En el sufragio a escala nacional, emitido por la ciudadanía este domingo, sobresalió la disputa, tendiente a cierta polarización, entre dos paradigmas contrapuestos “ideológicamente”, aunque determinados decisivamente por la figura de /la grieta/, promovida y alimentada a diario -desde hace varios años- por los poderes fácticos instalados en el gobierno de “Cambiemos”. Estos agentes político-sociales, y sobre todo económicos, dominantes a través de la concentración de los grupos empresariales y corporativos, nacionales y extranjeros, procuraron crear -a cualquier coste- y en gran medida lo lograron, una /hegemonía/ espuria, a través de los medios hegemónicos de comunicación masiva que los mismos controlan, y/o de los cuales son directamente sus propietarios o asociados.

Tal herramienta mediática y redificada informáticamente, instrumental y persuasiva, distorsionó o difuminó la compulsa entre “modelos” dotados de núcleos prescriptivos esencialmente sustantivos. En lugar de ello, predominó una controversia anclada en la dicotomía /macrismo vs. kirchnerismo/, donde la primera alternativa solo pudo aludir a los “desmanes y corrupción” de los 12,5 años de gobiernos precedentes del Frente para la Victoria. Teniendo en cuenta las promesas de campaña en las últimas elecciones presidenciales, proclamadas de modo mercadotécnico, luego totalmente incumplidas, realizando lo contrario de lo propuesto en la plataforma propagandística, junto a la omnipresencia de actos corruptos por parte de la cúpula de la administración de “Cambiemos”, la /demonización /de la gestión precedente fue el único recurso de la propaganda oficial.

Es decir que, en el caso del oficialismo actual, debiera considerarse el conjunto de medidas aplicadas en todos los ámbitos de la vida colectiva, que en su absoluta mayoría beneficiaron a una minoría “acomodada” de la sociedad, redistribuyendo regresivamente -por ejemplo- la riqueza, bienes, ingresos y servicios de la población. En camino hacia las elecciones legislativas, el /macrismo /sinceró algunas de sus propuestas y, una vez conocido el resultado de aquéllas, las reafirmó enfáticamente, de modo que en esta oportunidad el electorado que le otorgó la primacía lo hizo “hipnotizado” por el /bombardeo mediático-corporativo/, quizás en mayor medida que debido al influjo del marketing duranbarbista. En consecuencia, los “modelos” institucionales, sociopolíticos, y económicos, avalados /legítimamente /-y en su mayoría- por los respectivos votantes del 22-10, resultarían interpretables del siguiente modo:

“CAMBIEMOS”: violación sistemática de la división republicana de poderes, al contar con una complicidad manifiesta de un sector poderoso del denominado /partido judicial/, adicto a la alianza gobernante, que a su vez actúa en connivencia palpable con los medios de comunicación prevalecientes, “fallando” siempre a favor del ocultamiento de la corrupción y procedimientos ilícitos de la coalición encabezada por el “PRO”. Función de /Estado gendarme/, al utilizar la violencia institucional represiva como instrumento predominante a fin de /acallar /las manifestaciones legítimas de protesta callejera de variada índole, cercenamiento coactivo a la libertad de expresión, “secuestro” de dirigentes de las comunidades originarias, y hasta desaparición forzada y asesinato de un militante popular, luego de un allanamiento ilegal de un asentamiento indígena.

Los atropellos a los derechos civiles se desarrollan en un contexto de latente, o explícita, aprobación, de un segmento notable de la población argentina, movida por sentimientos de odio racista, y de rechazo /visceral /a las movilizaciones colectivas masivas, a los reclamos justificados de los sectores con menores recursos económicos, a los “piquetes y cortes de ruta”, en fin, a cualquier expresión de /la militancia /vilipendiada. Debe destacarse que estos prejuicios discriminatorios anidan en grupos e individuos transversalmente, esto es que se hallan presentes en diversos y heterogéneos estratos sociales, particularmente en las autocalificadas “clases medias”.

En el ámbito de las políticas económicas, /Cambiemos /retrotrae a medidas características de la última dictadura cívico-militar y de la década del /menemato /de los años noventas, bajo la égida del “pensamiento” único del /tardoliberalismo/ ortodoxo (por otra parte extemporáneo) , llevando a cabo estrategias “monetaristas” de ajuste fiscal mediante recortes del /gasto público/. Ello se acompaña por la desregulación del mercado correspondiente a las empresas privadas prestadoras de servicios esenciales (los continuos “tarifazos”), la precarización creciente de las relaciones laborales, el desmantelamiento del sistema de seguridad social, previsional, de salud y educativo, etcétera.

La aplicación de tales decisiones ejecutivas implica un favorecimiento progresivo de los grandes factores del capital concentrado, por ejemplo los conglomerados primario-exportadores, las entidades financieras /globalizadas/, y las firmas constructoras que, por décadas, usufructuaron de la “patria contratista”, entre las cuales figuran las de la familia Macri y/o las de sus grupos asociados o próximos a la misma. Los beneficiados cuasi-excluyentes de dicho “gerenciamiento público” resultan, entonces, las elites privilegiadas que componen los poderes fácticos convencionales, en posición predominante y coercitiva durante la fase dictatorial, así como también en el transcurso de mandatos constitucionales.

El carácter distintivo de esta administración radica en el fenómeno ilustrado por la propia constitución del gabinete ministerial, como se ha señalado repetidamente, formado en su gran parte por altos directivos de corporaciones trasnacionales, aunque esta vez sin intermediaciones políticas reguladoras del accionar depredador, típicas de los gobiernos surgidos electoralmente. De manera que se trata de un poder desmesurado, sin limitaciones, que controla “ambos lados del mostrador”, el cual propicia la apertura indiscriminada de las importaciones y de las transacciones financieras, destruyendo gran parte del sector industrial, principalmente aquella integrada por Pymes, lo que genera cierre de puestos de trabajo. Esta /primarización /de las actividades económicas provoca un incremento del desempleo, con la consiguiente precariedad en aumento de las inserciones ocupacionales, involución acorde con el proyecto del /macrismo/, proclamado pomposamente en el coloquio “entre pares” de IDEA, previo a las últimas elecciones, proclive a una mayor “flexibilización” laboral.

Sintéticamente, el /modelo “Cambiemos” de país/ apunta a una aceleración y potenciación de una estrategia orientada a beneficiar a un segmento proporcional muy reducido de la población, equivalente a cerca de la mitad del porcentual obtenido en las elecciones. Ello lo alcanzaría a través de un sistema tributario regresivo, el aumento -a esta altura ya desbocado- del endeudamiento externo, recortes en los presupuestos de políticas sociales, junto a los de educación y salud públicas, además del intento de implantar el “voto electrónico”, a fin de /aceitar /los mecanismos fraudulentos del sufragio con el propósito de perpetuarse en el gobierno.

En consecuencia la gestión /macrista /procurará apresurar, en principio, las reformas correspondientes a los sistemas previsional, fiscal-impositivo, y laboral, que emergen prioritariamente, con el objeto de “calmar la ansiedad” del capital inversor, el cual viene cuestionando, incluso al actual gobierno, los inconvenientes en aras de que el sector corporativo-empresario pueda operar con absoluto /libertinaje /en defensa exclusiva de sus propios intereses económicos. Esta meta conlleva la profundización de las políticas des-regulatorias en todos los ámbitos de la relación empleador/trabajador, es decir el retorno reaccionario al “reino del /laissez faire/”, de carácter pre-keynesiano, y hasta con remembranzas decimonónicas.

“UNIDAD CIUDADANA”: en pos de sintetizar las propuestas de la principal alternativa opositora al Poder Ejecutivo vigente, y revalidado en las urnas este último domingo, bastaría con remitir a las políticas llevadas a cabo durante las tres presidencias kirchneristas, caracterizadas -más allá de altibajos, falencias puntuales de gestión, errores políticos en la designación de funcionarios, “modos” comunicacionales, etcétera- por 12,5 años de gestión ampliadora de derechos humanos, ciudadanos, civiles, y sociales, /aggiornando /ahora sus propuestas frente al desmadre de la vida colectiva generado en menos de dos años de gobierno de la coalición “PRO-Cambiemos”. La Administración Pública del Frente para la Victoria, en resumidas cuentas, propició el /empoderamiento/, de múltiples y diversos segmentos de la sociedad argentina, desde las mayorías económicamente desposeídas y excluidas, hasta las minorías marginadas por vía de segregaciones discriminatorias de variada índole. Devendría interminable la enumeración de las conquistas logradas efectivamente por numerosas capas “medias y bajas” de la pirámide estratificacional del país.

Las proposiciones concretas incluidas en la plataforma de la agrupación política liderada por Cristina Fernández, merecedoras de credibilidad teniendo en cuenta el conjunto de las realizaciones de hecho consumadas en el pasado reciente, pueden reflejarse en los siguientes puntos específicos: /Recuperar lo perdido: empleo, salario y condiciones de trabajo. Frenar el aumento descontrolado en los precios de los consumos populares. Proteger la industria nacional. Poner fin al saqueo tarifario y defender a las empresas públicas nacionales. Defensa del sistema de seguridad social y devolución de los derechos conculcados a los jubilados y pensionados. Parar la “bola de nieve” del endeudamiento externo y la "bicicleta financiera". Revisar la deuda contraída. Brindar “oxígeno” a las economías regionales y a los pequeños y medianos productores agropecuarios. Justa y transparente distribución de los recursos a las Provincias, que asegure federalismo y autonomía. Dar marcha atrás en aquello que es algo más que corrupción: la “Argentina S.A.” macrista. Mujeres: “Iguales y Vivas”. Retomar la defensa irrestricta de los Derechos Humanos. Argentina sin presos políticos y sin genocidas libres. Seguridad ciudadana dentro del marco constitucional. El Estado para equilibrar la balanza entre sociedad y mercado. Desandar la apropiación privada y la extranjerización de los recursos naturales. Integración regional productiva para defender la soberanía//./ /El fortalecimiento de la región es, además, presupuesto básico en la defensa de nuestros derechos soberanos sobre las Islas Malvinas./

Quedan nítidamente contrapuestos los dos “modelos” institucionales y sociopolíticos de las dos fuerzas que acapararon /la parte del león/ en el resultado del escrutinio del último sufragio legislativo. Por un lado, el usufructo del Estado como mero beneficio de los sectores privados y concentrados del capital transnacional, excluyendo a la mayoría absoluta de la ciudadanía del “reparto de la torta”, y estrechándole sus derechos al máximo, junto a la transgresión de principios constitucionales y violaciones continuas a los preceptos del régimen republicano democrático. Estos fueron los “cambios” hasta ahora, y que se pretende ahondarlos…

Del otro lado de la /grieta/, Unidad Ciudadana sustentó la propuesta de un modelo ubicado en las antípodas del anterior, ameritada en virtud de la realidad experimentada efectivamente por la sociedad argentina en su gestión culminada a fines de 2015: el uso direccionado de los resortes estatales con el fin de regular las relaciones -de hecho- inequitativas entre los factores del capital y del trabajo, complementado merced a la aplicación de políticas sociales, orientadas a aquellos colectivos de personas marginadas del funcionamiento del mercado. Ello implica enfrentarse al accionar coercitivo de los poderes fácticos (hoy en día realmente gobernantes), que ejercen presiones de todo tipo con el objeto de proteger a ultranza sus riquezas, bienes, e ingresos, surgidos de los subsidios, facilitaciones, prebendas, y favorecimientos que -por ejemplo- en la actualidad les otorga la administración /macrista/.

En cuanto a las proposiciones de los agrupamientos /1País /y /Cumplir/, las mismas deben relativizarse, teniendo en cuenta que los líderes de ambos “partidos políticos”, Sergio Massa y Florencio Randazzo, respectivamente, habiendo sido integrantes con alto rango de los gabinetes ministeriales /kirchneristas/, armaron dos formaciones ideológicamente híbridas en su misma composición. Debiera considerarse el desempeño concreto de esas agrupaciones en el transcurso de los casi dos años de gobierno de “Cambiemos” para poder evidenciar su accionar ambiguo, dubitativo, y meramente oportunista. Verbigracia, es preciso observar el apoyo de legisladores massistas (lo cual les cabe también a un conjunto de dirigentes del FpV) a los proyectos iniciales del Poder Ejecutivo decisivos en pos de iniciar un giro de 180° en las políticas que, según el relato repetitivo hasta la saturación, habrían ocasionado una “pesada herencia K”. Cuando este aval de sus aliados circunstanciales no alcanzaban, Macri recurrió vergonzantemente a la rutina del veto presidencial].

“FRENTE DE IZQUIERDA Y DE LOS TRABAJADORES”: habiendo resultados aceptables en algunos distritos electorales del país, en comparación con los sufragios exiguos alcanzados convencionalmente, esta fuerza política se nutre de un contenido ideológico cercano a cierto tipo /socialismo “radicalmente clasista”/. Sus propuestas, previas a la votación, incluyen una defensa acérrima de los derechos humanos y sociolaborales, y hace hincapié en la contraposición desigualitaria entre el capital y el trabajo, denunciando las condiciones explotadoras que pesan sobre la población económicamente activa, el desmantelamiento del sistema previsional, etcétera.

Cabe destacar que, aunque en forma más mesurada con respecto a los planteos de /1País /y Cumplir, esta agrupación izquierdista repartió críticas contra “Cambiemos” y “Unidad Ciudadana”, dos primeros resentidos -sobre todo personalmente- con su ex-jefa CFK, mientras que el FIT procuró en muchas ocasiones asimilar /macrismo y kirchnerismo/ en diferentes asuntos, ya que los tres “partidos” citados intentaron “llevar agua para su propio molino”, a partir del /sentimiento anti-K, /propalado por el martilleo /goebbeliano /persistente, hasta el hartazgo, por la batería periodística e informática “de guerra” desplegada por la elite más privilegiada de las clases sociales dominantes. 

*Posdoctorado Humanidades [FFyLL-UBA], Dr. Ciencia Política [UGR-España], Lic. Sociología [FFyLL-UBA]