó el turno de las negociaciones por los cargos. Los benditos cargos creados para el Defensor del Pueblo con los que negociaron con Cambiemos otorgar el cuórum para aprobar el presupuesto de Vidal.

El oficialismo apuró todo lo que pudo el tratamiento de la ley de leyes, y el peronismo buscó retrasarlo hasta que no se pudo posponer más (aunque casi lo logran), y se trató la tarde-noche del 21 de diciembre y la siguiente madrugada. Parece que a esa unidad que pregonaron los peronistas, les faltó madurar un poco, tal vez, necesitaron algunas semanas más para discutir, o quizá se acercaron todo lo que se pudo, ya que al momento de alzar las manos, el partido mostró sus diferencias.

En la Cámara de Senadores, se votó primero, y acompañaron el proyecto de Vidal, además de su propio partido y el Frente Renovador, los bloques Peronista, PJ-NK, 8 de Enero y Justicialismo Bonaerense; menos el del Frente para la Victoria (FpV) conformado por Sergio Berni, Santiago Carreras, Gervasio Bozzano, Cecilia Comerio, Mónica Macha, Juan Pignocco, Magdalena Sierra y Federico Susbielles. Quienes a su vez, se ausentaron cuando se trató el proyecto de creación de la nueva estructura del Defensor del pueblo y sus autoridades.

A continuación, en la cámara baja, llegó el proyecto con media sanción y nuevamente el voto fue dividido. El Peronismo bonaerense, el FpV-PJ, el Peronismo para la Victoria-FpV y el Justicialismo Bonaerense levantaron la mano para convertir el Presupuesto de Vidal en Ley; mientras que Juan José Mussi, Karina Nazabal, Marcelo Torres, Marisol Merquel y Aníbal Regueiro, por el Frente para la Victoria, votaron en contra.

El panorama para el próximo año con lo que sucedió ayer, parece modificarse. Comenzará tal vez la carrera por ver quién es el elegido de Cristina Fernández de Kirchner para ir al frente de las listas legislativas y por ver quién es el que representa mejor a esos argentinos enojados con Mauricio Macri y María Eugenia Vidal.

Sería interesante que realmente puedan trabajar y escucharse para lograr la unidad, pero una que sea sincera y no simplemente una jugada para unos momentos determinados porque después, sucede lo que sucedió ayer. 

Milagro Sala detenida injustamente en Jujuy; aumentos de electricidad y gas desmedidos; un pedido de endeudamiento para la Provincia descomunal; disminución en lo asignado en el presupuesto para educación y salarios; paritarias bonaerenses que no logran equiparar a la inflación. Aspectos que fueron señalados ayer en la legislatura como falencias de Cambiemos. Algunos decidieron confiar y garantizar la "gobernabilidad" tan aclamada por Vidal; otros, decidieron mostrarse firmes y exigir que antes de levantar la mano, se resuelvan todos esos inconvenientes.