Roto y con la disputa por la conducción abierta, el peronismo logró una unidad de supervivencia
El acuerdo se firmó cerca de las 4 de la mañana, luego de horas de extrema tensión en las que la ruptura fue un hecho en más de un tramo. Victorias de Kicillof en el conurbano y de La Cámpora en el interior. Sin estrategia conjunta, el objetivo es sobrevivir a septiembre y octubre. “No hay día después”, se sinceraron.
Estas líneas necesitan comenzar con un aviso: todo lo que se leerá en materia de candidaturas puede cambiar, puesto que la Junta Electoral de la PBA otorgó una prórroga a Fuerza Patria hasta el lunes a las 14 horas para presentar sus listas. El dato marca por sí mismo el nivel de tensión interna del peronismo que se describe a continuación.
“Caos”, “un quilombo”, “un desastre”, “ un papelón”. Los calificativos que emergían anoche, ya unas horas antes del límite establecido a las 00:00 hs para la entrega de listas, hablaban por sí solos del momento que atraviesa el peronismo bonaerense. En un cierre histórico por lo conflictivo, por la desconfianza mutua, por los tira y afloje y las mil versiones que derramaron en todo el territorio, con militancia armando y desarmando listas y una parte de la sociedad atenta a un espectáculo que ofrecía mucho más para lamentar que para festejar, finalmente Fuerza Patria logró un acuerdo que promete ser tan pasajero como el nuevo nombre que el peronismo se dio a sí mismo hace 10 días. Un acuerdo de supervivencia, más forzado por el contexto político general que por algún punto en común que permita mirar hacia adelante.
Durante los días previos las grandes trabas provenían de los distritos. Allí, cada intendente hizo lo que padeció en muchos cierres anteriores: el uso brutal de la lapicera. La decisión de que fueran los jefes comunales quienes armaran las listas en los municipios fue un empuje del gobernador. El criterio de que iban a armar esas listas “incluyendo a todos los espacios” fue la pantalla que se encontró para cerrar el frente el 9 de julio y que no estallara todo antes de tiempo. Pero era una fantasía que no duró ni una semana. La realidad se impuso y, a ambos lados de la grieta peronista y con contadas excepciones, los intendentes blindaron sus listas frente a sus adversarios internos.
Eso generó tensiones cruzadas hasta horas de la tarde del sábado. Desde el cristinismo señalaban la actitud de intendentes como Mussi o Ferraresi que amagaban con la boleta corta si los forzaban a incluir a La Cámpora en sus distritos. En el MDF denunciaron “proscripción” en listas de municipios como Moreno, Tigre o Branden. Todo parecía un juego de presiones cruzadas para ir hacia alguna de dos resoluciones: o todos abrían, o cada uno cerraba sus listas y a llorarle a Gardel. La segunda opción inclinó la balanza, con casos como el de Morón, donde el intendente Lucas Ghi decidió ir con boleta corta para no darle lugares a Martín Sabbatella.
Ya sobre el filo del cierre empezó el ruido fuerte y más arriba. Lo que no estaba cerrando eran las listas de las ocho secciones electorales de la provincia, y esa tensión derramaba hacia los distritos en un ida y vuelta lejano al virtuosismo. Las tres patas de Fuerza Patria negociaban en La Plata y los conflictos estallaban por toda la PBA.
Máximo Kirchner no estuvo físicamente al frente de las negociaciones en la gobernación. Se fue temprano y antes de que arrancara el peor momento, y dejó al mando de su sector a Mayra Mendoza y a Facundo Tignanelli. En día del cierre del frente pasó algo similar, y desde el kicillofismo compararon su actitud con su salida de la presidencia del bloque del FdT cuando se firmó el acuerdo con el FMI: “hace eso, se va y es como que dice: no me hago responsable de esto”.
Lo cierto es que por la noche, cerca de las 22:30 y cuando todo ardía en la Gobernación, Kirchner volvió a aparecer en un búnker que La Cámpora se armó en una casa ubicada en las calles 4 y 54. Allí seguían la negociación reunidas las primeras líneas camporistas y dirigentes aliados como Alejandro Dichiara, Juan Pablo De Jesús, Gustavo Menéndez, Mariel Fernández o Leonardo Nardini.
El que volaba entre campamentos por la unidad era Sergio Massa. El ex candidato a presidente y líder del Frente Renovador iba y venía de la Gobernación a la residencia de Alexis Guerrera, y durante muchos tramos de la negociación terció entre las posturas del cristinismo y el MDF. Todos los relatos de la jornada hablan de un Massa muy activo en pos de que se terminara alcanzando el acuerdo, en una especie de rol de mediador entre partes.
Cerca de las 19 la cosa se había puesto muy áspera y el MDF jugó una carta fuerte. Carlos Bianco envió un mensaje a los intendentes del espacio con la directiva de que prepararan listas propias, para tener a mano la posibilidad de ir con boletas cortas si el acuerdo se caía. Desde el núcleo kicillofista desmentían ese llamado a la guerra pero lo cierto es que existió, y durante unas horas en los municipios la estructura política comenzó a alistarse para el todo o nada. El clima de tensión en La Plata era una bomba atómica que irradiaba radiación a toda la provincia.
Más tarde las versiones cambiaron y fue La Cámpora la que salió a pegar. “El problema a esta hora es el MDF. La primera y la tercera la encabeza Axel. Y no se ponen de acuerdo. Hay team testimoniales y team no testimoniales. Kato vs Achaval, Magario vs Cascallares”, lanzaron cerca de las 22. El MDF desmentía la versión, montada sobre un hecho: Cascallares y Achával tendrían sus distritos ordenados políticamente como para asumir las bancas en caso de ser candidatos electos, mientras que resulta totalmente improbable que la vicegobernadora deje su cargo por un escaño en Diputados y que Katopodis, que camina la PBA con los recursos de Obras Públicas mirando al 2027, abandone el Ministerio por una silla en el Senado.
En concreto, se estaban disputando el resto de los lugares de la nómina provincial. Pero allí apareció un nuevo factor imprevisto en una noche ya de por sí particular. Un corte de luz en la zona obligó a retrasar todo y fue la excusa perfecta para pedir una prórroga para el plazo de las 00:00 hs al que el acuerdo no llegaría. Con ese panorama, la rosca pasó al turno madrugada y la definición quedó para la mañana del día del amigo, casi un chiste del destino.
Finalmente, se supo en horas de la madrugada que el MDF encabezará las listas centrales del conurbano, con acompañamiento de La Cámpora y el FR, y que la organización de Kirchner se quedó con las cabezas del resto de las listas seccionales, menos la Segunda. Una especie de cierre salomónico que en el fondo sólo acumuló tensiones que se desplegarán durante la campaña.
La gran cartelera de la Tercera Sección electoral finalmente tendrá el rostro de Verónica Magario. La vicegobernadora es una jugadora fuerte de La Matanza, el distrito más populoso del país, y era considerada como la mejor candidatura posible en el MDF. Su postulación es un “toda la carne al asador”. Lo paradójico es que fue muy resistida por el ciristinismo, a pesar de la buena relación de Magario con CFK. Durante la tarde La Cámpora impulsaba a Mayra Mendoza para la Tercera, lo cual hubiera hecho imposible que dos mujeres vayan en los dos primeros lugares de la lista. Aceptada la candidatura de Magario, La Cámpora metió al 2 de la nómina: el actual presidente del bloque en Diputados de la PBA y también matancero, Facundo Tignanelli, espada central de la organización de Kirchner.
En la Primera, el otro gran territorio en disputa, también el gobernador metió a su candidato. Gabriel Katopodis encabezará la lista luego de largas especulaciones con su posible postulación como diputado nacional. Lo acompañará como número 2 Malena Galmarini, en un pago al FR en la región del conurbano que vio nacer al massismo.
En la Segunda Sección electoral el que encabezará la lista es Diego Nani, intendente de Exaltación de la Cruz que está dentro del MDF y apoyó la decisión de Kicillfo de ir por el desdoblamiento. En la Cuarta, la cabeza de lista será Diego Videla, el presidente del Concejo Deliberante de Pehuajó, donde gobierna el ultra cristinista Pablo Zurro.
La Cámpora también se quedó con la cabeza de la poderosa Quinta Sección electoral, la más poblada luego de la Primera y la Tercera. Allí encabezará Fernanda Raverta, ex candidata a intendenta de General Pueyrredón y la gran apuesta de Kirchner en la región.
En la Sexta hay un cierto grado de confusión, propia del caos general del cierre de Fuerza Patria. Si bien la mayoría de las fuentes dan como cabeza de lista al diputado provincial y ex intendente de Monte Hermoso, Alejandro Dichiara, la cuenta de X de Fuerza Patria publicó en la madrugada que el candidato sería el intendente de Daireaux, Alejandro Acerbo. Así, la disputa está planteada entre un cristinista y un integrante del MDF y aún por resolverse.
En la Séptima y en la Octava, La Cámpora se llevó grandes victorias. En la sección del centro de la PBA, Fuerza Patria llevará a Maria Ines Laurini al tope de la lista, militante camporista del distrito de Azul. Y en la Octava la organización de Kirchner metió el batacazo con Ariel Archanco al frente de la nómina en una región neurálgica para el kicillofismo, que logró colar a Lucía Iáñez como segunda.
Como se dijo, todo esto puede variar hasta el lunes a las 14, plazo que la Junta Electoral otorgó como prórroga para la presentación de Fuerza Patria. Sin embargo, algunos saldos pueden sacarse de la primera foto de la negociación más tensa del peronismo en muchísimo tiempo.
PERONISMO SIN DÍA DESPUÉS
Kicillof plantó su espacio y se ganó un lugar en la pelea por la conducción del peronismo. Pase lo que pase con las listas y salga como salga la elección, está claro que si el gobernador quiere seguir adelante con su proyecto político, ya construyó una plataforma desde la cual impulsarse. Si eso será en unidad o no con el cristinismo es una pregunta para después de octubre. Pero ese objetivo central que el kicillofismo se planteó post reelección en 2023, conformar una estructura propia para no depender de La Cámpora, está cumplido.
Las victorias simbólicas de encabezar las listas del conurbano, territorio por definición del kirchnerismo, no son poca cosa en ese camino. Restará ver si el gobernador puede garantizarle a sus intendentes el blindaje de sus listas. Sin ese gesto de autoridad frente a la embestida de Máximo Kirchner será difícil que sea visto como un verdadero conductor.
El cristinismo tiene por delante un enorme desafío. Rota la relación con Kicillof, la figura con más votos y adhesión en las bases cristinista luego de CFK, y con la ex presidenta presa y proscripta, el paso de una postura defensiva frente al impulso emancipador del gobernador a una propositiva de construcción de una alternativa propia y novedosa no será sencillo. Para eso hace falta mucho más que el recuerdo de los 12 años kirchneristas. Qué nombres, qué candidatos, qué líneas políticas nutrirán esa propuesta, y cómo se pararán frente al despliegue del MDF, son incógnitas a resolver.
La alianza con Sergio Massa y el FR no puede ser vista como una postura estratégica en ese sentido, y la reconversión propia con una propuesta de futuro que retome el pasado pero a la vez lo supere será ineludible si la pretensión es conducir al conjunto del peronismo como lo hizo CFK. Por lo pronto, las estructuras municipales que ganó en el 2023 y el crecimiento que pueda plasmar en las listas seccionales de este año le dan a La Cámpora una base importantísima para una disputa que considera estratégica: la provincia de Buenos Aires. El cierre de listas, tal como quedó en la madrugada del domingo, era un paso adelante para la organización de Kirchner en ese sentido.
El peronismo no tiene una conducción unificada y clara, y la relación entre sus componentes está rota. La disputa por la conducción quedó abierta y se trasladará a la campaña e impactará en el resultado electoral. El contexto marcado por la brutalidad de Javier Milei para con el pueblo argentino obligó a maquillar una fractura de hecho, que no pocos dicen que hubiera sido preferible blanquear antes y de forma más ordenada. Ahora las cartas están echadas sobre la mesa, y el peronismo bonaerense deberá pelear por su supervivencia para ver qué hace en el futuro.
La sentencia de una de las partes implicadas en la disputa, ante la consulta de cómo se podrían suturar estas heridas pasadas las elecciones de septiembre y octubre habla por sí misma: “no hay día después”. Por lo pronto, el desafío ahora es resistir “que la motosierra no cruce la general paz”, y dejar una plataforma lo más sólida posible para transitar el camino hacia el 2027. O, posiblemente, los caminos hacia el 2027.