Un orden es legítimo cuando se asume el contenido del mandato como una máxima de la propia actitud. Max Weber 

Un enemigo del pueblo

En la obra del dramaturgo noruego Henrik Ibsen, Un enemigo del pueblo, el doctor Thomas Stockmann, protagonista de la pieza, es un científico que descubre, que las aguas de los balnearios de su pueblo, sobre los que gira la economía del condado, estaban contaminadas. Como se trataba, además, de un hombre de principios, mantiene su postura frente al conjunto de intereses que trataban, con apoyo popular, de hacer que lo irrefutable desde el punto de vista de la ciencia, fuera ocultado y así, no alterar la vida de la comunidad. Y fue entonces en aquel drama, donde el pueblo ganó la pulseada y a la final, se abrieron las playas en aquel verano.

Sistemas sociales funcionalmente diferenciados: Los ecos de Ibsen

Sirva entonces la pieza del noruego, para ilustrar la siguiente explicación acerca del funcionamiento del mundo contemporáneo, pensado como una sociedad global, cuyos sistemas sociales están funcionalmente diferenciados y no hay entre ellos una relación cibernética, esto es, dicho de un modo sencillo, lo que sucede en uno de ellos, no altera de manera automática los otros. Para esta situación de pandemia del coronavirus que nos ocupa, de momento, el sistema científico, no ofrece solución a corto plazo, frente a este padecimiento. Pero como sucedía en Un enemigo del pueblo, la preocupación central, por razones diversas pasa por otro lado, para el caso particular de esta pandemia, sobre el tiempo que se debería estar en cuarentena y se espera que el sistema político tome la decisión, más allá de lo que venga como certeza desde la ciencia.  A tal punto esto es así, que la postura anti cuarentena es una línea política, que pone en duda la legitimidad misma del mandato presidencial, bajo la forma de cacerola o banderazo y logra articular el apoyo de un arco social amplio que va desde los sectores más necesitados del trabajo, desprotegidos en la crisis, hasta las clases dominantes. Y si, por ejemplo, flexibilizaran en breve la cuarentena en AMBA, cuando los contagios aumentan, se trataría esta, de una solución del sistema político o del sistema económico, pero de más está decir, no altera en nada lo que hasta de momento nos viene de la ciencia, por la vía del sistema de salud. Todo esto para indicar que se trata de una situación compleja, lo cual significa que, en términos generales, cuanta más información se tiene sobre una cosa, la incertidumbre, lejos de disminuir, aumenta y es aquí en donde se requiere de un trabajo minucioso del sistema político sobre el sistema de la comunicación, explicando las consecuencias que tiene tal o cual postura frente a la peste sobre la población que, proclive a enemistarse con la verdad, se encolumna en contra de la “infectadura”.

El retorno de la sociedad viral

Considero entonces que retornó al planeta, como señala Byung – Chul Han, la sociedad viral, aquella que algunos conocimos en los años de la guerra fría en donde, los niños y las niñas, convivíamos con la poliomielitis, la difteria, el sarampión y como hoy, otra vez, con aquel anticomunismo fascistoide de los sesenta. Y Si bien comienzan a circular, un conjunto de reflexiones que intentan concebir al orden societario futuro de pospandemia; la realidad, es que nuestra América Latina hoy, es el epicentro de la peste. A tal punto que hasta desde un punto de vista simbólico, Bolsonaro, presidente de Brasil, paradigma de la posición negacionista, con todas las consecuencias de tal postura a la vista, hoy es el primer presidente del mundo que contrajo la enfermedad producida por el coronavirus. Por otra parte, en relación con lo anterior, Europa, el continente en donde se acuñó el término pospandemia, tampoco está segura de que lo peor ya haya sucedido.  En tal sentido y para cerrar, digo que hoy desde la sociología nos cabe hacer una profunda reflexión sobre el formato de sociedad que, de aquí en más convivirá con este y con otros virus que, según se nos informa, el coronavirus no será el último, ni tampoco sabemos hasta cuando este, nos acompañará, pero desde luego y es lo que hoy advertimos, nuestras vidas han cambiado para siempre cuando, en esta vida distópica por indeseable,  de la noche a la mañana, hemos dejado de tocarnos y la muerte, acecha en las calles, como en un cuadro de Brueghel.

*Profesor Titular Regular Plenario de Sociología General.  FSOC. UBA. IIGG