En un cierre de listas para el infarto, como no se recuerda en mucho tiempo, el peronismo bonaerense logró articular, en plazos extendidos y cortes de luz de por medio, un acuerdo de supervivencia en el que cada tribu tiene su relato de victoria posible. Según cómo se lo mire, tanto Axel Kicillof como Máximo Kirchner o Sergio Massa pueden narrar, hacia adentro de su tropa y hacia afuera, que salieron bien parados en el acuerdo imposible.

El gobernador bonaerense tiene más para festejar que para lamentarse. Si bien no obtuvo el número de bancas en la Legislatura que pedían los suyos en el inicio de las negociaciones, lo cierto es que su estructura propia se ampliará a partir de diciembre y que ganó discusiones políticas al interior del peronismo que lo posicionan con fuerza para la disputa por la conducción que se dará una vez pasados los comicios.

La primera y más trascendental de esas discusiones fue la que planteó por el desdoblamiento de las elecciones provinciales. Amparado en el cambio de sistema electoral, Kicillof planteó que era imposible votar con dos boletas distintas el mismo día y no se movió de su idea. Tuvo para eso que soportar una inmensa presión durante buena parte del año por parte del resto del peronismo. Resistió y ganó.

Con el desdoblamiento sobre la mesa, el cristinismo presionó en los últimos meses con dos temas centrales: las PASO y las reelecciones indefinidas para cargos legislativos provinciales. Las primarias hubieran sido una forma de dirimir la interna en las urnas, algo que podría haber jugado a favor de CFK. A su vez, el kirchnerismo rechazó la suspensión a nivel nacional. En la PBA, luego de resistirse, terminó votando la suspensión impulsada por el MDF.

Ya sin PASO, otra carta que se jugó la tropa de CFK fue impulsar la reelección indefinida de legisladores. Varios de sus alfiles provinciales contaban con dos períodos consecutivos en la Legislatura y no podía renovar. Kicillof puso como prenda de cambio incluir la reelección de intendentes. El cristinismo vetó las indefinidas para los jefes comunales y, finalmente, la ley no se modificó para nadie. En el fondo, un escenario que no le molestaba tanto al gobernador como sí a La Cámpora.

Trazado todo este escenario en el que Kicillof impuso las condiciones electorales, se llegó a una negociación para la conformación de una alianza con un elemento determinante: CFK presa. El contexto obligaba a una unidad que en los hechos parecía imposible, y en el cierre del frente electoral la manera de resolverlo fue una cláusula de fantasía: que los intendentes del peronismo armaran las listas en sus distritos pero con el compromiso de incluir a todos los sectores.

Eso era otro reclamo central de los jefes comunales del MDF: sacarle la lapicera de la mano a Máximo Kirchner, al menos en sus distritos. Si bien el acuerdo de Fuerza Patria era otro, cuando los intendentes kicillofitas empezaron a componer sus nóminas excluyendo a La Cámpora, el gobernador tuvo que garantizar que eso caminara y no partiera el frente en mil pedazos. Durante muchos momentos de la negociación, este parecía ser el punto de una fractura inevitable. El cristinismo replicó la brutalidad en el uso de la lapicera en sus municipios y finalmente el esquema terminó cerrando de esa manera.

Pero Kicillof tiene más porotos para anotarse que los perdidos en esa discusión. Empezando por el hecho que el MDF es el espacio que más intendentes tiene (más de 40). Y sumando a esto que, por primera vez en mucho tiempo, para muchos jefes comunales la conformación final de su lista no tuvo que contemplar la bendición o veto de Máximo Kirchner. Ese gesto de autoridad y de conducción por parte del gobernador será un respaldo importante en su disputa por la conducción del peronismo.

En las listas provinciales la lectura es un poco más compleja. En la previa se hablaba de un reparto equitativo entre La Cámpora y el MDF de los lugares entables. En total son 29 las bancas que Fuerza Patria pone en juego, de las cuales 11 irían para Kirchner, 11 para Kicillof y 7 para Massa. Pero ese esquema también era una pantalla imposible, básicamente porque Kicillof hubiera pasado de poner cero candidato en 2023 a poner la misma cantidad que el kirchnerismo quien, a su vez, tenía que relegar espacios para que creciera el MDF.

La Cámpora y sus aliados ponían 15 bancas en juego, mientras que el MDF se jugaba 6. El cierre, que en términos de lugares entables quedó en 14 para el cristinismo, 9 para el kicillofismo y 6 para el massismo, plantea un escenario en el cual el espacio del gobernador será el que más crezca en estructura si el peronismo no retrocede de su elección de 2021. Pensar que La Cámpora iba a aceptar un cierre empatado en números con Kicillof era irreal desde el vamos.

Otra mirada pasa por las cabezas de las listas. Allí también aplica el criterio de que el cristinismo ganó en lo cuantitativo y el kicillofismo en lo cualitativo. La Cámpora y sus aliados encabezarán 5 de las 8 secciones electorales, pero el MDF se quedó con las dos más importantes: Verónica Magario ecabeza la Tercera, y Gabriel Katopodis la Primera. Entre ambas regiones superan los 10 millones de votos, un 70% del total del padrón provincial.

Esa victoria simbólica de Kicillof se dio a último momento del sábado, cuando la propia CFK llamó al gobernador para decirle que no compartía su estrategia de candidaturas testimoniales, como las que podrían ser las de Magario y Katopodis. De fondo, para el cristinismo era más amigable que Mariano Cascallares y Federico Achával fueran las cabezas de la Tercera y la Primera respectivamente. De paso, colaron también por esas horas la disputa porque fuera la propia Maya Mendoza quien estuviera al frente de la sección que CFK había elegido para su candidatura.

Kicillof se plantó y resistió la presión de CFK. Ganó la línea de las candidaturas testimoniales y se quedó con las cabezas de lista de las regiones que representan el corazón del kirchnerismo. Si bien cuantitativamente el MDF sólo encabeza tres secciones (sumando la Segunda), en términos cualitativos y simbólicos los lugares determinantes para el peronismo quedaron para el espacio del gobernador.

Kicillof tiene aspectos para festejar del cierre de Fuerza Patria. Plantó al MDF como espacio en el universo peronista con la capacidad para discutir mano a mano contra cualquiera. Incluida CFK. Ganó discusiones clave que terminaron imponiendo las condiciones electorales para los comicios provinciales. Crecerá en estructura propia y mostró mano firme para garantizarle a sus intendentes el uso de la lapicera en sus distritos. En la disputa por la conducción que ya está planteada en el peronismo, todo eso está lejos de ser poca cosa. Ahora el gobernador deberá encabezar un victoria electoral y bancar laa presiones que le generarán las decisiones que tomó e impuso. Su camino hacia 2027 estará marcado por ello.