Estamos acostumbrados a escuchar que maestros y profesores son y han sido parte de la “clase media”. Parece una definición de sentido común; pero, por eso mismo esconde un problema. Y es que no nos ayuda a entender un fenómeno tan actual, pero bastante reciente en términos históricos, como son las huelgas docentes. No es casual que estos movimientos suelan dar lugar a una contraposición recurrente en la opinión pública entre dos figuras: la del tradicional “docente de vocación” y la del contemporáneo “trabajador de la educación”. Este contraste no es inocente, ya que se suele utilizar para ponderar al primero en detrimento del segundo. Más allá de que denominar a alguien como “trabajador” con el fin de denostarlo nos dice más sobre prejuicio de clase de quien lo predica, nos interesa llamar la atención aquí respecto de lo siguiente.

Los docentes de ayer pueden ser recordados como parte de una “clase media” en la sociedad del capital industrial, donde “se elevaban” y yuxtaponían como un minoritario funcionariado pequeñoburgués por encima de la clase obrera. Esas condiciones ya no existen. Y sin embargo, pareciera no haber obstáculos para que sigan siendo considerados como “clase media” en la actual sociedad del capital financiero, que se ha vuelto dominante en nuestro país desde mediados de la década del setenta. Así, aunque los docentes han tendido hasta hoy a constituirse en un grupo masivo de trabajadores inmerso en un conjunto asalariado más amplio, ahora su medianía se adjudica más bien a poder mantenerse relativamente a flote ante la zozobra de la masa de población expulsada de la producción (desempleados, subocupados, changarines, etc.).

Sin embargo, no sólo la Argentina de ayer no es la misma que la actual. Entre una y otra fase se ha desarrollado en forma gradual un proceso de proletarización, esto es, de creciente asimilación con la clase trabajadora, y por ende la posición misma de los docentes en la estructura social ha variado tendencialmente. La adopción de la huelga no es más que una expresión de dicho proceso, el cual no podremos llegar a comprender del todo si persistimos en una caracterización desfasada que oscurece nuestro conocimiento de la realidad más de lo que la aclara.

*Sociólogo e investigador del Programa de Investigación sobre el Movimiento de la Sociedad Argentina/ CONICET