Las elecciones del pasado domingo reafirmaron una vez más al Gran Buenos Aires como el “bastión” por excelencia donde resiste el voto peronista, en plena avanzada de Juntos desde las PASO. No obstante, eso que es tomado como virtud comienza ya a ser leído como defecto, en especial por voces oficialistas del interior que ven con preocupación el alejamiento del voto justicialista en la clase media rural.

En ese marco, los intendentes peronistas del interior bonaerense son quienes han sentido en carne propia la tarea cada vez más difícil de pelear el voto peronista en territorios que, desde hace años, se han tornado por demás hostiles. “Hay una conurbanización del peronismo que en el interior dificulta el diálogo con una clase media, de perfil más rural, incluso”, fue la definición del intendente de Laprida, Pablo Torres, en diálogo con la Agencia Paco Urondo.

La visión del jefe Comunal fue en sintonía con la lectura de otro referente del interior, el ex intendente de San Antonio de Areco, Francisco “Paco” Durañona, quien dejó un mensaje similar sobre el estado actual del voto peronista bonaerense.  

Este es el dato. ¿Somos un movimiento nacional o un partido del AMBA?”, fue el elocuente mensaje que Durañona envió días atrás a través de un posteo de twitter, donde adjuntó el mapa de votos celestes y amarillos en la provincia de Buenos Aires, con la marcada presencia del macrismo en el interior y del peronismo en el GBA. Tanto Laprida como San Antonio de Areco han sido en las últimas elecciones parte de las trincheras donde se intentó defender el voto peronista-kirchnerista, en muchos casos sin éxito, o ganando con lo justo e indispensable.

En diálogo también con la APU, Durañona indicó que “después del 54% de 2011 (el mentado triunfo de CFK para su segundo mandato presidencial” fue cuando se experimentó “una conurbanización” de las políticas peronistas y también de “los actores que ganaron protagonismo” en ese espacio. El proceso, según la lectura del ex intendente, ha derivado en una mirada política demasiado enfocada en los sectores urbanos y de las grandes ciudades.

“Llegamos al punto en el que el presidente (Alberto Fernández) y el gobernador de Buenos Aires (Axel Kicillof) son de Capital Federal, como la mayoría de los miembros de ambos gabinetes. Esto no está mal de por sí, pero da cuenta del proceso”, señaló el actual senador provincial. 

En ese sentido, la demanda se centra en la necesidad de una “agenda nacional” que logre unificar otra vez la representatividad peronista en todos los territorios. “En nuestras zonas, se agrega además una cosmovisión más propia de la ruralidad. Entonces, tenés una distancia importante entre el discurso del peronismo nacional y el sentir de las clases medias locales. También, hay mucha ideologización, de ambos lados”, agrega Pablo Torres.

Mientras tanto, los intendentes peronistas del interior bonaerense ven cada vez más difícil retener el voto en sus comunidades, frente a una cúpula cada vez más orientada al conurbano y la CABA, y que pierde cada vez más el diálogo con el pago chico.