Los problemas del capitalismo se agudizaron con la pandemia, pero vienen de lejos, por lo menos desde el 2007-09, en donde se puso en discusión el orden mundial emergente a la salida de la crisis de los 60/70 del siglo pasado. Entonces, la respuesta fue la liberalización de las relaciones económicas internacionales, difundido como globalización o mundialización. Es un recorrido que se inicia con terrorismo de Estado en el Cono Sur de América (primeros setentas), y que adquirió escala global con la restauración conservadora en los ochenta, en Gran Bretaña y en EEUU, para consolidarse con la ruptura de la bipolaridad capitalismo-socialismo entre 1989/91. Ese régimen de liberalización es lo que entra en crisis en estos años, con datos alarmantes para el 2020, donde el FMI estima una caída del 4,9% del producto mundial, con baja del 11% en el comercio global y un inusitado aumento del desempleo y la pobreza. Todo en un marco de agravamiento de la crisis ambiental, alimentaria, energética y que involucra más allá de la economía y las finanzas, a la política y a la civilización en sentido integral.

Futuro inmediato

En este marco interesa pensar el futuro pos pandemia, luego de la mayor recesión de la historia del capitalismo, además, definida deliberadamente por las políticas nacionales de casi todos los Estados nacionales. Por un lado, (a) debe considerarse la estrategia mundial de los Estados, en una abierta disputa por la reorganización del orden mundial. Por otro lado, (b) debe considerase la estrategia del capital más concentrado en el ámbito mundial. Finalmente, (c) debe pensarse en términos de estrategia alternativa para frenar la ofensiva del capital contra el trabajo, la naturaleza y la sociedad, junto a la potencialidad de un orden socioeconómico más allá y en contra del capitalismo.

La disputa por la hegemonía mundial se manifiesta en la guerra comercial de EEUU contra China o en la ampliación de las sanciones económicas de Washington contra el gigante asiático, contra Rusia o Irán, Venezuela o Cuba, entre otros. EEUU viene perdiendo peso específico en su capacidad de dominación del sistema mundial, por lo que concentra y agrava su papel militar en defensa de sus intereses globales. El resultado, pese a la grave emergencia sanitaria, ambiental, alimentaria, de empleo, etc., produce un incremento del gasto militar en prácticamente todos los países que intervienen en la disputa hegemónica. No solo en esos casos, sino que prácticamente el gasto de defensa y seguridad se incrementa en todos los territorios, afectando la capacidad de resolver ingentes necesidades sociales, extendidas de manera alarmante.

Bajo esas condiciones, los capitales más concentrados presionan a la baja el costo de producción, contra derechos adquiridos. Promueven la eliminación de derechos sociales, laborales y sindicales, colectivos e individuales. Es una forma de disciplinar la resistencia laboral y restablecer la capacidad de producir plusvalor. Al mismo tiempo inducen reformas regresivas en el Estado para sustentar la lógica de la ganancia, vía ampliación del espacio de la mercantilización y la desregulación a favor del capital y los inversores privados. Pese a las restricciones comerciales estimulan la libre circulación de capitales, bienes y servicios en beneficio de la expansión global de las relaciones capitalistas.

Se trata de una fuerte ofensiva del capital y de los principales Estados del capitalismo mundial, incluso adecuando, hasta donde puedan, la organicidad del sistema mundial, para dotar a los organismos internacionales de los atributos adecuados para una re-regulación del sistema mundial en favor de sus intereses. El interrogante pasa por las alternativas que sustente la práctica y las demandas de los sectores subalternos, en defensa de los derechos, de la comunidad y los bienes comunes, en contra de la desigualdad y los objetivos de la minoría altamente concentradora de ingresos y riquezas.

*Doctor en Ciencias Sociales de la UBA. Profesor titular Economía Política, Universidad Nacional de Rosario. Integra la Junta Directiva de la Sociedad Latinoamericana de Economía Política y Pensamiento Criticó, SEPLA. Twitter: @Jcgambina