Las huelgas de hambre iniciadas hace días en varias cárceles de la provincia de Buenos Aires toman eco y se expanden a nuevas penitenciarías. La medida estalló a raíz del corte en el abastecimiento de alimentos que tuvo lugar hace veinte días y que provocó el descontento de la población carcelaria, hoy a la deriva por las múltiples vulneraciones de derechos que padecen.

Con una adhesión total en las cárceles de Batán y Dolores, la huelga ahora se hace sentir en distintos pabellones de las unidades penitenciarias de Olmos, Sierra Chica, General Alvear, Magdalena, San Martín y Los Hornos, entre otros centros de detención. El reclamo se centra, por un lado, en el problema alimentario de los internos, como también en el reclamo por el esquema de “2x1” para computar las penas de quienes están con prisión preventiva.

A su vez, la población carcelaria denuncia graves problemas de salud e higiene, que han propiciado brotes de “hantavirus y tuberculosis”, que “se extienden en los lugares de encierro con las altas temperaturas y la escasa ventilación”.

El delicado estado de situación de las cárceles bonaerenses había sido denunciado la semana pasada por un informe de la Comisión Provincial por la Memoria (COM), entidad desde donde se interpeló al gobierno de María Eugenia Vidal sobre el clima conflictivo que está dejando germinar a la gestión entrante de Axel Kicillof.

En tanto, se calcula que la protesta se extiende en 17 de las 57 cárceles en plena transición política del Poder Ejecutivo y suma a 8854 presos de un total de 46.000, según se admitió desde el Servicio Penitenciario Bonaerense (SPB). La medida de fuerza se registra justo en las horas en que terminan los mandatos de María Eugenia Vidal y de su ministro de Justicia, Gustavo Ferrari.